lunes, 16 de diciembre de 2019

UN DJINNS EN LA MOCHILA

Rubén Castillo opina:

López Soria, Marisa,Sanz Navarro, Mariano, Un Djinns en la mochila, Ed. La Equilibrista, Barcelona, 2019.

Mariano Sanz Navarro suministrando informaciones y detalles sobre sus viajes a las zonas desérticas de África; Marisa López Soria poniendo su prosa pizpireta y cantarina al servicio de ese material; y Eva Poyato completando el fresco con la magia infinita de sus imágenes. Se me ocurren pocas combinaciones más seductoras que ésta que encontramos en el volumen Un Djinns en la mochila, que acaba de colocarse en los escaparates de las librerías.
Una niña (cuya identidad sospechamos, pero que nos será confirmada del todo en la página 94) descubre un día con sorpresa que en su habitación se camufla un Djinns, que probablemente ha venido desde el continente africano en el equipaje de don Mariano, el viajero y explorador de la pipa. Y desde entonces, acompañada por su amiga Ahisa, trataré de comunicarse con el diminuto ser, a quien tratará de agradar de todas las formas posibles: llevándolo de paseo en bicicleta, dejando que por la ventana de su habitación entre el aire fresco de la calle, colocando a su disposición libros ilustrados que le puedan agradar… A la vez, irá informándose sobre el temperamento de los Djinns, gracias a don Mariano y a su amigo, el poeta Ameddu uld Abdelkader, y descubrirá la forma sensata, evolucionada y amable con la que entienden el mundo.
Un libro delicioso, que puede constituir un regalo navideño perfecto para los lectores más jóvenes de la casa.

El original de la reseña en: 

https://rubencastillo.blogspot.com/2019/12/un-djinns-en-la-mochila.html

martes, 3 de diciembre de 2019

UN LUGAR EN EL MUNDO


Mariano Sanz Navarro

CAMPILLO, ANTONIO, Un lugar en el mundo, Catarata, Madrid, 2019

Los ensayos de Antonio Campillo están tan llenos de contenido que requieren -exigen- del lector no avezado en vericuetos filosóficos, la dedicación que no prestaría a lecturas de menor calado o simple entretenimiento. Resultan, sin embargo, imprescindibles para la meditación sosegada sobre los candentes temas que suele tratar. Dirán los que pretendan mirar hacia otro lado menos incómodo y de menor realidad que son agoreros. Nada más lejos de la desagradable realidad. El suyo es un análisis tan certero como realista del lamentable destino a que, entre todos, hemos conducido nuestro mundo y a nuestros semejantes menos favorecidos por el azar y la geografía.
CAPITULO 1. EL GIRO ESPACIAL DE LA CULTURA CONTEMPORÁNEA
En el primer capítulo Antonio Campillo reflexiona sobre los fenómenos recientes que han modificado de forma drástica las condiciones espaciotemporales de la experiencia humana, el descrédito de la moderna idea de progreso, la crisis ecosocial del capitalismo y las nuevas tecnologías del transporte, la información y la comunicación (11), han supuesto un revulsivo para la cultura imperante hasta ese momento que había centrado su reflexión en el tiempo, tanto el psíquico como el histórico, potenciando la necesidad de orientarse hacia el concepto de espacio desde la más inmediata espacialidad del cuerpo vivido y de su entorno vital hasta los grandes conflictos geopolíticos y riesgos ecológicos (17).
El giro espacial afecta a las ciencias biológicas, a las histórico-sociales, a la creación artística y a las ideologías políticas. Campillo analiza minuciosamente los efectos en cada una de ellas, centrándose en el entrecruzamiento entre lo global y lo local (26) y documentando sus afirmaciones con notable bibliografía (Sloterdijk, Paquot, Younes,Foucault, Varela, y una innumerable relación de autores más), teniendo en cuenta que el cambio de paradigma provocado por el giro espacial no consiste en privilegiar el espacio e ignorar el tiempo, sino en repensar las relaciones entre ambos, dado que son dos dimensiones básicas e inseparables de la experiencia humana (26)
Para entender la historia de las sociedades humanas desde su origen y su relación con el medio que las sustenta, es imprescindible aceptar que todos los acontecimientos humanos tienen lugar en un entorno determinado, de la misma forma que resultaría imposible comprender la Historia sin contemplar el entorno geográfico en el que se desarrollan los acontecimientos. Después de un breve vistazo a la historia de la humanidad desde las células procariotas, hace 3.500 millones de años, hasta el homo sapiens hace unos 250.000 años, concluye que:  Necesitamos una democratización radical de todas las relaciones sociales en todas las escalas territoriales, desde los municipios y las regiones hasta los grandes organismos continentales y mundiales, pues los humanos mantenemos relaciones de poder y de responsabilidad en todas esas escalas, sea cual sea la nacionalidad registrada en nuestro pasaporte (42)
CAPITULO 2. LAS DOS GRANDES CONTRADICCIONES DE LA SOCIEDAD GLOBAL
Los más de 7.670 millones de seres humanos que poblamos la Tierra nos enfrentamos a dos grandes contradicciones, la “globalización amurallada” y los “límites del crecimiento ilimitado” (44). Paradójicamente asistimos a la aparición de partidos y gobiernos xenófobos que pretenden construir sociedades cerradas y jerarquizadas en función de la nacionalidad, con el lema “nosotros primero” (45), para lo que se hace necesaria la construcción de barreras que que tienen como objetivo impedir el derecho de las personas a circular libremente abundando en la tesis de Adela Cortina de la “aporofobia”: no se odia al extranjero per se, sino al extranjero pobre que busca “un lugar en el mundo”.
El crecimiento tiene límites cada vez más cercanos, se están agotando los recursos naturales básicos, agua dulce, tierras cultivables, bosques, pesca, minerales estratégicos y combustibles fósiles (49).
Sería esperanzador el objetivo del “desarrollo sostenible” que la ONU propuso hace más de 30 años si no fuera porque esa expresión se encuentra en la actualidad por completo desacreditada, y sin embargo, las relaciones sociales que los humanos mantenemos unos con otros dependen de las relaciones ecológicas que mantenemos con la naturaleza circundante, y viceversa (50)
El blindaje de las fronteras supone que millones de desplazados [a finales de 2018 había 70,8 millones de personas desplazadas forzosamente en todo el mundo (51)] no encuentren acomodo en otros territorios y permanezcan hacinados en campamentos donde subsisten en medio de la precariedad y la miseria, por no hablar de los que mueren intentando cruzar el Mediterráneo. [Entre 2000 y 2018 murieron más de 40.000 personas en el Mediterráneo tratando de llegar a Europa (52)]. La tendencia es que a los 26,4 millones de personas desplazadas por motivos ambientales habrá que sumar a los entre 250 y 1.000 millones que según el informe del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) abandonarán en los años próximos sus hogares a causa del cambio climático.
Estos fenómenos han dado lugar a un proceso de apropiación y acaparamiento de tierras mediante el cual entre 2006 y 2011 gobiernos y empresas adquirieron más de 200 millones de hectáreas de tierra en otros países (59), proliferando la existencia de monocultivos que propician una agricultura esquilmante, que una vez colmatados los años de producción intensiva de los suelos, las abandonan para buscar tierras nuevas, dejando tras de sí desolación y miseria. Este proceso convierte el agua dulce y la tierra cultivable en bienes de interés especulativo (59), con lo que ello conlleva de control sobre el precio de los alimentos.
Todo ello se traduce en la expulsión masiva de comunidades locales que se orientan en primer lugar hacia las ciudades y en segundo, de los países pobres a los más ricos, provocando el rechazo xenófobo y alimentando la aparición de muros y fronteras.
CAPITULO 3. ¿DE QUIEN ES LA TIERRA?
¿Cómo se justifica la posesión de la Tierra y de los seres que la habitan? Basándose en el concepto de soberanía,  fundamento jurídico-político del Estado como sujeto creador y mantenedor de las leyes, sea cual sea su forma de gobierno y su escala territorial, Estado o nación (64), que supone gobierno sobre algo y sobre alguien, sobre un conjunto de personas y cosas.
Desde los tiempos del Código de Hammurabi, la soberanía del estado se apoya en un supuesto vinculo sagrado (Marduk en aquel caso) para lograr el bienestar de las gentes, que en tiempos posteriores adopta dos formas diferentes: el mito ateniense de la autoctonía y el mito judío de la tierra prometida. Ambos, en sus dos diferentes modalidades, tienen por objetivo legitimar su dominio sobre el territorio que ocupan sus seguidores y el que puedan ocupar en el futuro, basándose en el concepto de terra nullius, el derecho a ocupar legítimamente el territorio que no tiene dueño y que, por tanto pertenece a quien lo ocupe. La trampa está en que los espacios ocupados por conquista también se convierten en terra nullius. Ejemplos, sobrados: los territorios ocupados por los países “colonizadores” a lo largo de toda la historia.
Como consecuencia de esa posesión publica de la tierra (imperium), en la sociedad capitalista se impone otra posesión privada o económica (dominium), una propiedad ejercida por el propietario, adquirida por diversos métodos (concesión pública, herencia, donación o compra) y garantizada por el estado. Ello incluye lo que Marx llama "capital", es decir, la apropiación de privada, por un lado de los medios de producción colectivos que hacen posible el sostenimiento de la sociedad, y por otro de los frutos del trabajo humano (71).
¿Tenemos todos los humanos igual derecho a ocupar la Tierra que no pertenece nadie y por lo tanto puede ser habitada por todos? Responderá Campillo con una cita de Ana Arendt en Los orígenes del totalitarismo: necesitamos “una nueva ley en la Tierra”, un nuevo régimen jurídico-político de alcance cosmopolita que garantice el cumplimiento efectivo de los derechos humanos en toda la Tierra, comenzando por el “derecho a tener derechos” (93)
CAPITULO 4. LA TIERRA URBANIZADA Y EL DERECHO A LA CIUDAD
Desde el inicio de la humanidad, los primeros asentamientos permanentes, coincidiendo con la agricultura y la estabulación de animales, fueron alrededor de las “ciudades de los muertos”, es decir de los lugares de enterramiento de los antecesores, a los que ya se sintieron ligados para siempre. Las tradicionales visitas a las “ciudades de los muertos” que en todas las culturas se manifiestan dan buena cuenta de ello.
La población mundial sigue creciendo vertiginosamente y se ha triplicado en menos de setenta años, pasando de 2.525 millones en 1950 a 7.670 en 2018 (102). Este fenómeno tiene una especial vertiente: se agudiza en lo que a densidad de asentamientos se refiere: cada vez más la gente tiende a agruparse en núcleos urbanos donde el acceso a los servicios y a mejores condiciones de trabajo se suponen más accesibles. En 2018 había en el planeta 43 megaciudades con más de 10 millones de habitantes, encabezadas por Tokio (102)
La historia de las ciudades recorre tres momentos bien definidos: la revolución neolítica, la aparición de los estados ciudad y la Revolución Industrial que desembocan en el papel primordial de los agrupamientos locales. En las ciudades se concentran hoy las mayores desigualdades económicas, las mayores bolsas de desempleo, pobreza y exclusión social, la mayor diversidad étnica y cultural, las más extremas formas de violencia, las mayores dificultades de suministro de recursos básicos (vivienda, agua, energía, alimentos, etc.) y de servicios públicos (educación, sanidad, transporte, centros culturales y deportivos, etc.), el mayor porcentaje de vertidos (residuos urbanos, contaminación del aire, etc.) y, por último, todo tipo de conflictos sociales relacionados con la gestión política de estas diversas dimensiones de la convivencia urbana (104)
La situación actual exige el establecimiento de una justicia que va más allá del modo de relacionarnos unos con otros para adentrarse en el campo de las relaciones que mantenemos con nuestro entorno vital. Es este aspecto, Campillo se remite a los postulados de otros filósofos (Nancy Fraser, W. Soja) y a las diferentes clases de justicia enunciadas por la primera: Justicia como redistribución, como reconocimiento, como acceso a la representación, y a la justicia ambiental o ecológica.
Acaba citando a Arendt : El derecho a tener “un lugar en el mundo” es el más básico de todos los derechos porque reconoce el vínculo inseparable entre el cuerpo viviente y el entorno vital, el lugar que habita cada uno y el mundo que comparte con los demás, la libertad personal y la pluralidad de los otros igualmente libres, el estatuto de ciudadanía y la pertenencia a una ciudad que es a la vez un espacio físico una comunidad política (112).
No estamos a la entrada del infierno de Dante para perder toda esperanza, pero ¿se hará cierta la cita de Gramsci: "lo viejo no acaba de morir, lo nuevo no acaba de nacer, y en el claroscuro surgen los monstruos?
Como es habitual en los ensayos de antonio Campillo, el número de referencias, citas y bibliografía convierten este libro, tan breve cuanto intenso, en motivo de reflexión y consulta permanente.
Imposible recoger la cantidad de ideas que brotan de sus páginas "cual manantial sereno". Altamente recomendable. 





miércoles, 27 de noviembre de 2019

MÚSICA PARA MELOCOTONES


Mariano Sanz Navarro

LOPEZ SORIA, MARISA, Música para melocotones, DiQueSí, Madrid, 2019
Marisa, ya lo he dicho en otras ocasiones, posee un don especial para llegar con un lenguaje claro y penetrante al público juvenil al que van dirigidos sus libros. Lo que no excluye en absoluto a los lectores que, como yo, han superado ampliamente esa franja de edad.
Esta “Música para melocotones” es un lenitivo para el lector que se detenga a disfrutarla. Y en el “lector” incluyo a toda persona, sea cualquiera su edad, género y condición.
Poseen los libros de Marisa (cuyos títulos y editoriales harían esta lista tan interminable que me permito remitir al amable visitante de esta página a la suya: http://marisalopezsoria.com/), otra cualidad no menos apreciable: son de gran entretenimiento y diversión, lo que no excluye mensajes subliminares –y no tanto- sobre aspectos de importancia para el lector. Hay un afán didáctico soterrado en el libro: se habla de cocina, de agricultura, del medio ambiente, de literatura, de relaciones sociales y de otras muchas cosas que superan ampliamente el espacio de los vínculos juveniles.
La música que nos ocupa suena, básicamente, a igualdad. Un adolescente –ya talludito- describe los avatares, a veces onerosos, a los que debe enfrentarse para “invadir” el terreno casi siempre femenino de los “canguros” a domicilio. ¿Es que un chico no puede ser igual de responsable, cariñoso y eficaz que una chica a la hora de cuidar niños? Descúbralo el que se acerque a este ameno relato. Y disfruten, los que ya no tiene la edad de los actores, sintiéndose adolescentes de la pluma fingida de Salva y algunos de sus amigos que van tomando el protagonismo sucesivamente. 
¿Por qué “Música para melocotones”? Porque un melocotón es algo bien bonito. Algunos melocotones son aterciopelados, suaves y según crezcan podrán convertirse en dulces calabazas o nectarinas (81).
Suso, Cristina, Mabel, Salva León, y el pez guppy, -que tiene órganos femeninos y masculinos-, la abuela Candelaria, además de otros muchos personajes, van tejiendo una historia de relaciones entre jóvenes que nos trasporta a una edad que no deberíamos olvidar nunca.
Una novela deliciosa para el joven y la joven, el papá y la mamá, el abuelo y la abuela.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

EL SUFRIMIENTO DE LAS CIGARRAS



Mariano Sanz Navarro

PEREZ NAVARRO, MARIA JESÚS, El sufrimiento de las cigarras, Caligrama, Murcia 2019
Toda opera prima puede ser una dirección, una punta de flecha que permita intuir el sentido y profundidad de obras posteriores. Si es así, auguramos un feliz recorrido a la autora de “El sufrimiento de las cigarras”, editada por Caligrama, con la que ha debutado en la Feria del Libro de Murcia 2019.
Comprobamos desde las primeras páginas que no es preciso ambientar una historia en Paris, Londres, Nueva York, Madrid o Barcelona para que la acción y los personajes resulten creíbles e interesantes.
La acción de esta novela transcurre en un ámbito familiar para nosotros: La Manga del Mar Menor, con unos personajes tan corrientes que podrían ser nuestros vecinos de escalera: veraneantes de clase media-alta cuyo mes de vacaciones transcurre en la parte más selecta –un poco pija- del Mar Menor.
Una adolescente que pasa los soleados días de verano rodeada de alegres camaradas de su edad, sin más obligaciones que las de disfrutar del sol como hacen las cigarras, se ve abocada a desentrañar una misteriosa desaparición ocurrida diez años atrás en la casa que ahora posee su familia. Ha descubierto casualmente unas pistas que la llevan a interesarse por el caso. Intuye que hay algún misterio tras la mujer que supone víctima de un matrimonio desdichado que la aboca a la infidelidad. La investigación la llevará a seguir derroteros inesperados y aún peligrosos en los que cobrará especial relevancia la ayuda de un camarada que se irá convirtiendo en algo más.
A lo largo de la obra, surgen relaciones de amistad, amor y odio, a través de las cuales la autora nos va conduciendo, acunados por las olas que sostienen la música de fondo –el mar siempre presente-, hasta el inesperado final.
Si a ello añadimos la crisis de un matrimonio amenazado de divorcio, una abuela zarandeada por acontecimientos que no acaba de comprender más allá del afán de proteger a su nieta, y personajes sobrevenidos de corte cuasi mafioso, tendremos el caldo variopinto en el que se cuece la novela.
Cuanto tenga de autobiográfico el libro es cosa que pertenece a la imaginación del que escribe. Es esa una eterna cuestión a la que cada autor responde como mejor puede ya que, suele suceder que en el tráfago de la escritura se mezclen en un totum revolutum experiencias, recuerdos, sentimientos y aún fantasías, de manera que el resultado final forme una amalgama cuyos componentes resulten difíciles de separar.
No hace falta desearle éxito a la autora, ya lo obtuvo merecidamente con su premio de finalista en el concurso del Casino de Monovar en su edición de 2019. Lo que si cabe desearle es que continúe felizmente con su carrera de triunfos.


sábado, 16 de noviembre de 2019

LUNA MENGUANTE


Mariano Sanz Navarro

CUBERO LUNA, JOSÉ, Luna menguante, Murcialibro, Murcia, 2019

Después de “Memorias de un niño murciano”, “Prosas de atardecer” y “Vistabella mon amour”, amén de otros títulos de publicaciones más antiguas, vuelve José Cubero, escritor murciano-extremeño afincado en Barcelona, a deleitarnos con un estupendo libro de relatos, “Luna menguante”, presentado en la reciente Feria del libro de Murcia de 2019 y editado por Murcialibro. A la obra nos conduce una impactante portada de Diana Escribano Henarejos que anticipa algo de lo que hemos de encontrar en su interior.
Comentaba Rubén Castillo en su Blog (https://rubencastillo.blogspot.com/) a cerca de otro volumen de cuentos publicado en esta misma editorial (Vampiros y otros relatos) la diferencia entre los libros que contienen historias sin relación entre sí y aquellos otros en los que existe un hilo conductor que mantiene cierta coherencia entre ellos. Como en botica, hay de todo en literatura y no debe exigirse al capricho del autor más que el nivel de calidad necesario para no ofender al lector. Que los relatos de un libro tengan algo en común o no, es cosa suya. En el caso de Cubero, la calidad está garantizada y el entretenimiento también.
Los 25 relatos que componen Luna menguante sí tienen un hilo conductor (o varios): todos los protagonistas son hombres acosados por la soledad, el desánimo y cierta propensión a lo negativo del entorno en que se mueven. Sobrevuelan el café y el tabaco de forma obsesiva, como si su hábito constituyera problema de difícil solución en un ambiente que oscila entre el absurdo descontrolado y lo onírico.
A pesar de lo dicho, no componen estos relatos un mundo tétrico, siempre hay una dosis de humor, un escape hacia la broma o el absurdo que contrapesa lo dramático y deja un buen sabor de boca. Cubero propone que contemplemos lo insensato de la sociedad en que vivimos sin que perdamos la esperanza.
Una segunda lectura reposada hace que sea difícil encontrar un “favorito”. En todos los cuentos late un fondo de ironía ante las situaciones inverosímiles que pudieran ser perfectamente reales en el desquiciado mundo que nos ha tocado. Nada de lo que se relata en ellos, por improbable que parezca, puede resultar imposible, y el hombre solitario de cubero protagonista de los relatos, así parece anunciarlo.
Altamente recomendable para leer y releer despaciosamente.


jueves, 3 de octubre de 2019

MIRA SI YO TE QUERRÉ



Mariano Sanz Navarro

LEANTE, LUIS, Mira si yo te querré, Alfaguara, Barcelona, 2007- Premio Alfaguara, 2007
Lo normal es que un premio Alfaguara no defraude. El caso de esta novela no es una excepción, sino una potente reafirmación. Después de su lectura el sabor de la arena del desierto movida por el irifi, parece rechinar entre los dientes invitando a sumergirse en su lectura de nuevo.
Si los ambientes que en el libro se describen –los campamentos saharauis de la hammada de Tinduf, El Aiún saharaui, la Barcelona de la época-, son bien conocidos por quien esto escribe, el placer se convierte en algo íntimo y participativo.
Que Luis Leante escribe bien continúa la retahíla de obviedades, esta novela es buena muestra de ello. Resulta fácil imaginar al autor compartiendo "mili" con esos soldados de la Legión que tan bien describe, paseando por el barrio de Hata-Rambla, que en su día formaría parte de la rebelión saharaui que culminó con el abandono de España; sumergiéndose en el inclemente desierto y formando parte del éxodo saharaui hacia Tifariti y más tarde hacia Tinduf.
La novela nos sitúa en los últimos tiempos de las tropas españolas –finales de 1975- en la que fuera provincia española nº 51 hasta su vergonzoso abandono por el gobierno español. La “Operación Golondrina” consistió en la repatriación del ejército y los civiles –difuntos incluidos-,  mientras España se debatía en los últimos estertores del franquismo, enfrentado a la transición que se avecinaba en un horizonte de negros nubarrones. Hassan II, aconsejado por el socio americano, no desaprovecharía la ocasión lanzando “La marcha verde” hacia el sur, mientras el ejercito mauritano avanzaba hacia el norte buscando su parte del botín.
Una doctora barcelonesa, un bribonzuelo conquistador de incautas adolescentes devenido en legionario, unas mujeres saharauis secuestradas por militares corruptos, los exiliados en la hamada argelina, y otros variopintos personajes, son los mimbres con los que Leante compone un ágil relato de prosa impecable.
A través de Montse, la protagonista, nos descubre la miseria ignorante de Rabuni, la ciudad-villorrio en cuyos arrabales se hacinan los pobres entre los pobres. El joven conquistador, más tarde legionario, participa en el éxodo saharaui hacia Tifariti y luego hasta la áspera hammada de Tinduf, en tierra argelina. Allí subsisten -no se sabe cuántos-, aquellos huidos y sus descendientes, en tiendas de lona y precarias construcciones de adobe que las lluvias se esfuerzan por destruir periódicamente. El estado español y sus distintos gobiernos, ricos en promesas desde que el entonces príncipe asegurara a los saharauis que no los abandonaría, se plantean periódicamente las consecuencias de aquella huida y la situación de los miles de almas abandonados en las soledades yermas. España nunca cedió a Marruecos la soberanía sobre el territorio (si es que la tenía) pero ante la dolorosa y difícil cuestión, todos los gobiernos se han apresurado a olvidar el asunto con similar presteza.
“Podríamos excavar cimientos, construir edificios, trazar calles, hacer alcantarillados. Pero eso significaría que nos hemos dado por vencidos” (175), dirá uno de aquellos exiliados forzosos. Y así seguimos, cuarenta y tantos años después.

Un único pesar queda después de la lectura: no haber descubierto la novela antes.

sábado, 17 de agosto de 2019

MIGUEL ÁNGEL HERNANDEZ : TRES EN UNO



Mariano Sanz Navarro

Conocí a Miguel Ángel Hernández en la entrega de premios del I Concurso Club Renacimiento, en el que yo había quedado finalista. Me impresionaron su rotunda humanidad y su mirada inquisitiva, quizás algo impostada. También sus dotes de ágil conversador. En el corrillo que se armó después alrededor de la barra en la empresa que patrocinaba el evento, comprobé la facilidad con que engullía las cervezas. Marisa López Soria, que con él y Manuel Moyano formaban el jurado, me dijo en un aparte “¿No lo conoces?, es muy bueno”. ¿Como Moyano? En otro estilo. Y las opiniones literarias de Marisa no deben echarse en saco roto. Tengo que hacerme con alguno de sus libros, me dije mientras acarreaba hasta el coche la caja de quintos que nos habían regalado como premio de consolación.
Y dicho y hecho: El instante de peligro, Aquí y ahora, diario de escritura y El dolor de los demás. En ese orden los leí. En ese orden me impresionaron, en ese “crescendo”. Desde el principio la sorpresa y el placer de la buena literatura. Después, la facilidad con que desnuda a los personajes delante del lector, con una ausencia de pudor total. Penetrar en los sentimientos es algo que, quizás por no estar dotado para ello, valoro de forma especial. Y Miguel Ángel lo logra de forma plena.
El instante de peligro, finalista del Herralde, nos permite asistir a una  trama bien construida, con un ritmo sereno y continuado que mantiene la atención y el interés por el desarrollo de la historia. El devenir de unos personajes cuyo objetivo es “viajar por el mundo tratando de encontrar fotografías y objetos en los que reconocerse” (25), porque “el arte surge cuando de entre todas las posibilidades se elige no la más correcta o la más lógica sino la única posible” (191). Ni que decir tiene que la formación en arte del autor aparece por todos sitios, como El Yeguas.
En Diario de escritura el ritmo es más trepidante, la acción tan vertiginosa que produce asombro, a veces incredulidad. Y el uso de la segunda persona –difícil y poco frecuente- le da el tono justo de proximidad-lejanía, si el oxímoron es permisible. Una catarsis reparadora, quizás relajante, al tiempo que se construye otra obra.
Casi de forma natural, ambos desembocan en El dolor de los demás, también en primera/segunda persona, a mi juicio obra más cuajada, donde el autor acaba de profundizar en la autopsia visceral que deja a la vista los entresijos de su espíritu. Una historia truculenta, (Hace veinte años, una Nochebuena, mi mejor amigo mató a su hermana y se tiró por un barranco), como las tantas que se pueden encontrar en los archivos policiales de nuestra tierra, pero que necesitan “la mano de nieve que sabe arrancarlas” para ponerlas a nuestro alcance. Ese es el mérito del autor. Todos tenemos historias que contar, pero no todos sabemos contarlas.
La novela tiene un final abierto, tanto como las desconocidas motivaciones de los hechos que relata, en que “los monstruos no existen. Al menos no separados de las personas que los transportan” (294) y “nada se borra del todo, ni el bien ni el mal, el pasado permanece y nos acompaña eternamente, como una sombra que no siempre podemos descifrar” (295).
Las razones ultimas del hecho bárbaro que la novela relata, pasados ya veinte años, permanecerán para siempre en el limbo de las cosas inexplicables, pero su narración en dos tiempos reflejo de dos formas de vida bien diferentes, constituyen motivo para la reflexión autobiográfica. Quizás como bálsamo imprescindible para exorcizar fantasmas encerrados durante tanto tiempo en el baúl de los recuerdos indeseados. “En la era de la transparencia, cuando todo debe ser dicho y conocido, tal vez sea necesario que ciertas imágenes permanezcan para siempre al otro lado del espejo, más allá de la visión, en el envés de la mirada” (281), porque “el pasado es denso, respira, se mueve hacia nosotros” (66).

En los tres libros, obviamente en el diario, además de una visión realista –a veces cruel- de nuestra huerta, hay una marcada tendencia a la auto reflexión que hace al lector empatizar fácilmente con el autor, al que se asemeja en muchos aspectos y quizás envidia no asemejarse en algunos otros: un personaje amable, cercano y con defectos de forma y fondo, que muestra sin recato y lo hacen próximo y entrañable.
Imprescindibles lecturas las tres. Y desde luego, la promesa de pasar por El Yeguas cuanto antes.


lunes, 10 de junio de 2019

LA ÚLTIMA LLAVE


Mariano Sanz Navarro 


MIRA, MANUEL ENRIQUE, La última llave, Ateneo de Sevilla, 2019

D. Emilio Castelar –personaje de gran relevancia político-literaria del S.XIX, tan vinculado a nuestra tierra que la escogió como residencia para sus últimos momentos-, sostenía en sus Recuerdos de Italia, que el objetivo de los libros debe ser delectare et docere, tomando tal afirmación de Horacio, que ya la postulaba en su Epístola a los Pisones. Desde bien joven me impresionó el aserto, y eso he perseguido en mis lecturas desde entonces, deleitarme y aprender con ellas. Quizás por eso mi interés se ha centrado- sin desdeñar otros- en los libros de viajes y en la novela histórica, géneros que casi siempre vienen aparejados, como es el caso de Marcel Druón y su saga de Los Reyes malditos, C.S. Forester con su personaje Hornblower, y tantos otros.
A esa categoría de libros que tantas satisfacciones me han proporcionado a lo largo de mi ya dilatada vida de lector, acabo de añadir una estupenda novela: La última llave, de Manuel Enrique Mira, finalista del 50º premio de novela del Ateneo de Sevilla. Podría figurar, la que nos narra, entre las historias de médicos errantes, como el Sinuhé de Mika Waltari, El médico de Noah Gordon o el Hakim de  John Knittels. El médico de La última llave es un judío, también errabundo a su  pesar como consecuencia de la diáspora a que se vio sometido su pueblo por el edicto dado en la Cortes de Toledo en el año 1480 por los Reyes Católicos, y el largo periodo de vergonzosa Inquisición que padeció España desde entonces hasta su abolición en las Cortes de Cádiz de 1812.
La trama comienza cuando un monje es requerido en una noche de furiosa tormenta para que acuda al lecho de un moribundo que suplica ser escuchado en confesión. El agonizante resulta ser un viejo conocido compañero de armas de cuando, hace muchos años, ambos se habían batido en duelo. Como es lógico, no eran entonces frailes, y el enfermo,  a lo largo de la noche que lo aproxima a su destino final, va desgranando la historia de sus andanzas incluido algún pecado de difícil absolución.
El confesor, Fr. Raimundo de Caravaca, había acudido a Jerusalén abrumado por el peso de unas armas a cuyo poder maléfico renuncia, ofertándolas en señal de paz sobre la Piedra de la Deposición, para tomar a renglón seguido el hábito del mínimo y dulce Francisco de Asís (51)
A partir de ahí la historia va fluyendo, introduciéndonos en una época oscurantista (1470) en la que la Inquisición velaba por las buenas costumbres y la pureza religiosa, aceptándose sin más, denuncias anónimas que, en muchas ocasiones ocultaban intereses espurios que nada tenían que ver con las prácticas devotas: Daba igual la causa de la denuncia: en todas ellas había una raíz de odio y casi todas se admitían a trámite (188)
La obra describe una primera época de tolerancia hacia los judíos por ser realengo personal de los Reyes católicos, especialmente de D. Fernando, por cuyas venas corría sangre judía (69) con una descripción documentada y prolija de los rituales y costumbres de los judíos pobladores de la aljama (77). Un recorrido minucioso y bien ilustrado por las costumbres de los judíos de la ciudad de Murcia en aquella época.
El autor, con gran habilidad, mezcla personajes rigurosamente históricos (Abu Abd Allah Muhammad az-Zaghall, los mismos Reyes Católicos durante su estancia en Murcia, y algunos más) con otros de ficción que sirven para darle estructura y fluidez a la historia.
Unos pliegos que el fraile moribundo traslada a su confesor, permiten introducir en el relato a los personajes judíos que conformarán buena parte de la narración.
No falta, entre tanto judío perseguido por la fatalidad que abruma a su pueblo desde hace siglos, y los amores castos y profundos que se establecen entre ellos y otros personajes cristianos, el malvado, que también los había, en forma de Cipriano del Río, hombre que había escalado en la vida social con las artes y mañas de un pérfido pillo (134), ni el villano muy villano, Baltasar Rey, enemigo mortal de los judíos (178) que a la postre, como era de desear, reciben su merecido castigo.
Al final del libro, el círculo se cierra…pero hasta ahí debo contar. Más vale que el lector lo averigüe por sí mismo. Síganle la pista a La última llave, puede que al final la encuentren.




domingo, 2 de junio de 2019

LA PERFECCIÓN DEL SILENCIO


Mariano Sanz Navarro

GRAS, ANTONIO JESÚS, La perfección del silencio, Libros.com, 2018

Una ficción de fiesta de cumpleaños desmedida (16) en Tánger, el robo de joyas a una actriz famosa, un cadáver con el rostro desfigurado aparecido en plena calle, la presencia de un rey absentista plasmada en cuadros y fotografías omnipresentes, un complot mexicano para derrocar a Fidel Castro urdido desde Tánger, la ciudad que es como una vieja ramera desdentada que tiene que seguir sobreviviendo al peso de su kilométrica historia (113) son algunos de los ingredientes que adoban la novela.
Se trata de un relato bien construido que se sigue con interés, en el que navegan personajes que se mueven con agilidad sin escrúpulos en un mundo corrupto descrito con cruda sencillez. Un mundo donde el servicio es barato, el hachís es barato, los niños son baratos (243).
Un policía de Murcia (359), unos misterios viajes Tánger-Madrid y la trama policíaca a la vieja usanza, (habrá quien encuentre cierto aire común entre el policía Maturana y el personaje Carvalho de Vázquez Montalbán), nos pasea por los bajos fondos de un Tánger variopinto y lleno de contrastes donde el poder y el dinero conviven –y se sustentan- en estrecha armonía con la pobreza, la delincuencia y las drogas. Un retrato lamentablemente lúcido de una sociedad corrupta, centrada en la ciudad del norte de África, pero extrapolable a muchas otras. La calle siempre ha sido, y seguirá siendo por mucho tiempo, una escuela de picaros y artistas del ingenio y la mano larga (89)
La redacción, agradable y fluida, es tan serpenteante como la trama que describe a un ritmo sosegado y constante. El policía murciano, en excedencia forzosa después de sórdidos fracasos que justifican su traslado en una especie de exilio redentor, nos hace recorrer puntos de la ciudad de Tánger, la ciudad de los tres mil años y los dos vientos (363), que deja volar las novedades tan veloces como las nubes cruzan los días de viento la bahía (359) y que se duele del silencio y la invisibilidad que un monarca como Hassan II practica contra ella (355).
Un encanto añadido de las novelas policíacas (recordemos al Maigret de Simenón), es la parte costumbrista y descriptiva del ambiente en que transcurren. Uno recorre lentamente La perfección del silencio entretenido por la amena descripción que los personajes hacen de la ciudad, sabiendo que algo ha de pasar, porque ya nos advirtieron al principio de la aparición de un cuerpo sin vida junto a las escaleras que hay en la Rue des Voleurs (12)
Late entre bambalinas y claroscuros la sombra del imaginario Forbes que “vive no solo de su dinero, sino del dinero ajeno” (158), y de Cuevas, que asevera: los amigos están para traicionarlos (133), En una sociedad corrupta todos saben que el canal va perdiendo agua a su paso por la construcción (102).
La pléyade de invitados reunidos para el evento, precedidos por sus maletas LV, constituye una intriga supranacional en la que se mezclan Fidel Castro, la cocaína, generales corruptos del ejército mexicano y policías de la ciudad de Murcia (184): Han venido a poner en marcha una operación que, además de ayudar a recaudar fondos para combatir la revolución cubana, ayude a su propia economía (245)
Una colección de personajes de glamour internacional conducidos a otro mundo corrupto y un poco cutre. Los ricos, instalados en lujosos hoteles exclusivos para turistas contemplan el mundo “exótico” de la masa desfavorecida que se malgana la vida como puede a pocos pasos de ellos.
Se trata de una novela densa que nos hace conocer de forma descarnada y realista el contraste entre los que tienen más de lo que pueden gastar y los que no tienen ni para sobrevivir. Muchos de ellos se arrojarán, en frágiles barquichuelos manejados por mafias insensibles, a viajes llenos de peligro en busca de un porvenir entrevisto en mensajes, la mayor parte de las veces engañosos, que acaban conduciéndolos a la muerte.
En fin una novela con una trama bien construida que se lee con agrado, interés y la necesaria expectativa de hacia dónde nos conducirá el misterio planteado al inicio.

viernes, 10 de mayo de 2019

LA RESISTENCIA CÍVICA



 Dice Antonio Campillo Meseguer que sin resistencia cívica no hay democracia posible, y ese es el pensamiento que ha guiado a los numerosos componentes del Foro Ciudadano región de Murcia que durante más de 18 años han trabajado en nuestra región intensamente, ante “la deriva política cada vez más conservadora que el Partido popular había logrado imponer con sus mayorías absolutas” (19), con el objeto de crear “un espacio social libre y democrático, abierto y plural, en el que sea posible debatir, reflexionar y aportar soluciones a los muchos problemas de nuestra región” (19), tal como anunciaba su Manifiesto Fundacional.

El libro aglutina 135 de los más de 500 artículos de opinión publicados en diversos medios y hace referencia a las varias monografías y libros recogidos en su página www.forociudadano.org, coordinados y dirigidos durante sus seis primeros años de vida por Antonio Campillo y desde entonces hasta el presente por Patricio Hernández.
Durante esos 18 años el Foro ha tenido un papel socio-político de clara relevancia en la región y “han sido muchas y diversas las plataformas cívicas que ha promovido o en las que ha participado activamente, junto con otras organizaciones sociales, sindicales y políticas. (20) también la publicación de cuatro informes colectivos editados en 2003, 2006, 2010 y 2014, y la candidatura de Asamblea para el Senado presentada a las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011 -tras la aparición del movimiento 15M-, que consiguió 10.600 votos.
Pero los tiempos cambian, y con ellos los actores sociales y políticos. Un grupo como el constituido por el Foro, no podía ser ajeno a esos cambios. Las circunstancias nuevas y la aparición de fuerzas que componen un nuevo espectro político, han impuesto la conclusión de que su “ciclo histórico y generacional ha concluido para ceder el testigo a las generaciones más jóvenes” (23), lo cual no empece para que los componentes del Foro manifiesten su firme voluntad de “seguir participando en esas nuevas iniciativas y colaborando con ellas en la medida de sus posibilidades” (23). Así pues, el Foro parece entrar en una nueva etapa de metamorfosis -simple o complicada, el tiempo lo dirá-, a tenor de lo que los tiempos exigen y las circunstancias mandan. Suele citar Patricio el dicho marxista: “Hay que oír crecer la hierba”, para tomar las decisiones oportunas ante la aparición de nuevos movimientos, feministas, ecologistas, altermundistas y otros, entre los que es de desear que se establezcan alianzas estratégicas que planteen alternativas al “colapso cada vez más inevitable de la actual civilización capitalista” (23) al que nos vemos abocados. En cualquier caso, su mensaje final es que “no habrá cambios significativos sin una mayor movilización y articulación de la sociedad civil que ha de impulsarlos”. (27)

El volumen La resistencia cívica constituye una memoria indeleble, imprescindible para todo el que quiera conocer la realidad política y social de la región murciana, desde un punto de vista multidisciplinar y objetivo, durante estos últimos 18 años.

Acompaño el enlace del artículo aparecido en el periódico “La Opinión” sobre el mismo asunto.



miércoles, 20 de marzo de 2019

LOS REINOS DE OTRORA


Mariano Sanz Navarro



A los pocos día de leer “Mamíferos que escriben”, mi primer y agradable encuentro con Manuel Moyano, tuve la oportunidad de acudir a la ágil presentación que Paco López Mengual le hizo en Molina a la obra más reciente del autor, “Los reinos de otrora” ilustrada de forma preciosista por Jesús Montoia.
Confieso mi ignorancia, hasta ese momento, acerca de la obra de este autor, que por próximo resulta más sangrante: ha escrito numerosas novelas: El amigo de Kafka, La coartada del diablo, El imperio de Yogorov, La hipótesis de Saint-Germain, La agenda negra, El abismo verde,  algunas de narrativa breve: El oro celeste, El experimento Wolberg, Teatro de cenizas, y otras varias con muchas de las cuales ha obtenido numerosos premios y galardones.
Si en “Mamíferos” queda el lector sorprendido por una prosa rica y llena de agilidad en la que el autor se aproxima a ciertos escritores-fetiche a través de la huella que dejaron en casas, ciudades, cementerios o tabernas (10), en “Los reinos” el efecto se amplía de forma notable. Se trata de siete relatos hilvanados entre sí, con un exordio o antecedente y una coda final en los que el autor hace que el protagonista nos ilustre sobre los relatos que ha ido reuniendo a través de azarosas aventuras. Ya en el reposo de la senectud, los reúne para nuestro deleite y aprendizaje. Todo sucede en un mundo tan fantástico que podría ser real, y las pocas referencias temporales (La peste negra del S. XIV) que proporciona el autor, permiten al lector situar el relato en la época pretérita que sea más de su agrado. Resulta inevitable hallarle cierto paralelismo con “El Principito” de St. Exupery. También aquí el escribano recorre países imaginarios, esta vez en compañía de su tío Nicodemo -quien sabe si el nombre pretende retrotraernos a la figura del sabio judío- en los que va experimentando azarosos avatares llenos de peligros de los que saca provechosas enseñanzas. Otra reminiscencia inevitable se encuentra en el relato “El caballero Alamor”, que nos aboca inevitablemente al otro caballero manchego, también desastrado y fuera de la realidad, también con un “escudero” de fidelidad perruna, y también cercano a un personaje que relatará sus hechos -aquí ya retratado sin ambages como Cide Hamete- que “tanto movería a risa al melancólico como placería al grave” (87), el mismo que en otro lugar había escrito: el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade…
La edición es original y muy cuidada, las ilustraciones de Montoia perfectamente adecuadas a la época, realzan la belleza del libro a pesar de la necesaria limitación de formato, lo que resultaba evidente al contemplar los originales durante la presentación.
Si algún reparo habría que ponerle a la obra es su brevedad, que deja al lector con ganas de seguir leyendo. Puede que encuentre consuelo en la promesa que contiene la coda: Tal vez pluguiera al lector saber algo sobre la aventura que corrimos en Gabdí […] o sobre nuestra estancia junto a los anacoretas de Ilya…( 119). El tiempo lo dirá. Esperemos nuevas aventuras del sobrino de Nicodemo.

MOYANO, MANUEL, Los reinos de otrora, Ed. Pez de Plata, S.L., Oviedo, 2018


miércoles, 2 de enero de 2019

OJO CLINICO: SABIDURÍA PRÁCTICA (PHRONESIS)



Mariano Sanz Navarro

No suelen aparecer en este blog referencias que invadan campos tan especializados como el de la medicina. Sirva de justificación el hecho de que el estudio de mi amigo Bartolo sobre el Ojo Clínico se acerca más a lo literario y filosófico que a lo puramente médico. Esa circunstancia es la que ha hecho que me atreva a reseñar su magnífico trabajo.

Sócrates inducía a los jóvenes atenienses a desvincular la verdad de cualquier pensamiento previamente establecido, arrastrándoles al insondable abismo de la duda. Siglos después, Descartes emplea la duda metódica como vía para llegar a la verdad indestructible poniendo en duda la primacía de los sentidos. Puede que lo que pensemos no se corresponda con la realidad, cabe la posibilidad de que nuestros sentidos nos estén engañando cuando contemplamos el mundo que nos rodea. De ahí surge la primera certeza absoluta: “yo pienso”, y ese hecho saca a la luz la evidencia de que existimos como seres pensantes: Cogito ergo sum.

En la práctica de la medicina general, como nos dice el Dr. Toledo en la presentación del ponente: “El ojo clínico es humano y tendríamos que remontarnos a 2500-3000 años atrás. Situarnos en la orilla norte del Mare Nostrum, desde la Magna Grecia y Sicilia a la isla de Cos, en la costa jónica de Asia Menor. Cuando la medicina se transformó de empírica y mágica en saber técnico, y Alcmeón de Crotona definió el concepto fisiológico de salud y enfermedad”. (15)
El Dr. García no ha encontrado en su investigación una definición precisa del concepto “ojo clínico”, asimilándolo a los sinónimos más próximos “habilidad para comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón […] limitando el concepto al de diagnóstico clínico en las especialidades de médico de familia e internistas, considerando extremos en esta apreciación a Oncólogos y Psiquiatras”. (31)
A lo largo de su documentado estudio que abarca más de 150 referencia bibliográficas, el Dr. García Pérez nos hace reflexionar sobre la razón no razonable, es decir sobre el inconsciente racional, al que otros llaman “pericia clínica”, caracterizada por “la captación intuitiva y profunda de las situaciones, sin la utilización de reglas, normas ni guías”. (33)
Siguiendo la teoría del Dr. Kahneman, diferencia dos sistemas de pensamiento: el 1, “intuitivo, automático, rápido, asociativo y sin esfuerzo”, del sistema 2 “analítico, reflexivo, lento y con esfuerzo, para hacer un diagnóstico” (53). Ambos sistemas funcionan a velocidad diferente.
El ojo clínico es el paradigma del razonamiento tipo 1 o intuitivo, no reflexivo, que resulta fundamental en la toma de decisiones médicas. Otro asunto es como se adquiere esa cualidad y quienes se encuentran capacitados para ejercerla, ya que en el caso de los clínicos expertos, la habilidad para reconocer un posible diagnóstico acertado es un razonamiento intuitivo, no analítico, fruto además de los conocimientos imprescindibles, de la larga práctica médica.
Más adelante el autor se adentra en un documentado estudio sobre la contribución de la intuición (heurística) en la precisión diagnóstica.
En el caso del ojo clínico, el antiguo dicho cartesiano debe sufrir una inversión. Las emociones son reacciones físicas que se experimentan como sentimientos que surgen antes del razonamiento consciente, y lo influencian. El dicho cartesiano debe mutar en este caso a “Existo, luego pienso” (73), ya que la predicción y la simulación constituyen la manera normal de funcionamiento del cerebro.
Como resumen, añade que “el ojo clínico de los buenos médicos no es otra cosa que saber clínico: Hacer inconscientemente lo que aprendimos conscientemente”.

Otra especializada joya por la que felicitar a la Real Academia de Medicina y Cirugía de la Región de Murcia, y a su flamante nuevo Académico Correspondiente Dr. D. Bartolomé García Pérez.