lunes, 13 de junio de 2016

EL MAL DE OJO

 A la memoria del Dr. D. Pedro Lillo Carpio, de la UMU, bajo cuyo magisterio realicé este trabajo.

  




   
                                                                Mariano Sanz Navarro

        INTRODUCCION


El diccionario de Autoridades de la Real Academia española editado en el año 1726[1], recoge las voces:

AOJAR.- Hacer mal de ojo, dañar a otro con la vifta, por haber en ella infección, que fe comunica por los rayos visuales, o por mirar con ahínco por caufa de envidia o admiración, y a veces de cariño. Es voz compuefta de la partícula a y del nombre Ojo. Lat. Facisnare. NIEREMB. Obr. Y días, cap. 7: No fon pocos en aquellos a que aojan fu fortuna, y los aduladores de ella. CALDER. Com. Para vencer al amor querer vencerle, Jorn. I

                                      Que no quiero aojarlos, bafta
                                      Que los tenga recibidos.

AOJADO, DA.- El que padece el accidente, o maleficio de mal de ojo. Lat. Fafoinatus, a, um. Quev. Tacañ. Cap. 15. Puefto en él los ojos le miré con tanto ahínco, que fe fecó el pastel como un aojado. GRAC. Mor. Fol 73. Como aquella que por algún mal de ojo esta aojada.

Y el “Tesoro de la lengua castellana o española” de Sebastián de Cobarrubias, impresa en el año 1611[2], con las adiciones de Benito Remigio Noydens publicadas en la de 1674:

AOJAR.- Dañar con mal de ojo, latine fascino, as, y el ahojo fascinatio. Qüestion es entre los phisicos si hay mal de ojo, pero comúnmente está recebido haver personas que hazen mal con solo poner los ojos en otra; especialmente si es con ira o con envidia; y desta mala calidad de empecer con la vista fueron infamadas algunas naciones. En África huvo una gente que destruía las cosas con solo mirarlas, secando los árboles y matando los animales. Entre los triballos y Ilíricos, que llamamos esclavones, huvo gentes que tenían mala propiedad; y oy día se sospecha que en España ay en algunos lugares linajes de gentes que están infamados de hacer mal poniendo los ojos en alguna cosa y alabándola, y los niños corren más peligro que los hombres por ser ternecitos y tener la sangre tan delgada, y por este miedo les ponen algunos amuletos o defensivos y algunos dixes, ora sea creyendo tienen alguna virtud para evitar este daño ora para divertir al que mira, porque no clave los ojos de hito en hito al que mira. Ordinariamente les ponen mano de tasugo, ramillos de coral, cuentas de ambar, pieças de cristal y azabache, castaña marina, nuez de plata con açogue, rayz de peonia y otras cosas. La higa de azabache retira algo a la superstición de los gentiles, a la cual llamavan fascinium, hoc est ungiuis medius, viriles membrum significans, y en este sentido le toma Horacio lib. Epodom Ode octava:

                          Illiterati num minus nervi vigent,
                          Minusve languet fascinium

Y dixose assí propterea quod puerorum collis appensum fascinium arcere olim creditum est. Varro inquit: pueril turpiculares quaedam in collo suspenditur, ne quid obsit; qui potest capere, capiat. Oy dia se usa dar una higa a la persona que están alabando o parece por estremo bien. Los antiguos la daban a la persona de la cual temían ser ahojados; Plinio, lib. 28, cap. 4: Simili modo et fascinaciones repercutimos dextraeque claudicatis occursu. En  el mesmo libro, cap. 2 dize curarse el ojo con ciertas palabras enderezadas a la diosa Nemesis y en el capitulo 8, cerca del fin, que trayendo consigo el pellejo de la frente de la hiena se assegura del ojo , y en el lib. 26, cap. 10, que la rayz de la yerva satyrion tiene la mesma vertud. Desta materia podrás leer a Plutarco, lib. Symposi, cap. 7. Todo esto es superstición y burla; y solo se ha traydo para curiosidad y no para que se le dé crédito; verdad es que no de todo se reprueva la opinión de que ay mal de ojo, y que la muger que esta con su regla suele empañar el espejo mirándose a él, y esta podría hazer daño al niño, y algunas otras personas compuestas de malos humores. Yo me remito a la escuela de los médicos y no a la común opinión del vulgo.

El Diccionario de la Real Academia española[3] dice de aojar:

AOJAR.- (De ojo) Hacer mal de ojo.- 2. fig. Desgraciar o malograr una cosa.- 3. ant. Mirar, dirigir la vista.

Y el diccionario de uso del español de María Moliner[4] define:

AOJAR.- (de ojo) 1. Mirar.- 2. Hacer “mal de ojo”. Causar daño un hechicero a alguien mirándole = atravesar.- 3. Desgraciar, malograr una cosa.
MAL DE OJO.- (“Hacer”). Influjo maléfico que se atribuye supersticiosamente a la mirada de algunas personas, particularmente sobre los niños.- Aojadura, aojamiento, aojo.

En términos populares, se entiende por mal de ojo un embrujo o encantamiento que produce en el sujeto “aojado” ciertas características negativas debidas a la mala voluntad, enemistad y a veces inadvertencia de quien se lo ha provocado. Está relacionado, como hemos visto, con “la fascinación” y en algunos casos no es preceptiva la mirada, sino que puede hacerse mediante el tacto o el aliento.

Según la creencia popular, existen ciertas personas capaces de provocar este fenómeno con su sola mirada que, sin voluntad manifiesta de hacer mal, o bien intencionadamente, pueden echar mal de ojo a otras personas, animales o plantas, especialmente las de interior, en su totalidad o parcialmente.
En algunos casos, estas personas tienen tal poder que no pueden verse a sí mismas en espejos, estanques o superficies que les reflejen por no dañarse. Parecen estar especialmente dotadas de esta mirada personas con otras deformaciones o accidente físicos (jorobados, bizcos, deformes o especialmente feas) y también mujeres en momentos especiales (embarazo, menstruación, menopausia)
El mal puede causarse directamente o a través de una imagen o fotografía cuando es intencionado, pero eso roza los encantamientos mágicos y no es objeto del presente estudio.
Según parece, son las mujeres las más proclives a causarlo, pues se supone que tienen “mayor fuerza en la vista” y en la mayor parte de las ocasiones es atribuido a la envidia.
Constituye una “enfermedad cultural” muy extendida y con un arraigo popular importante que se manifiesta en numerosas ocasiones cuando se contempla un niño o un objeto perteneciente a otra persona y tras las alabanzas pertinentes se añaden formulas como “Que san Antonio bendito lo guarde” que previenen el aojamiento, siquiera involuntario, y tranquilizan notablemente al sujeto de ellas.
La detección de la enfermedad se hace, generalmente, mojando el dedo corazón de la mano izquierda en aceite y dejando caer una gota en un recipiente con agua. Si la gota permanece unida no hay mal, pero si se deshace hay mal de ojo y procede realizar el conjuro pertinente.
Según parece, los niños son victimas especialmente propensas del mal de ojo, que suele manifestarse con ojeras, fiebres, hipotonía muscular, somnolencia, bostezos o lagrimeo, vómitos, diarreas y malestar general, lo que en opinión generalizada de los pediatras correspondería con el cuadro de la cetosis aguda o acetona, causada por aumento de cuerpos cetónicos en sangre que suele producir parálisis intestinal, con distensión de las asas y abultamiento del abdomen.
Desde el punto de vista de la medicina ortodoxa, el mal de ojo se considera como la manifestación de ciertos estados de apatía o depresión, especialmente en muchachas adolescentes de ámbito rural, algunas veces en niños se dan trastornos funcionales de diversa procedencia a los que la cultura popular atribuye la acción de elementos maléficos.
Algunos conjuros son específicos para ellos. En ocasiones, cuando se sospecha de la persona que ha causado el mal, se la requiere para que se llegue a tocar al sujeto, descargándole así de la influencia negativa traspasada. Si la persona no accede se le supone intencionalidad en el mal.
El mito y la realidad en asunto de creencias resulta una frontera difícil de establecer y los asuntos de fe son tan subjetivos que no puede existir norma común que los catalogue. Los mismos fenómenos por unos son considerados como realidades incontrovertibles capaces de causar los mayores males y por otras fantasías inocentes que no hacen sino atribuir a fenómenos esotéricos realidades cuya explicación existe aunque no poseamos medios para conocerlas científicamente.
Puede definirse el mal de ojo como una maldición sin palabras, lo que lo diferencia conceptualmente del hechizo en el que son imprescindibles las frases rituales para provocarlo.
Se consideran tres clases diferentes:

·         El ojo bobo.- El que lo tiene no se percata de ello y permanece en un estado de atontamiento que no atribuye al aojamiento.
·         El ojo secador.- Se caracteriza porque la victima pierde peso de una forma continuada sin que pueda atribuirse el fenómeno a causa determinada.
·         El ojo de la hiel.- Se da especialmente en niños que vomitan una sustancia verdosa. Se dice que “se le ha revelado la hiel”. Es el más peligroso de los tres y puede ser mortal a menos que se reciba la asistencia adecuada. Para comprobar si el niño esta aojado se le miden las dos piernas; si hay diferencia entre ellas, el mal está hecho.

En algunas ocasiones, el mal de ojo se emplea como maleficio contra una persona a la que se le tiene especial inquina y cuyo mal se desea. El libro de San Cipriano, joya de la bibliografía esotérica y fantástica, propone un maleficio para causar el mal de ojo que no tiene desperdicio[5]:

Toma dos ojos de león macho y ponlos a orear a la luz de la luna, cuando esté en cuarto creciente. Cuando estén bien oreados, ponlos en infusión con algunos granos de pimienta en una botella de vino blanco rancio que dejaras al sereno cuando la luna se halle en cuarto creciente. Una vez verificada la infusión citada, filtrarás el vino en un trapo finísimo y puro y le agregarás una cucharada de miel. Después permanecerás encerrado en una habitación durante veinticuatro horas, al cabo de las cuales beberás un cortadillo del brebaje, elevando tu espíritu y pronunciando estas palabras: “Lucifer, Belzebuth, Astaroth, prestadme vuestro infernal poder contra… (Aquí pronunciareis el nombre de la persona a la que queráis causar maleficio) amen.
Luego marcharas en su busca, con la mirada baja y procurando no mirar de frente a las personas a las que no quieras causar daño y, al encontrarla, la mirarás de frente durante algunos minutos, exclamando mentalmente:
“Por vuestra virtud, Lucifer, Belzebuth, Astaroth, complacer mi deseo!... Amén.
Esta probado que, realizada esta experiencia en la forma apuntada, la persona contra la cual los hayáis dirigido, sufrirá inmediatamente los efectos de vuestro maleficio.

Es de suponer que en la época en que el libro se escribiera, conseguir dos ojos de león macho resultaría más asequible que en nuestros días. No parece probable que en la actualidad el conjuro tenga demasiada vigencia.
Por lo que se refiere a la fascinación, asimilable al mal de ojo, el inefable autor nos dice que:

La fascinación se produce en nosotros por la influencia de espíritus dañinos sobre nuestro cerebro, que en un momento paralizan nuestros músculos, nos hacen perder la cabeza y la vista y nos impulsan a caer al vacío.
También suele posesionarse de de algunos animales inmundos particularmente de las culebras, serpientes, etc. Dotándolos de cualidades fascinadoras tan sorprendentes que no es raro ver cuán fácilmente atraen sobre si con la mirada a muchos animales, y en particular a los pobres pajaritos, haciéndoles victimas de su voracidad[6].

Abunda en ello la coplilla popular recogida por el Dr. Alemán:

“Si yo fuera Basilisco
Con la vista te matara,
Y te sacara del mundo
Porque nadie te gozara”

Julio Caro Baroja recoge la creencia popular en muchas partes de Europa y América de la existencia de personas que pueden producir mal de ojo de forma involuntaria, refiriendo que autores de los siglos XVI y XVII manifestaban su convencimiento de que el aojar era debido a ciertas sustancias nocivas que tenían en los ojos o en otras partes del cuerpo personas de determinada contextura y que no se podía considerar siempre el tal mal como efecto de mala voluntad[7].
Cita la obra de un autor español del siglo XVI, Fr. Martín de Casteñaga que se refiere al aojo como cosa natural producida por las impurezas y suciedades que lanzan sobre los ojos determinadas personas, sobre todo viejas solteras, lisiados y cierta clase de enfermos.
En el norte, el mal de ojo, al que llaman ”beguizco” créese producido en niños por la primera persona, generalmente mujer y anciana, que pasa por la calle o que se interesa por la salud del sujeto. Este al poco viene a padecer malestares de variable intensidad según el aojo sea más o menos potente[8].
Desde la medicina más ortodoxa se ha contemplado el fenómeno del mal de ojo con el rigor que el tema exige y así, el Dr. López de Letona, en la sección Histórica de los Archivos de la Sociedad española de Oftalmología[9] define la afección como “Enfermedad que se atribuye vanamente a la vista de alguno que mira con ahínco o con atravesados” indicando que, posiblemente fuera traído a España durante la dominación árabe.
Según él, la extensión geográfica del mal es muy amplia, siendo un fenómeno de amplitud mundial y dándose en España con especial incidencia en los pueblos ribereños, en comunidades cerradas y algo marginales propicias a los ritos curativos más o menos mágicos.
El mal afecta sobre todo a niños pequeños, animales y plantas especialmente de interior, y las causantes serían en su mayor parte mujeres en situación de menstruación, lo que enlazaría con la tradición judeo-cristiana de la hembra impura.
De la misma manera que las mujeres son mayoritariamente las causantes del mal de ojo, también  son las mujeres generalmente las encargadas de “cortarlo” mediante los rituales adecuados y la recitación de oraciones sobre las que guardan celoso secreto transmitidas en fechas emblemáticas (generalmente viernes Santo) y de las que solo se sabe que mencionan a la Virgen María, la Santísima Trinidad y a Todos los Santos.
Es cosa común también que no se suelen percibir remuneraciones por estos servicios, ni siquiera “la voluntad” como en el caso de los curanderos que muchas veces ocultan un pago encubierto. Como mucho se aceptaría alguna pequeña ofrenda, mas como detalle de buena vecindad que como remuneración.
Se acepta que la enfermedad combina lo mágico con lo medico.
Otro notable galeno, el Dr. Alemán Picatoste, en su discurso de ingreso en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia del año 1987, analiza el mal de ojo, con la experiencia de su especialidad y cita el cuadro clínico del aojado relatado por Enrique de Villena en su Tratado de la fascinación, del siglo XV:

“Se conoce cualitativamente la catadura del enfermo cuando la tiene turbada y ama tener los ojos bajos, e tener cuidado sin saber de qué, e estar penoso e vagar y suspirar, e sentir queje en el corazón, e obscurecimiento e dolores de cuerpo, como no querer comer ni tener señales de especial e acostumbrada señalada dolencia, ni saber causa nombrada; préstanle poco las comunes dolencias, e aun fallanle a veces frío, e súbito se muda en color alternándose por veces trocadas en sudores que le vienen no razonables, e luego dejan, e apretan las manos , esconde los pulgares e bosteza a menudo, e tiene el oír más agudo que antes y extrisense del vientre; tales accidentes muestran daño de ojo haber estado causado”[10]

Por lo que se refiere a la intencionalidad, resulta ilustrativo el testimonio recogido por investigadores de la U. de Murcia[11]:

“”Y la costumbre que había entonces, que cuando uno pasaba a ver un animal, que los amos lo vieran, pasarle la mano por encima ”Dios te bendiga”. Eso sí, eso sí, Dios te bendiga”… Si el visitante no hacia ese gesto ni decía esas palabras, los dueños creían que estaba aojando al animal o animales.””




Remotas tradiciones egipcias cuentan que no se debía mirar al faraón directamente ya que el poder divino emanado de su persona era capaz de desmembrar el alma de quien se atreviera a fijar la mirada en sus ojos. El mejor talismán para conjurar el mal de ojo era un amuleto representando el ojo de Horus.
En Grecia se utilizaban esencias de aloe y mirra para evitar el mal de ojo y en la antigua Roma se perfumaban las estancias con hojas de eucalipto, a las que se otorgaba cierto poder curativo y mágico que, colocadas cerca de la entrada, cerraban el paso a los encantamientos. El mal de ojo podía contraerse por mirar a un reo que estuviera sangrando, ya que su rabia podía transmitirse a quien lo mirara directamente a los ojos.
También entre los pueblos precolombinos existía la creencia de que se podía echar mal de ojo a voluntad mirando a un enemigo al tiempo que se masticaba un puñado de maíz que antes hubiera estado en la boca de un muerto.
A la mirada se concede una gran importancia ya desde los primeros documentos que han llegado hasta nuestras manos. Así, en Hesíodo encontramos numerosas referencias a las distintas formas de mirar: De Atenea nos dirá que tenía los ojos glaucos[12], de Afrodita que los tenia vivos[13], y de Equidna, a la que Medusa alumbrara en una cóncava gruta que era “mitad ninfa de ojos vivos y hermosas mejillas, mitad en cambio monstruosa y terrible serpiente…[14].
A Zeus la atribuye “amplia mirada[15] y de Tifón, concebido por Gea de Tártaro que “De los ojos, existentes en las prodigiosas cabezas, bajo las cejas, el fuego lanzaba destellos y de todas las sus cabezas brotaba ardiente fuego cuando miraba[16].
También de las Keres (Cloto, Láquesis y Atropo) “de terrible mirada[17], que “se miraban entre sí de forma horrible, con ojos de furia[18], y de Clitemnestra, hija de Tindáreo que tenia “sombría mirada[19].
La mirada resulta definitiva en los hombres: “…ninguno de los héroes en la lacrimosa guerra matadora de hombres se atrevió a mirar de frente y atacar al violento Meleagro cuando se aprestaba a luchar cara a cara[20].
Esceno, defiende a su hija de los que se arremolinan a la vista de su pecho al que el soplo de Céfiro ha desnudado del manto refiriéndose a ”mi hija de rutilante mirada[21]. En otro fragmento referido al rey Hipomedonte habla de “sus tatuados ojos[22] y citando a Esquilo dice de las hijas de Forco que “todas tenían un solo ojo y un solo diente[23].
Vemos que los ojos en unos casos, o la mirada en otros son elemento definitorio del carácter o de las actitudes del personaje, ya mostrando apacible bondad, ya manifestando fiereza, ira u odio. Por las características de la mirada se colige, tanto la categoría humana como el estado de ánimo.
Dentro de la mitología griega, el personaje cuya mirada es mortal por antonomasia es Medusa, una de las tres Górgonas. Veamos su genealogía e historia:
Hijos de la tierra y el Ponto, Forcis y su hermana Ceto se unen para alumbrar a las Forcides[24], dos grupos de tres hermanas: las Greas y las Górgonas. Las primeras nacieron ya viejas, o por lo menos con el pelo blanco y no tienen descendencia. Sus nombres son  Pemfredo, Enío y Dino y eran tan decrepitas que tenían un solo ojo y un solo diente para las tres. Ambos se los intercambiaban por turno, lo que dará lugar a que Perseo las sorprenda en el momento del cambio y se los robe haciéndoles chantaje para que lo ayuden a vencer a Medusa.

Sus hermanas, las Górgonas son Esteno, Euriale y Medusa, de las cuales solo la ultima es mortal, como se podrá comprobar andando el tiempo. Son aún más monstruosas que sus hermanas, con cabelleras formadas por serpientes, colmillos salientes y una mirada que petrifica a quien las contempla y que en el caso de Medusa subsiste aún después de muerta. Según cuenta Ovidio[25] fue en un tiempo una joven bellísima de esplendida cabellera a la que forzó Neptuno en un templo de Minerva. Ella, horrorizada, convirtió en serpientes sus cabellos.
Perseo le dará muerte decapitándola sin mirarla, y de su cuello brotan en ese momento los dos hijos que había concebido de Poseidón: Crisaor y Pegaso, ofertándole la cabeza a renglón seguido a Atenea que la incorpora a su manto.
Alguna otra versión[26] dice que, una vez muerta la Gorgona, Perseo utilizó su cabeza para petrificar a Atlante convirtiéndole en el monte Atlas.

Aún después de muerte, la Gorgona resultaría útil a la humanidad, pues Atenea le dio a Asclepio dos redomas con su sangre. Con la extraída de las venas del lado izquierdo podía resucitar a los muertos, con la extraída del lado derecho, podía matar instantáneamente. Otras versiones dicen que Atenea y Asclepio se repartieron la sangre y que él la utilizaba para salvar vidas y ella para destruirlas[27]. En cualquiera de los casos es evidente la relación de la cabeza y la sangre de medusa con la práctica de la medicina.
No sabemos exactamente de donde proviene la facultad de petrificar con la mirada de las Gorgonas, parece una cualidad terrorífica más entre las que las adornan, pero es el primer antecedente de mirada mortal que conocemos. La figura de la Gorgona Medusa se repite en la iconografía desde tiempos arcaicos hasta bien entrada la época romana como muestran las dos figuras al margen; una la acrótera del antiguo templo de Atenea en Atenas y la otra un bello mosaico recuperado en el siglo XIX en la cantera del puerto de Tarragona, realizada en pequeñas teselas policromas sobre un soporte cerámico datada de finales del S. II o comienzos del III dC. Tal era el influjo de la Medusa que durante muchos años se decía que las estatuas encontradas en los países del Mediterráneo, no eran sino restos petrificados de sus víctimas.
Una de las muchas conclusiones que se pueden sacar del mito de Perseo y Medusa es que, con astucia, y con la ayuda de las Forcides Greas, forzadas a ello por el robo de su único diente y ojo, es posible vencer al maleficio mortal, lo mismo que será posible en el caso del mal de ojo, si se efectúan los rituales adecuados. Tan factible es la maldición cuanto el remedio.
La otra gran figura de regencia en la mitología, aunque muy posterior es el basilisco, animal fabuloso al que se atribuya la facultad de matar con la vista. Según las creencias populares procedía de huevos puestos por un gallo o de huevos de gallina incubados por una sierpe. En la tradición y en la heráldica aparece como una especie de grifo mitad gallina o gallo y mitad serpiente. También se identifica con las iguanas, de las que se conocen varias especies extendidas desde el Ecuador hasta México. La más grande es el Basiliscos americanus que puede llegar hasta el metro de longitud.
Puede rastrearse el mal de ojo a través de la historia y la literatura hasta nuestros días en numerosos testimonios que excederían el objetivo del presente trabajo. Quédense para más adelante.





De la misma forma que se contrae el mal de ojo, voluntaria o involuntariamente, existen una serie de remedios y conjuros para eliminarlo, cuya eficacia depende, por un lado de la potencia del aojamiento, ya que existen diversas categorías en lo que a la fuerza del encantamiento se refiere, desde los más leves, que apenas causan malestar hasta los graves, que pueden acabar con la vida de la víctima. De otra parte, de la exactitud con que se efectúen los rituales e invocaciones y del estado “de pureza” de la persona que los realiza.
En la mayoría de los casos, interviene de forma notable la imaginación, tratándose de remedios, si no disparatados, al menos fantásticos cuya realización resulta en la mayoría de los casos engorrosa y compleja. Pero precisamente en ello parece residir su eficacia. A mayor fuerza del encantamiento mayor complejidad del ritual, o por lo menos mayor necesidad de repetirlo en sucesivas sesiones que pueden abarcar varios días. Y que en ocasiones se demuestra inoperante, dándose el sanador por vencido o recurriendo a la ayuda de otro que al alimón se una a él para vencerlo, como en alguno de los testimonios.
Pero a veces el maleficio es especialmente virulento y el sanador tiene que darse por vencido y reconocer su fracaso, lo que suele suceder en más de una ocasión.
Algunos de los más conocidos remedios, de diversa procedencia, los más imaginativos de procedencia suramericana, se exponen a continuación:

RITUAL DE SAN CIPRIANO

Para realizar este ritual es preciso que la persona que lo efectúa se encuentre en un estado “positivo y ejemplar” y que el sujeto sea adulto.
Se reza, al iniciar y al terminar el ritual, el salmo 104 de la Biblia y después un Padre Nuestro, una Salve y un Gloria.

Se precisa:
·         Una botella de aceite de mandrágora que contenga un trozo de raíz de la planta.
·         Un plato blanco de loza
·         Un puñado de incienso
·         Tres velones de San Cipriano
·         Un cuchillo nuevo
·         Una rama de tomillo

Se colocan los tres velones encendidos formando un triangulo de un metro de lado en el suelo. En medio se coloca una silla que deberá ocupar el aojado.
Se enciende el incienso y se coloca el plato con el aceite de mandrágora dentro del triangulo. Con la punta del cuchillo se hacen siete cruces en el aceite.
Se vierten cuidadosamente siete gotas de este aceite sobre la cabeza de la persona mientras se recita la oración siguiente:
“Dos ojos te miraron, malos intereses te dañaron, tres Ángeles te curaron. En el nombre de San Cipriano y de la Santísima Trinidad, que desaparezca para siempre cualquier maldad, Amén”.
Eficacia probada.

HECHIZO DE LOS ESCARABAJOS

Se amarran con un mismo hilo nueve escarabajos vivos (no se precisa la especie) y se entierran en suelo consagrado a media noche. El mal de ojo desaparecerá en pocos días.

HECHIZO DEL OJO DE ORUS

Se corta la noche de San Juan, con una hoz consagrada, un trozo de fresno europeo (sarbus acupuaria) y sobre él se pinta un ojo de Horus con tinta o pintura azul. Se lleva este trozo de madera como amuleto.

HECHIZO DE LOS NUEVE NUDOS

Se hacen nueve nudos en un trozo de cuerda o hilo y se colocan debajo de la almohada durante la fase de luna menguante. Al acostarse se debe girar siete veces en la cama en el sentido de las agujas del reloj recitando en cada giro: “Malos augurios y amargura del diablo, disminuyan y luego cesen del todo cuando la luna se desvanezca”. La curación está garantizada.

RITUAL DE LA VELA (ESPECIAL PARA NIÑOS)

Se enciende una vela de cera realizando con ella pases alrededor del infante siempre de abajo arriba, con especial incidencia en ojos y parpados (con la debida atención a evitar quemaduras) rezando simultáneamente el Padre Nuestro. Después se antigua a la criatura con un cogollo de albahaca el pecho, la frente, cabeza y espalda. Si el mal de ojo es muy fuerte, repítase el ritual tres veces.

RITUAL DEL ACEITE

Se toma un plato sopero de loza en el que se vierte agua limpia hasta su mitad. Se vierte en el agua un poco de aceite. Si se forma un solo “ojo” en medio del agua, debe cortarse con la punta de un cuchillo y después se echa en el agua una pizca de sal gruesa.
Mientras se realizan estas tareas, se recita el Padre Nuestro y se ruega por la persona conjurada.

RITUAL DEL HUEVO

Para realizar este ritual deberás hacer lo siguiente: Un martes o un viernes y a cuerpo desnudo, te frotaras con un huevo fresco de gallina por todo el cuerpo, empezando por la cabeza y acabando por los pies. Después vaciaras el contenido del huevo en un vaso de agua. Esperar de 6 a 10 minutos. Pasado este tiempo deberás observar la reacción de la clara y la yema dentro del agua. Si la yema está en el fondo y la clara está limpia, no tienes mal de ojo. Si la clara forma una cruz, te han hecho mal de ojo. Si en la yema hay dibujado un ojo, alguien te tiene envidia y estas siendo espiado. Si aparece una mancha de sangre, el asunto es más grave y debes visitar al médico por problemas renales o de hígado. Si el agua está oscura, tienes un mal de ojo potente del que pueden derivarse enfermedades, infidelidad y problemas económicos.

RITUAL DEL LIMON

Para realizarlo deberás poner en un plato blanco de loza un limón partido en cruz, formando cuatro trozos. Una vez hecho esto, tendrás que poner encima de cada trozo de limón una cucharadita de azúcar. Después escribe en cuatro trozos de papel blanco tu nombre y apellidos, clavando cada uno de los trozos en uno de limón.
Coloca el plato con los cuatro trozos debajo de la cama a la altura de la cabecera y déjalo durante siete días, al cabo de los cuales si están de color oscuro o negro es que la persona tiene mal de ojo.
Para conjurarlo, en una habitación con las ventanas y puertas cerradas y a la luz de una vela blanca de cera en la que se habrán marcado tres cruces en forma de aspa (X) llenaras un plato de agua (si esta bendecida, mucho mejor).
Moja después el dedo índice de la mano izquierda en aceite de oliva dejando caer tres gotas en el plato.
Acto seguido, haciendo un circulo, pasaras tres veces el plato por encima de la persona a la que estamos realizando el ritual diciendo la oración nº 4 y el mal de ojo habrá concluido.


AMULETOS


El numero y clase de los amuletos contra el mal de ojo es muy grande y su uso está muy extendido, tanto en España como en Suramérica.
En “La Memoria de Caprés”[28] (p. 63) ya citada, se hace referencia a los amuletos profilácticos que se colocaban a los burros: “… el tío Juan Pérez, llevaba en el cuello una cadena, el burro, llevaba en el cuello una cadena, y en la cadena llevaba un cuerno colgando, porque dice que así no tenia peligro que al burro le picara ninguna víbora
Algunos ejemplos de amuletos son los que siguen:

·         Pulseras de coral en muñecas y/o tobillos.
·         Bolsitas de color verde que contengan un billete de poco valor y un ajo crudo. Se esconde entre las ropas de la cama del niño y según parece es muy eficaz.
·         Lazos rojos en la cuna o en el pelo del niño.
·         Bolsitas conteniendo algún versículo del evangelio que se cuelgan al cuello a modo de escapulario.

·         Higas.- Pequeños dijes de azabache o coral que imitan una mano cerrada con el dedo corazón extendido.

·         El ojo de Horus.- de tradición egipcia, es un ojo con una ceja y un parpado superior muy marcados, la pupila es grande y redonda y bajo el parpado inferior existen dos trazos que caen hacia abajo, uno de ellos corto y perpendicular y el otro diagonal y más largo que acaba en un rizo cerrado. Estas dos marcas del parpado inferior corresponden a las manchas que el halcón tiene a los lados de la cabeza. Según la mitología egipcia, encarna, al igual que Maat el “mundo feliz”, el estado perfecto, el orden, lo imperturbado. Su origen se encuentra en el mito osiríaco de la batalla de Horus con su tío Set en la que pierde un ojo, que pasa a asimilarse con la luna, mientras que el ojo derecho se relaciona con el sol. El libro de los Muertos y numerosos textos egipcios como los textos de las pirámides y los textos de los sarcófagos hacen numerosas referencias a él.

·         Nazar.- Esta creencia está extendida especialmente en Turquía y sus orígenes se remontan probablemente a las invasiones sufridas por los pueblos del norte con ojos azules. La tradición popular les atribuyó el poder de infligir daños con la mirada y para contrarrestarlo se creó el ojo azul, además de otros remedios como las herraduras, el ajo, la hierba llamada diente de lobo, los espinos secos, el plomo y algunas piedras semipreciosas. El amuleto por excelencia es el ojo azul, como los de la figura, que se fabrica en hornos primitivos calentados con leña de pino, a base de vidrio reciclado al que se añade cobalto, ópalo y zinc. La forma de adquirirlo es la clásica: Una mirada, intencionada o no, al sujeto o a un objeto que quedará aojado inmediatamente. Dado que puede ser involuntario, se recomienda, después de la alabanza a la persona o al objeto contemplado musitar la formula “Mashallah, nazar deymesin- No le pegue el mal de ojo”, con lo cual quedaría conjurado este.

·         Cuerno.- Se trata de un pequeño cuerno que se utiliza contra el mal de ojo y se cuelga al cuello de algunos animales, principalmente los más hermosos y por tanto susceptibles de provocar envidia.

·         La mano de Fátima.- Muy extendida por todo el Magreb, incluso en Egipto. Es una mano con los dedos hacia abajo acompañada de un ojo protector. Ayuda a potenciar la paciencia, la fidelidad y protege contra el mal de ojo.

Las oraciones ocupan un lugar fundamental en los rituales para “cortar” el mal de ojo. Son de muy variada índole, generalmente sencillas y repetitivas.
Se transmiten de viva voz, de forma iniciática en días señalados, generalmente el jueves o viernes Santo y pertenecen al secreto del ritual, aunque a través del tiempo algunas se han vulgarizado y podemos conocerlas, véase una muestra:

  1. N (nombre del afectado), Unos ojos te han hecho mal. Tres te harán sanar. Padre, Hijo y Espíritu Santo; la Santísima Trinidad. Si es en la cabeza, Santa Elena, si es en el cuerpo el Santísimo Sacramento, si es en los pies los Ángeles treinta y tres. Como estas palabras son tuyas y verdaderas, dios te quite todo el mal que tuvieras. El rezo se repite tres veces

  1. N, Dos te han aojado y tres te sanarán. Jesús, María y la Santísima Trinidad. Si es en la cabeza, Santa Elena, si es en el cuerpo, el Santísimo Sacramento, si en los pies, San Andrés y sus Ángeles treinta y tres. Jesús y María uno, Jesús y María, dos, Jesús y María, tres. N, Dios te libre de tabardillos, aguas azuladas y mal de ojo. El rezo se repite tres veces.

  1. N, Santa Elena tuvo a María, Santa Isabel al señor San Juan. Así como estas palabras son verdaderas, se te quite todo el mal que tuvieras. Jesucristo viva, Jesucristo no muera. Jesucristo te quite todo el mal que tengas. El rezo se repite tres veces.

  1. Si estas aojado de de la mañana el Dios te cure y la Diosa; si estas aojado del medio día, el Dios te cure y la Diosa; si estas aojado del anochecer, el Dios te cure y la Diosa.

  1. El Dr. Alemán recoge algunas letanías y conjuros tendentes a eliminar el mal de ojo, como la siguiente:

  1.                   
                       Entre dos te han hecho el mal
Entre tres te lo han de curar
En el nombre de la Santísima Trinidad
Padre, hijo y Espíritu Santo

Si es en la cabeza, santa Teresa
Si en los ojos, san Ambrosio
Si en el corazón, Divino Salvador
Si en las manos y en los pies, san Andrés
Y los Ángeles treinta y tres
Santa María, impón tu mano y no la mía[29]



TESTIMONIOS


Los siguientes testimonios se han recogido mediante entrevistas grabadas a personas que practican habitualmente los rituales para conjurar el mal de ojo o algunas que han querido prestar su experiencia de casos sucedidos a familiares cercanos.

Las transcripciones se han realizado respetando fielmente el original.

ESTHER


Tiene 27 años y es licenciada en Económicas. Soltera. Trabaja en una empresa de instalaciones metálicas como gerente.
La entrevista se desarrolla en su despacho profesional, lo que explica algunas interrupciones que se producen a lo largo de ella, y el sonido del teléfono.
Empezó hace tiempo pero por una inquietud personal, porque esto no es solamente un ápice, forma parte de …Despertó hace tiempo, a los catorce años o así yo oía en casa mal de ojo, mal de ojo aquí, mi tía Encarna quitaba el mal de ojo luego me enteré de que mi tía Carmen también por parte de mi madre y … pero bueno a lo mejor lo veía alguna vez que algún crío le quitaban, me contaban que a mí me habían quitado mal de ojo que si tal, que si llorando todo el día, la cría llorando, llorando, llorando, hasta que se le quitaba el mal de ojo y pedía algo de comer y había estado sin comer veinticuatro horas… historia de esas. Y bueno, pues la curiosidad estaba ahí, aparte de otros temas por los que me intereso bastante.
- ¿Por ejemplo?
-¿Por ejemplo? Pues todo tipo de conocimiento espiritual, crecimiento personal y sus derivados porque podemos ponernos a hablar y hay mil temas como sabes, entonces bueno, pues yo lo hablaba con mi madre, con mi hermana, con todos, es un tema muy normal en casa, ¿no?
- Habitual
- Si, bastante habitual, y te va a sorprender pero ahora mismo no recuerdo quien me lo trasmitió, la tita Carmen, si, la tita Carmen me lo transmitió como suele ser un jueves Santo o un Viernes Santo y bueno…
- Como fue el momento ese
- No fue nada… nada fuera de lo normal. Me sorprendí porque yo pensaba que era algo mucho mas parafernarl..., que tenía más, mas, que era mucho más rococó la historia y no tenia para tanto, lo que se dice... no sé si tu sabes quitar el mal de ojo.
- No, no
- La frase que se dice es muy sencilla y es muy… llega como al… como al centro de la tierra. Pues es la esencia pura y ya está. Yo no sé si eso hará más o menos yo tengo fe en eso, pero tengo una fe relativa porque a lo largo de la experiencia he ido aprendiendo cosas en relación a este tema. Es que a mí el mal de ojo… yo estoy mezclando aquí tus preguntas.
Suena el teléfono
- Y me he ido dando cuenta que la gente…lógicamente son...
El teléfono de fondo, interrumpe de nuevo
- Para mí el mal de ojo ha acabado siendo simplemente una especie de limpieza, que hayas estado más sensible o menos o más receptivo a… a estar protegido a ciertas energías negativas, el mal de ojo es simplemente algo inexplicable que supuestamente te lo quita pero yo creo que además de eso, hay que hacer, hay que tener un tipo de conciencia y otras cosas como para que el mal de ojo sea realmente tan efectivo como las personas piensan. Yo creo que no hay que darle tanta fe como se le da porque tiene mucho de… de  bulo.
- Cuando tú te enfrentas al mal de ojo, ha sido provocado ¿por qué?
- Cuando yo me enfrento que me …
- Cuando tu vas a quitar el mal de ojo
- A alguien
- A alguien
- Es lo mismo yo que a alguien. En principio yo cuando voy a quitar el mal de ojo me lo quito yo primero por si tuviera
- Ya, Entendiendo…Si tuvieras, ¿de dónde hubiera venido?
- No sé, eso es…para mí eso no es importante saber de dónde ha venido, simplemente el que ha venido y además hay síntomas que yo puedo llegar a notar como un cierto cansancio, una sensibilidad demasiado sensible incluso dolor de cuello así como una pesadez rara, pero vamos que tampoco cuando se quita es un efecto inmediato. Notas, si, una mejoría, lo que sí es raro, yo no sé si hay ahí un motivo físico o no que muchas veces tu lo haces, no sé si lo haces, te explico
- No, yo no sé, en absoluto
- No sabes. Mi forma o como me han enseñado: Un vaso de agua, ¿vale? Un cacharrito con aceite de oliva
Suena el pertinaz teléfono de nuevo.
- Dedo corazón, dedo corazón de la mano derecha. Te santiguas tres veces, pones el dedo, cuando yo me lo hago a mi misma pues vierto el aceite sobre el dedo simplemente que a veces…no llegas ni a tocar el agua, se pierde y entonces bueno… hay cosas que yo no puedo explicar pero vamos, eso tampoco pasa siempre podría decir que hay un mal de ojo acusado.
Cuando se pierde la gota.
- Cuando se pierde la gota es cuando se ve, se supone que hay un mal de ojo importante hay veces que la gota siempre esta y tal.
- Más potente,  Porque también en el mal de ojo hay gradaciones.
- Si
- Hay un mal de ojo liviano, hay un mal de ojo muy fuerte.
- Cuando se queda la gota medio abierta seria un grado medio cuando la gota se queda como se suele quedar las gotas de aceite sobre el agua se supone que no hay mal de ojo. Cuando se lo hago a otra persona?, pues puede ser que esa persona esté presente o no esté presente, si está presente se le coge su dedo corazón… yo suelo nombrar a esa persona mentalmente y después se dice …
- Cuantas veces lo habrás hecho
- ¿En mi vida?
- A otro.
- ¿A otro? ¡Puf! Jo, No puedo…No puedo
- ¿Es habitual? Y luego...
- No, no es habitual, habitual en mi vida, ahora mismo… a lo mejor antes si era más pero ahora es muy esporádico el que surja a lo mejor alguna de mis hermanas que ve un crío…
- Un niño
- Un niño, suelen ser niños o hay veces que si sabe alguien, pues que lo haces y tal y hay confianza, que a mí no me gusta hacer estas cosas. Otra de las preguntas que me has hecho es si es remunerado yo para nada hago esto…
- Ya, ya, me imagino que no, pero, pero es una pregunta…
- De hecho no me gusta, no me gusta hablar del tema con alguien que intuyo o que veo que no va a entender sobre el tema, o que no lo va a entender cómo tiene que ser. ¿Porque esto se sale muchas veces de… de madre no? Y la gente le gusta mucho (¿hablar?) de estas cosas y yo para mí son naturales, tienen la función que tienen y ya están ni cobro ni nada, ni quiero… - Más.
- La tradición que hay en tu familia es siempre femenina.
- Si, siempre ha sido femenina. Yo lo he transmitido a mi hermana Nani
- Y también con la misma… Y otra pregunta
- Exactamente igual, pero ella no lo ejerce. De hecho ella sabe y si tiene un crío que piensa… me llama a mí
- Porque tienes más capacidad seguramente
- No, porque ella lo sabe pero no lo ejerce. Tendrá sus razones.


AURORA

Aurora tiene 72 años. Ha sido ama de casa y al mismo tiempo ha llevado una tienda de alimentación en un pueblo cercano a Murcia.
Iniciamos la conversación informalmente. Procuro que pierda las reservas ante la grabadora, pero una vez lanzada, deviene en torrentera.
Antonio, su marido, escucha la conversación desde el extremo de la mesa que nos separa. Ella me habla de su madre que fue la que la inició en el ritual para detectar y cortar el mal de ojo.
- Bueno, yo es que quisiera primero, después te lo digo, pero quisiera…
- Todo eso es lo que me interesa, lo que tú cuentes.
- ¡Ah! Bueno, era una mujer, de esas mujeres de sus casas, no porque sea mi madre y esté muerta voy a hacer halagos, no, es que era una mujer de su casa de todo y por todo. Ella no era una mujer de brujerías, no era una mujer de libros, de nada, ella era una mujer cristiana, beata tampoco, era cristiana, que sabía que algo nos mantenía. Ella nunca me contó quien se lo había indicado. Por supuesto pienso que fue su madre, pienso yo que fue su madre. Pero un día pues estaba la gente con el mal de ojo y tal. Y yo tenía mi hija, la mayor, que cada vez que iba a su casa, pues me la traía con mal de ojo.
- Cada vez que ibas a casa de tu madre
- Yo, la cría se levantaba muy bien. Yo llegaba a mi casa y la cría ya llegaba llorando, me la traía, estaba aquí en mi casa y la cría sin parar de llorar. Entonces había una vecina aquí detrás y no sé quien me dijo: “Llévala a ca Antonia “la paquilla” que corta el mal de ojo”. Y yo, pues no es que no creyera ni nada, como yo eso en mi casa nunca lo había oído, pues yo pasaba de aquello, pero que viendo que la cría lloraba y mas lloraba la llevo. Y yo me traje la cría riéndose. Aquello era una cosa que había que verlo para creérselo
- ¿Que le hizo, te acuerdas lo que le hizo?
- Pues le hizo una oración...
-¡Buenas!
Irrumpen en la casa que es de planta baja, y estamos en la habitación que da a la calle, unos familiares. Aurora les hace una señal de silencio y sigue:
- Entonces yo ya me vine y yo me vine como pensativa, ¿no? pues pasan nueve días voy ca mi madre y paso otra vez, ven la chiquilla. ¡Hola! que hermosa, que tal tal, que cual, pues yo me traigo la cría llorando otra vez. La vuelvo a llevar otra vez, pues y aquello… pero yo en mi casa no dije “la chiquilla tenia mal de ojos” ni ná de ná.  Na más que un día surgió hablando, hablando porque un hermano mío el mayor se le habían muerto tres nenes pequeños ya y se le puso el crío que tiene que lo tiene con un bracito cortao que a lo mejor lo conoces, se le puso muy malo y me llaman. Aurora, ven que está el chiquillo muy malo. Porque yo era un refugio para toda la familia. Y llego y digo “si este chiquillo lo que tiene es mal de ojo”. Y mi hermano nunca creía en eso, nunca jamás. Y el crío estaba… pues se puso con cuarenta de fiebre. El crío estaba hermosísimo, entró una mujer a verlo y el crío estaba precioso, aquella mujer se fue, el crío empezó a llorear, a llorear, a llorear, a llorar, ya no era llorear, era llorar, que se reventaba llorando con mucha fiebre, con cuarenta de fiebre. Y me llaman, y voy, y pues claro, para ver si le habían hecho mal de ojo. Mira aquello te imponía. Mi hermano lloraba como un crío porque él no creía en eso y él no me llamó para que se lo cortara. Ellos no sabían que yo sabía cortarlo, porque yo no le había dicho a nadie que yo cortaba el mal de ojo. Nunca. Y yo cuando me vine de allí a la hora y media el crío no tenía fiebre, el crío no lloraba y el crió se le pasó lo que tenia. Estuvo dos o tres días el crío así, un poco que no estaba bien. Estuve cortándoselo día y medio.
- ¿Cuando lo habías aprendido?, para esa época…
- Pues sí, lo aprendí de mi madre, que es a lo que voy. Cuando le corté el mal de ojo a este sobrino al poco murió mi madre. Dice mi madre, “tu quieres aprender esto, hija”. Porque ella lo cortaba. Pero ella lo cortaba sin decirle a nadie nada. Yo, mis hermanas no lo sabían. Y entonces me dijo la oración. Es simplemente una oración, simple, simple, simple…
- ¿Cuando te la dijo?
 - Me la dijo viernes Santo
- A una hora determinada
- No, viernes Santo, viernes Santo
- ¿Y alguna técnica, además de la oración?
- Pues no, técnica no, únicamente que pones el agua en la taza…
- Eso
- Pones en un vaso aceite, siempre cantidad pequeña porque no es una cosa de… bien que se lo hagas con el dedo o bien que se lo hagas con pelo. Yo siempre se lo hago con pelo, porque… yo no sé el pelo que me han traído a mí aquí de críos…
- Pelo ¿qué quiere decir?
- Porque… un poco de pelo
- Un mechoncillo de pelo
- Un mechoncico de pelo, no mucha cantidad tampoco, simplemente con una cosica de pelo así… poco
- Siempre niños.
- Y mayores, a mayores se lo he cortado a mucha gente.
- Hombres y mujeres.
- Lo mismo da.
- Lo mismo da.
- Lo mismo da que sea hombre que sea mujer, porque aquí una chica de al lado el hijo estaba estudiando y de la noche a la mañana se le puso con unas ganas de llorar que tenía el crío, como una depresión, ¿no? Y dice “¿Aurora, quieres probar a ver si tiene mi Antonio mal de ojo?” pues tráelo. Porque yo no le digo a nadie tiene mal de ojo ni nada, porque yo… hay mucha gente que no cree y yo es que tampoco creo yo en… en esto. Nosotros teníamos una tía, como te ha pasado a ti, una tía a que en aquellos tiempos si viviera ahora seria millonaria, era maestra de escuela y era de Sella. Mi padre y nosotros aquí por parte de padre no tenemos más que los hermanos que ella eran, ni primos segundos ni tíos ni abuelos ni nada. Mi padre fue oriundo de Valencia para acá, mi tía se vino a Murcia de maestra de escuela y luego pues le dieron Santomera y aquí en Santomera se compró unas finquicas y aquí se instaló y se trajo a su hermana que era mi abuela con mi padre que tenía dos añicos y era una mujer, cristiana no había quien le tachara, un corazón de oro ¡Iba a pasar falta de nada la persona que estuviera a su lado! Yo le llamo cristiana a esa persona. Y ella no creía absolutamente en nada pero en el mal de ojo si, en el mal de ojo sí que creía, en eso si que creía.
-Estabas diciendo que entonces ¿la técnica cual es? Pones… ¿Como lo diagnosticas tú, como lo sabes? ¿O ya te vienen con el mal de ojo?
- No, no ya vienen con el crío “Oye mira, que llora este crío”. Un día vino una mujer aquí a la tienda. Fue la primera vez que lo corté y el crío se reventaba a llorar. Dice “Lo he sacado de mi casa tan gracioso y fíjate como está llorando”. Digo “Pasa para dentro”. Bueno, es que parece mentira pero echas el aceite al agua y en el agua no hay aceite. El aceite se pierde y en el momento que el daño se quita el aceite se queda encima, que eso es increíble.
- A ver, A ver, ¿cómo, cómo? que no lo he entendido.
- Cuando tiene el mal de ojo ¿eh?, tú haces la oración y pones el aceite en el pelo o en el dedo del crío porque a veces los críos no tienen pelo, porque el dedo siempre lo arrugan, y tocas tu el aceite, a lo mejor tú no estás en condiciones y con el pelo caen las gotas del aceite, ¿no? Y conforme caen las gotas del aceite se pierden se van extendiendo en la taza. Normalmente yo pongo una taza de esas de… un tazón que llamábamos antes de las sopas, que era con lo que se hacía. Bueno, pues… y caen las gotas y se van abriendo  y se abren, se abren. Conforme se le va quitando, el aceite se va quedando como un plomo.
- Ya
- Cae el aceite como si fuera plomo igual que el mercurio que cae la gota y se queda la bola, pues así se queda el aceite.
- Y, simultáneamente, desaparece su malestar.
- Si, si, si, enseguida. Hay veces… porque cuando pasa un viernes, cuando le hacen mal de ojo y pasa un viernes que lo tienen es muy costoso de curar. A veces  algunos vienen devolviendo sin parar, vienen como si estuvieran borrachicas las crías igual que si… hay veces que traen la cría: “Chica no tiene sueño, no llora y mira como está”.
- Y tu experiencia te dice que ¿El mal de ojo como se adquiere?
- No, yo ya en eso no…
- No tienes… no sabes cómo… O te han dicho, “me ha mirado una mujer…”
- No, no.
- Nada más que de golpe y porrazo le sucede.
- No, no, le sucede, dicen, que yo tampoco esto te lo puedo asegurar porque en realidad no yo… la oración mi madre me la enseñó y entonces pues que es muy fácil. No es nada.
- No es eso lo que me interesa. Eso pertenece al secreto de…
- Entonces resulta que dicen que es una mala mirada y efectivamente hay de varias clases digámoslo así, porque no me sé explicar de otra forma
- De varias gravedades
- De variedades. A lo mejor yo, como lo hago, te miro y no te quiero hacer porque te aprecio o porque a lo mejor no tengo la fuerza suficiente para hacértelo como yo quisiera hacértelo o bien que yo no soy persona de influencia para torcerte bien, entonces se llama una mala mirada.
- Ya
- ¿No? Y eso es una cosa muy simple. Y luego está el que te hacen de verdad. El que te hacen de verdad te hace un daño que te mata.
- Te lo hacen a cosa hecha.
- Si
- Por hacerte daño.
- Por hacerte daño.
- Y lo que decíamos en último lugar, ¿de la transmisión? Y otra pregunta ¿Cuántos habrás quitado tú a lo largo de tu vida?
- Yo, pues en realidad no ha sido muchísimo el tiempo, pero que tampoco sabe nadie que yo lo corto porque yo estuve cortándole el mal de ojo a una nena lo menos ocho años
- ¿Sí?
- Cada vez que la sacaban le hacían mal de ojo
- ¡Oño!
- ¡Vaya! Y tú la conoces, que te voy a decir quién es. El nano, que murió…
- Si
- Que ella es Macaria, tienen una hija que se ha casado con un Francisquillo que estaba en una Caja de Ahorros. Pues la nena, la hija de esa chica, no la podían sacar. Se ve que le tenían un odio a la madre, a la abuela, al padre, a todos, es que, es que, es que  no podían sacarla. Es que tener que venir a media noche…
- La traían, tú se lo quitabas…
- Claro y la cría se iba pues encantada de la vida. Y traerme el pelo, traerme, cortarle el pelo y traerme…
- Entonces ¿de cuantas personas estaríamos hablando de cincuenta, cien?
- No, mas, muchas más, porque… muchas más porque…
- Muchos años, claro
- Y porque nadie sabe, nadie sabe, que yo sé cortar el mal de ojo más que nada eso mismo que me pasó con esta mujer, que vino a la tienda con el crío llorando si tenía que llorar, dice “Vamos que lo he sacado de mi casa tan gracioso y fíjate” y no sé quien le dijo “A ver si le han hecho mal de ojo”. Y yo como no quería que supieran, porque yo no me gusta esa palabra que digan “Bruja”. Y como no me gusta y yo hay muchas cosas que no las creo, que es lo que estaba hablándote de esta tía mía que la he referido, que ella en el mal de ojo creía, en cambio en esto que aciertan dónde estás, eso ya no y que era una persona que lo comprobaba porque ella me contó a mí, pero bueno, como cría que íbamos a dormir con ella , que estaba sola y contaba que a su abuela se le había perdido una coneja y decían que una lo acertaba. Y entonces ella quería aquello probarlo, probar a ver si era verdad. Y entonces fue y si no se va la mata pero donde fue a ver si sabían dónde estaba la coneja. Dice que empezó a hacerle sugerencias y a preguntarle y ella en vez de pensar que la coneja la tenia fulana o fulano o si se había salido y se había perdido ella pensaba cuando hizo las bodas, cuando se casó, un viaje que hizo de novios a Tánger. Dice que aquella mujer empezó a dar unos berridos y “concéntrese usted y concéntrese y concéntrese” dice “y si no me voy corriendo no sé qué es lo que hubiera pasado”. Dice “eso es mentira, todo eso es mentira”. En el mal de ojo creía porque en Murcia había el jardín de la Venceslá que lo conocerías puesto que no hace muchos años que lo han quitado para hacer todo ese Murcia nuevo que han hecho, y ella le dio clases a los padres de lo del jardín pues le traían unas macetas preciosas y se le secaban, se las secaban. Y ella en el mal de ojo creía. Yo no sé si fue porque nosotras la queríamos tanto y nos creíamos tanto de ella, porque era una persona tan buena, porque yo llegué a pensar que esto era realidad, y efectivamente lo es. Yo tenía un pino de estos de pisos, pero un pino de adorno pequeñico y cuando entrábamos a casa los dos, nos pinchábamos. Y una noche voy y digo “Uy, que no me ha pinchado el pino”. Yo en la mañana había abierto la puerta de la casa, lo había sacado al portal, lo regué, lo metí y a otro día me levanto y el pino estaba… se secó. Y le probé y tenía mal de ojo. Y esta chica de aquí enfrente le regalaron una mata que era una maravilla, era una mata cuando empezaron a venir las matas del extranjero que ahora ya hay muchas y ninguna la encuentra uno ya bonita como se suele decir, que ya no te extraña, pero en aquellos tiempos que estoy hablándote de quince o dieciséis años… tenía una mata que era una preciosidad y viene y me dice “Aurora, pues no que se le están cayendo las hojas a la mata. Me se está secando. ¿Quieres ver si tiene mal de ojo?”. Le habían hecho, media mata mal de ojo.
- ¿Y cómo lo detectas el mal de ojo?, ¿por el mismo procedimiento?
- Si, porque pruebas y yo si no pruebo no lo sé.
- ¿Pero como pruebas?
- Pues haciéndole…
- Con el agua y el aceite
- Si, coges una hoja, con la misma hoja, cortábamos hojas y tenía, cortábamos otras y no tenía, eso es lo que te hace ver que es verdad, estás viendo lo que estás haciendo, lo que ves.
- Y a que se atribuye, en ese caso, por ejemplo que alguien le ha hecho mal de ojo, por ejemplo a tu pino.
- Si porque eso dicen que no lo saben pero dicen, dicen que la que lo hace lo sabe.
- Lo que tú me decías antes: Que puede ser intencionado o no intencionado
- Exacto, pero de ello ya… es que de esto yo no hablo con nadie, es lo primero que estoy hablando en el tiempo que yo he cortado el mal de ojo, jamás.
- No te has comunicado con otras personas que también lo hacen
- No, no,
- Salvo con la persona que te lo comunico a ti, que te lo pasó a ti.
- Exacto, únicamente cuando se hace muy pesado… Yo corté uno muy duro de cortar bastante grave, bastante. Y entonces le dije “Mira a ver si alguien lo corta y entre las dos podemos limpiarte, que no te vas a limpiar”, porque cuando pasa tiempo, el hígado toma parte.
- Se enquista ahí y se va haciendo más fuerte
- Toma parte porque normalmente como te quita la gana de comer, te produce vómitos, te da fiebre entonces te da tristeza
- Te quedas “pansío”, vaya
- Exacto, entonces es la única vez que eso. Y efectivamente entre las dos se lo cortamos que es la otra mujer y yo. Iba allí y tenía más que aquí, venia aquí y tenía más que allí porque tenía mucho, tenía mucho. Cuando tienes ya es que te pones mala, te tiene que ver el médico.
- ¿Y se supo porque razón lo tenía o no, no se llego a averiguar?
- No, porque se lo habían hecho
Suena un teléfono que nos interrumpe. Aurora contesta, habla unos minutos y seguimos
- ¿Se supo quien se lo había hecho?
- No, no lo saben. No lo saben porque dicen “Fulana hace”, pero no lo saben, no puedes, porque eso tendría que ser que tú hablaras con ella y dijeras “Házmelo a ver si es cierto”. Digo yo, no sé.
- ¿Y piensas transmitírselo a alguien tú?
- De hecho a esta chica que a la hija siempre tenía, se lo…
- Se lo has transmitido.
- Se lo he transmitido.
- Se lo has trasmitido ya. ¿Por la misma vía que te lo trasmitieron a ti?
- Si, lo mismo, un Viernes santo. Ella vino y yo se lo dije.
- ¿Y le funciona?
- Pues es que ella… a la chiquilla ya no me la han traído más. No le he preguntado nunca. Yo ya se lo dije, la chiquilla ya se ha hecho más grande, pero la cría, por lo que es no lo sé, pero Antonio esta aquí que lo puede decir, de traerla llorando, llorando llorando en el coche---
- Siempre estaban aquí, tercia Antonio, solicitado como testigo.
- Y siempre estaban aquí
- Manolo, lo conoces tú, el de la Lola
- Si, se quien es
- No podían sacarla de la casa
- Pero en ese caso tú lo transmitiste para una función determinada que era curar a su hija, ¿o para más gente?
- No, yo no es que como yo no he tenido…
- Ya no has tenido contacto con ella.
- Ni oportunidad, es que nadie sabe que yo... yo corto el mal de ojo pero lo corto de aquella manera que a lo mejor los vecinos lo saben o aquella persona que haya venido por circunstancias y le he dicho “Oye, vamos a ver si tuviera mal de ojo”, o me ha dicho “Ay, hija, tengo una cosa que no puedo, estoy así como borracha”, digo “Pasa que voy a hacerte a ver si tuvieras mal de ojo”. Esta chica que te he dicho del hijo, a la Finica que tiene una hija que es una muñeca, es una preciosidad, es una mujer ya con treinta y pico años que se ha casado que no le ves la cara y parece que tiene quince años ahora y unos ojos que es una maravilla, pues dieron en hacerle y ahora, como ya no le hacen, pues no. Pero es que la traían y es que le hacen, cuando no tiene, pruebas y no hay
- Ya
-  Que es una cosa que no es de las que dices tú “No me lo creo”. Hay que creérselo porque yo ahora mismo me corto un poco de pelo y no tengo, le corto a él (señalando a Antonio) y tiene, mañana le corto y ya no tiene y eso está ahí para verlo, o sea que no es…
- Porque el mal de ojo también se puede quitar de una forma accidental, es decir, a lo mejor no es tan grave y se te quita solo.
- Hombre, el mal de ojo cuando… porque mucha gente le hacen y no lo sabe. Por ejemplo ahora mismo que vas al médico y dices tú “No sé lo que tengo, pero es que tengo una cosa que no sé que me ha pasado”. Entonces el médico te da unas pastillitas para que… para tranquilizarte los nervios o lo que sea y te vienen bien y se te quita. Pero hay críos que los están llevando al médico… aquí hubo en Santomera un caso, que por cierto ha muerto el chico y también conoces a esa familia, que era un polvoristero, ¿conoces a la viuda del Viriato? El hermano, cuando era pequeño se puso malo. Y esta familia entonces tenían mucho dinero, estaban muy bien situados, o sea que no había problema de médicos y lo estaban llevando a Don Amalio aquel crío. Yo es que entonces estaba recién casada que me vine aquí a vivir y ella vivía ahí al lado del horno del Marujino.
- Don Amalio Fernández Delgado
- Exacto y el crío que se les moría a chorros y Don Amalio que no daba con lo que tenia y que “No es nada, y que no tiene el crío nada y que no tiene nada”. Pero el crío… Y uno de los días que se iba con el crío a Murcia al médico entro ca la suegra que es el edificio que hay al lado del supermercado Árbol, mirando a la carretera, que eran pirotécnicos, y la abuela vieja estaba liando carretillas y la madre del “Churrango” ese que trabajaba en el mármol ¿eh?
- Y trabaja, vuelve a terciar Antonio, precisando.
- Y trabaja. Esa mujer estaba allí ca su abuela, que esta era hija del Daniel, el hijo mayor de la tía polvoristera, cuando entró la Lola del Carmelo con el hijo tomado que se iba a Murcia porque no sabían si llevarlo a Madrid o que iban a hacer. Y entonces la churranga que le decían la churranga, le dijo: “Tía Lola -era más vieja la churranga que la Lola- y le dice Tía Lola, te estoy diciendo hace mucho tiempo que pruebes a ver si el chiquillo le han hecho mal de ojo y que no se te va a poner bueno porque el crío te va a enfermar del hígado”, que se ponen amarillitos. Y entonces, en vez de irse al médico, la cogió la churranga y los llevó, y el crío estaba para morirse pero con la cantidad de mal de ojo que tenía. O sea que comprobado que el mal de ojo existe.
- Que es positivo
- Positivo pero positivo de verdad. Porque la Lola era una persona muy incrédula y ya se lo había dicho ella varias veces y nunca le hizo caso y lo levó y aquello fue muy sonado aquí en Santomera porque claro como estaban en buena posición los polvoristeros en aquel tiempo, el polvoristero, “El hijo del Carmelo esta que se va a morir, está muy malo”. Y yo, pues como es una cosa que he oído mucha gente que habla muy mal y yo digo, “Yo qué necesidad tengo si yo no me las voy a buscar en esto, a mi que mas me da”. Si, esto es que yo he hecho, mucho bien…
- Una pregunta que no te he hecho pero que me parece obvia es que tú no cobras por hacer esto
- Que va, no, no, nada. Algo iba a decirte, que algo queda siempre por contar. Allí en la casa de mis suegros había un novillo, cuando empezaron a venir los novillos aquellos cruzados, igual que pasa ahora con los marranos. Un novillo que era para llevarlo a una exposición. Y una yegua. El novillo estaba muy bien y que entraron a verlo y que se van y que el novillo se van y que ya no quiere comer. Y no come, y se acuesta y no había quien lo levantara. Mi suegra, se ve que la mujer también lo sabía, por su madre, porque esto no es de ahora de la gente joven. Esto viene de mi.… mi suegra lo sabia cortar… mi madre tendría, si viviera cien años, la madre de mi suegra podía ser la madre de la mía, estoy hablándote de hace trescientos años ya porque vendría de los antepasados de ella y, y  mi suegra, pues yo ya estaba casada, estábamos casados.
- ¡Hombre claro!, remacha Antonio
- Y tenían una ventana que daba a la calle
- Las cuadras todas tenían ventanas…precisa de nuevo Antonio.
- Y se asomaron por la ventana y le torcieron el novillo. Y mi suegra se lo cortó y en cuanto le cortó el mal de ojo el novillo se levantó a comer. Pero que no cayeron ellos que era de eso. Cayeron a otro día, que él ya no se levantaba a comer ni nada.
- Sin más medicinas, sin más remedios…
- Sin más medicinas ni veterinario, ni nada, nada más que el novillo se acostó y pensaron, “Pues se levantará ahora, pues no quiere comer”, estos animales rumean. No rumeaba… cortándole mi suegra el mal de ojo y el novillo rumeando.
- Y lo cortaba a más gente también ¿o eso fue un caso especial?
- No, eso ya no lo sé, eso es que ella dijo, dice, “Vamos que le han hecho mal de ojo, por la ventana se han asomado”. La yegua, fue que entraron a verla y ella lo cortaba… lo que pasa es que las personas que no… no quiero decir con esto que sean como yo… personas así que no queremos dar publicidad, pues nadie supo que era ella, pero lo cortó ella porque eso me lo dijo ella a mí, lo que pasa es que yo a ella nunca le pregunté “¿Como lo corta usted? Y ves si se lo podía haber preguntado, porque yo aun no lo sabía por mi madre, claro yo estoy cincuenta y un años casada ya…
- Esas cosas es que son muy reservadas, dice Antonio
- Que hay personas que se dedican a ello y es público, ¿no? La tía Paquilla creo que sí, durante mucho tiempo…
- Si, y el aliacán también lo cortaba, pero ahora está la mujer…ella te podría contar, pero la…tuvo una nena que le dio miningitis, pero de momento al darle, yo la traje, que yo tampoco  se lo quise cortar ni nada, la traje liadica y la traje y no tenia ná, o por lo menos yo no se lo vide. La llevamos a Murcia y la trajimos ya muerta, fíjate tu si…y con todo lo mala que estaba y no dio, o por lo menos yo no se lo vide. Cuando no hay, es que no da.
- Ya, que lo que tenia no era mal de ojo, era otra cosa.
- Era, claro, era miningitis fue una miningitis que le dio de estas mortales, veinticuatro horas. Cortar he cortado muchos, muchos, muchísimos, más todavía. Y no corto, que yo no me dedico a eso, pero también el crío del Peñas, ha sido un crío hermosísimo y no han parado de hacerle también, el Julio, es un crío que lo llevaron al hospital muy malíco y no lo dejaron ingresado, porque le dijo el médico que no tenía nada
- Y se vino y sigue igual.
- Y se vino y siguió igual y vino aquí y ya está. Ah, pues se me ha olvidado contarte: Mi nieto, el de la Rosi el mayor, este crío, pues le hicieron mal de ojo, porque aquello fue que se lo hicieron. Yo al crío le di de merendar un huevo, se lo comió tan a gusto y su madre se lo llevó a acostarlo a su casa y a otro día en la mañana baja mi hija y dice “mamá, ha estado el crío devolviendo toda la noche” digo” ¿devolviendo el crío toda la noche?”. Pues yo no sé quien había aquí, digo, “Esperate”. Voy corriendo, cuando entré ahí a la casa me dio me dio una peste, digo, ¡que los que dormían arriba! Digo, “Baja el crío”, ya no subí, digo “Baja el crío ahora mismo, baja el crío a la casa ahora mismo y bájate una manta”. Se baja el crío, tu date cuenta, no pensar en el mal de ojo porque claro, quien iba a pensar en aquello. Baja el crío abajo, nos vamos a Murcia, dejamos la tienda sola, se vino mi hija aquí. Nos vamos a Murcia las dos, vamos a tres médicos, nos venimos, llamamos a otro médico, porque es que darle la cucharadica de lo que le dabas y la toleraba, y a las cuatro cucharadas, todo devuelto. Un crío así, de meses no puede vivir, se deshidrata, pero en un momento. Nos vamos con él a la Arrixaca, llegamos a la Arrixaca, no sé qué hora era, el tiempo que estuvimos allí se me figura que estuvimos veinte horas, llegamos con el crío, nos dan para que le demos los mismos líquidos que le estábamos dando aquí, cada minuto una cucharada y el crío en cuanto las cuatro cucharadas, devueltas. Y el crío ya me pongo yo a ponerle la chupeta y las pestañas así largas, así. Me levanto y entro para adentro del pasillo y estaban hablando de fútbol y ¿Como le hablas a los médicos para que te hablen mal y eres la mala? Me salgo, y cuando me salgo así, a la chispita, la doctora que había allí, y le digo “Doctora, haga usted el favor”, digo, “¿Cómo ve usted a este niño? Dice “El niño esta malito”, digo, “No, el niño está muy malo, estamos aquí ya un montón de tiempo porque yo me pienso que estoy aquí tres días y yo quiero que me diga Ud. a mí como está este niño si esta para estar aquí o no, porque todo lo que se le da lo devuelve. Y mire Ud. Lo que le digo, hay muchos adelantos y el crío lo veo yo muy mal. No quiere ni la pipa”. Antes del minuto estaba el crío arriba con los sueros puestos en la cabeza. A otro día, pues el crío sigue lo mismo, con los sueros pero allí que no nos viera, y al que hace dos días, lo ingresaron esta noche, mañana no nos lo enseñan pero a otro día nos lo enseñan. Y claro, lo sacan, ¿no? y su madre se echó la cadenica y la medalla para colgarle la pipa para que no se le cayera y yo, pues tengo una fe en las tres avemarías muy grande y yo cuando me fui a ir con el cogí la estampa y me la metí en el sujetador y me fui. Y aquello lo lleve yo allí pues todo el tiempo que el crío estuvo allí, pero a los tres días le digo a mí Rosi: “Echa la cadenica y la medalla para colgarle la pipa al crío”. Aquello fue algo, una intuición que yo tuve, porque,  con esto no quiero yo decir que a mí me, no, no de que me digan nada, nada, solo te digo que el crío estuvo chupando la medalla, la cadena, le di la estampa, y cuando vinimos, llegamos ahí a la puerta, digo “Rosi, ¿será posible que tenga el crío mal de ojo?” Mira, con la medalla, con la cadena, con la estampa, ni en un barreño, ni en un barreño de agua cortaba el mal de ojo que tenía el crío. Eso hay que verlo para creértelo, porque yo te lo estoy contando y me lo creo porque me ha pasado.
- Oye una cosa, antes has dicho que cuando entrantes a la casa te dio una peste…
- Si, una peste a huevos podridos, a podrío, una peste a podrío, claro si aquello el crío lo tiró porque si no se hubiera reventado. Si el crío no tira aquello aquello fue una bomba que el crío tiró. Pues cuando vine, con la medalla y la cadena, estuve cortándole el mal de ojo hasta otro día que fuimos a verlo y nos trajimos pelo y cuando llegamos le dice, es que te hablo hasta con personas que se conocen, ella es hija del “dientes” y él es hijo de la Angelina del “Pipalé” que viven en un chalet al lado del cuartel de la guardia civil, el primer chalet que hay en la carretera yendo para allá ese chico estaba allí en los críos de enfermero y nada mas subimos en la mañana que fue mi hija muy temprano ya le dijo “Aurorita, Rosi, el crío no es el mismo”. Salió el crío en la tarde, riéndose. Es que son cosas increíbles.
- Es decir, que también se corta a distancia
- Con la medalla, con lo que él había tocado
- Con algún objeto personal
- Cuando nació le compraron una cadenica con una medalla para la pipa y como allí está recogido pues la pipa eh, se caía, ¿no? Y entonces para sacarlo, para que no se le cayera al suelo, pues ella se llevo, le dije que echara la cadena, no por la medalla, ni ná de eso sino que yo cuando llegamos aquí a la puerta digo “Nena, ¿tendrá el crío mal de ojo?” Pues a Murcia a cortarle pelo. Pero ¿cómo entras ahora allí a la Arrixaca allí a donde están los críos que aquello…? Digo “Llama al de la Maribel” digo “Espérate que esto lo ha tenido el crío”. Mira, aquello daba miedo de ver lo que tenía el crío. Entonces si a los tres días haces no tiene ninguno, a los tres días haces lo mismo y no tiene el crío, porque es? Porque tenía. Y de esos casos así muchos, he tenido
- ¿Y nunca averiguasteis quien lo había provocado?
- No, no, eso no lo sabes
- No lo puedes saber.
- La que lo hace, dicen que la que lo hace lo sabe. Dicen “Fulana lo hace” la otra “Fulana lo hace”.
- Y fulanos – dice Antonio- hombres también.
- Pero no se sabe.
- Yo (Antonio) oí decir de un señor de aquí lente que lo hacía.
- Que provocaba mal de ojo.
- Que hay personal que ellos no quieren hacerlo…
- Que es involuntario pero que tienen mucho poder por lo que sea y te miran mal mirado y ya está.
- Exacto, exacto, pero que es verdad. Sí, eso si te lo puedo garantizar yo lo que no puedo es justificarlo, porque ahora mismo mi nieto mismo con sueros allí en la Arrixaca y sacabas al crío morimundo…
-¿Qué edad tenía el crío?
- El crío  tenía cinco meses.
La aparición de unos vecinos termina abruptamente la entrevista que, por otra parte ya tenía amplitud suficiente, aunque las charlas de las mujeres mayores del lugar suelen estar llenas de enjundia.


ROSARIO


La tía rosario es de una pedanía cercana a Murcia, tiene 69 años, ha sido y es ama de casa y como casi todas las mujeres de la huerta de la época, trabajadora ocasional, ayudando a su marido o por cuenta ajena, en las tareas agrícolas.
- No sé yo hablar para poder expresarme para que eso Ud. Lo pueda presentar…en ningún sitio…
- ¿Como que no?
- Porque, porque yo no tengo estudios, yo tengo muchas faltas de ortografía, que no se tampoco decirlo…
- Aquí – señalo la grabadora- no se notan las faltas de ortografía.
- Entonces…
- Usted lleva viviendo muchos años, expresándose con normalidad y no le ha pasado nada…
- No, yo lo que me pasa es que lista no he sido, he querido ser lista pero no he podido serlo. ¿Por qué? Por mis circunstancias, por mi vida, que se me ha enfocado de la forma que se me ha enfocado que no he podido llegar a ningún sitio, ná mas que me quede anclada, nací pobre, como yo digo, pobre seas y… Desgraciada no porque tengo cuatro hijos como cuatro soles, ¿Me lo estas grabando?
- Si
- Y, y me siento feliz y aparte de sentirme feliz me siento muy conforme porque he tenido resignación y he dicho “Esta vida me ha tocado a mí y es para mí, porque o si no, he tenido momentos… A lo mejor como el ochenta por ciento o el noventa por ciento, buenos y malos.
- Ahora me interesa que me cuente Ud., como empezó con el mal de ojo y que es lo que hace.
- ¿Yo como empecé? Na más que simplemente con el mal de ojo… yo tuve mi primer hijo, me contaban que efectivamente el mal de ojo hacía reacción y era una cosa efectiva y yo creí en ello, entonces. Yo, aparte de que el mal de ojo no se le echa a personas ni más guapas ni más feas, ni más hermosas ni menos hermosas, hasta incluso a los animales, siempre al que llama más la atención se le suele hacer mas mal de ojo porque entonces es a dónde va el punto de esa persona que hace mal de ojo se inclina directamente a esa persona y entonces es cuando el mal de ojo según yo tengo aprendido desde que tenía doce años
- ¿Empezó Ud. entonces?
-Yo empecé, yo empecé y yo… inclusivamente me lo dijeron:”Tú puedes cortar el mal de ojo”. Y yo dije “¡Uy!” Es que eso para mí, como se lo diría yo a Ud. me sirve a veces de decir, yo le corto a una persona el mal de ojo y a lo mejor ella coge y se va dice “¡Ah! Eso es una tontería”, Entonces eso me sirve a mí de que como si llego a pedirle a Ud. una cosa y me dice que no, pues me da como, como un trompazo en los morros, hablando brutalmente, entonces yo eso no me… no me da gusto, porque yo hago con toda mi fe, porque eso de que algunas vienen y dicen “Ah, es que yo creo en Dios, soy católica apostólica y soy muy creyente y yo si me lo creo”, y yo digo: “Yo te voy a decir una cosa, yo lo mismo a la que es cristiana o al que es cristiano, es lo mismo que al que es ateo, para mi es igual, si tú no te lo crees como yo te lo hago con toda la fe, pues te va a hacer la misma reacción, entonces me es igual que tu no creas como si creas…”
- ¿Y empezó Ud. a hacer, me decía, cuando tuvo el primer hijo, o antes, o…?
- Empecé a hacerlo cuando tenía diez o doce años, pero después, al tener mi hijo, lo pude yo comprobar.
- Que le habían hecho mal de ojo
- Que le habían hecho mal de ojo, y como ya bien te digo, algunas personas eso lo dices y se echan a reír, como otros casos, como otros casos y otras pues dicen… pues sí.
- ¿Y cómo notaba Ud. que tenían mal de ojo?
- Pues yo lo notaba… a las criaturas se les manifiesta, se les manifiesta de que a lo mejor están, las criaturas vienen, si son pequeñas están normal, les das su biberón, o le das su teta, su pecho y después empiezan llorones, llorones y no se pueden quedar dormidos… pues “¿Que tiene mi hijo, que le pasa a mi hijo?, si mi hijo yo no le ha dado nada para que le pueda perjudicar en su intestino…, no, pues ¿qué le pasa a mi hijo?” Pues la gente ya, con esa experiencia “Ah, pues fulana corta el mal de ojo, pues yo voy a llevarlo”. Y efectivamente, unas veces tienen y otras veces no tienen. Entonces…
- Hablamos de niños.
- Niños, y de mayores también.
- Entonces Ud. diagnostica si está o no está el mal de ojo.
- Yo, al hacer lo que yo hago, efectivamente se si tiene mal de ojo o no tiene mal de ojo, porque aquí han venido criaturas y les he dicho, “No, al zagal tienes que llevarlo tu al pediatra porque el zagal mal de ojo no tiene”. Algo que no le haya caído bien, fiebre que tenga el niño tenga fiebre, y si tiene fiebre también se le manifiesta
- Y una vez detectado el mal de ojo, Ud. entonces…
- Una vez detectado el mal de ojo, saber yo que tiene mal de ojo, tengo que estar dos o tres días cortándole el mal de ojo, y al cabo de los dos o tres días, ya el mal de ojo, excede,-por cede- disminuye y entonces ya se lo noto menos.
- ¿Suele ser repetitivo? ¿El mismo niño que ha cogido mal de ojo ahora lo coge dentro de dos meses?...
- Pues sí.
¿Y a que se debe?
- Pues tampoco se lo puedo decir, no es que no se lo pueda decir, es que tampoco lo sé.
- Puede ser unas circunstancias fortuitas…
- Yo ahora mismo, para poner una comparación, yo cuando era soltera, que estaba en la huerta, tenía una tía mía que a raíz de eso fue cuando a mí ella me lo enseñó. Tenía mellizos y antes claro, ahora los sienta uno bien en una alfombra bien en una manta, bien “apogeaos” cuando empiezan a andar a tatas, porque ahora los pones en el parque. Y antes, pues no teníamos esas cosas, no había de eso porque no había dinero, lo había para el que tuviese, pero para los pobres no había. Entonces se ponía un saco y se sentaban, pues y los críos estaban sentados en el suelo encima de un saco, y entonces, pues una mujer, cada vez que iba, les hacia mal de ojo.
- ¿Queriendo o sin querer?
- Sin querer, y sin saberlo ella tampoco. Ella tampoco lo sabía. Porque pasa como muchas cosas. A mí me duele de decirle a esta mujer que no venga a mi casa, me da vergüenza de que no venga a mi casa pero es que cada vez que viene le hace mal de ojo a mi hijo. Y efectivamente, nada más que veíamos a aquella mujer venir, si teníamos escapatoria, lo primero que hacíamos, coger un chico o un niño cada uno y lo escondíamos, nos lo llevábamos. Y ella enseguida “¿Y los zagales?” “Pues están durmiendo”. Pero si por caso nos cogía descuidadas, desprevenidas, pues la más inmediata era los mellizos allí, sentados, o tomados, que eran una preciosidad también y ya te digo que eso no influye en ser más guapos o más feos, entonces, pues, nada más que se iba, pues enseguida los críos empezaban con diarrea… pues ya se han trastornado los zagales. Ya estábamos con as orejas tiesas como los zorros. Enseguida cogíamos y los llevábamos a una mujer que cortaba el mal de ojo y estábamos allí media hora. Pues y nos veníamos con los chiquillos casi normales del todo.
- ¿Y porque les hacia eso esa señora? ¿Porque tenía mucha potencia?
- No, no, no lo sé si será porque tendría ella más fuerza que las criaturas o por lo que es, tampoco se lo puedo decir. No es que no se lo pueda decir, es que no lo sé. Eso es una cosa, creo yo que por mucho que Ud. estudie no va a llegar a poder saberlo.
- Bien. Y entonces ¿Ud. lo sigue practicando esto? ¿Siguen trayéndole niños de vez en cuando, mayores? ¿Gentes del vecindario?
- Si, si, lo práctico.
- ¿Y cómo es, así por encima encima, el ritual? ¿Como lo hace, con aceite?
- Si yo lo hago con un poco de aceite y pelo en un tazón echo agua y con el pelo…
- Con un pelo del aojado…
- Con un poco de pelo, con una mechica de pelo, para que pueda coger aceite, porque no con un pelo ni con tres, más que con un poquico de pelo se corta y se hace el rito y entonces si la gota del aceite se hunde, desaparece porque hay quien a lo mejor, si tiene poco, la gota cae y ves como cae y hace así y se extiende. Y si tiene mucho, es que cae la gota y es que no la llegas ni a ver.
- Siempre el mismo aceite. Ud. emplea siempre el mismo aceite. Un aceite de oliva normal.
- Yo tengo un candil ahí en la ventana y en el candil echo el aceite
- Y lo tiene al aire, para que le dé…
- Lo tengo ahí colgado, en cualquier sitio, no es que tengo como una reliquia, como si tuviese ahí yo que se…
- Aceite normal. ¿Pero el candil lo ha encendido?
- El candil sin encender. Nada más que a mí me lo enseñaron con el candil y ahora dicen que lo cortan de otra forma, pero yo, como empecé así y le tengo… no sé porqué.
- Tiene su fe y ya está.
- Y  lo corto.
- ¿Y lo ha trasmitido Ud. a alguien o no?
- Pues si se lo he dicho a varias porque me han insistido, me han dicho  “Mira que yo, Rosario yo es que aquí siempre dándote murga , dándote murga”, digo “A mí no me sirve de inconveniente, el chiquillo o la zagala o … tiene ese ese que a lo mejor lo ves bien y de momento lo ves trastornado y tú en vez de querer echar a correr, bien porque te coge más cómodo, o más lejos o mas ese” Pues yo viernes santo a las doce del día se lo enseñé.
- Una oración, o sea el ritual y una oración.
- No, no, si, un ritual se llama eso, y la oración es muy simple.
- La que Ud. trasmite viernes santo.
- La que yo trasmito viernes santo.
- La misma que a Ud. le trasmitieron.
- Exactamente.
- Bueno, se lo tengo que preguntar, ya sé que no, pero es una pregunta también que está en el cuestionario, ¿Ud. No cobra por hacer esto?, claro.
- Yo cobrar no cobro. No, no, yo tengo mis hijos y yo tengo mis hijos que han ido al curandero, han ido a lo mejor que se les ha torcido el pie, han ido que los tendones se les han encogido, y han ido porque han creído que han tenido mal de ojo, porque yo, aunque Ud. no se lo crea, no se me escapan, no sé por qué, no se me escapan muchas cosas. Yo he ido con mi hija a curanderos y lo primero que me dijo a mí un curandero dice “Señora ¿Por qué me mira Ud. así?”, digo “Porque tengo los ojos así. Si a mí me los hubiera dado Dios los ojos más grandes, si yo tuviera herencia de familia ojos hermosos y grandotes pues yo lo miraría con esos ojos, pero me los ha dado tan chicos y casi cerrados y tengo que mirarlo de esa forma, que quiere Ud. que le diga”. Entonces mi hija fue, mi hija cogió porque tenía dolor de cabeza y le dijeron que aquel curandero que le quitaría el dolor de cabeza y entonces pues yo le dije a mi hija, dice “Mamá ¿Tu quieres venirte conmigo?”, digo “Quiero irme contigo”, digo “Pero yo no voy a hablar ni una palabra. Tú confía en mí”. Dice, “Mira, si no vas a hablar tú te vienes”, porque yo es que me pasa una cosa, no sé por qué soy muy curiosa, soy muy…no sé cómo le llamaría yo. Entonces yo cogí y me fui, y claro, como era dolor de cabeza, lo primero que le hizo el hombre, pues tenía allí una maquinaria no se dé que forma, no recuerdo, una cosa muy simple y le daba a unos botoncicos y lo primero que hizo fue ponerle una cosa en los oídos que mi hija no se notaba nada en los oídos y en realidad fue a especialistas porque mi hija por desgracia lleva ya veinticinco años de dolor de cabeza, no sé si será por cosas que a ella se le habrán metido en la cabeza o porque tenga algo en la cabeza, porque en realidad ha ido a cien mil médicos, le han hecho cien mil millones de pruebas, no le sacan nada de nada porque le han hecho estas cosas que hacen tan especiales que yo no sé como se llaman que aunque sea un pelo de recorrido en su cerebro se lo notan. No le han notado nunca nada. ¡Cuantas veces me ha dicho a mí! Ella, dice “Mamá si a mí me dijeran: Tú tienes esto, que sepas que esto no se te puede corregir yo me vendría mas conforme, lo que pasa que me dicen en nada de lo que me hago me cueste lo que me cueste a mi no me sacan nada, nunca, nunca, nunca que voy, y yo me vendría mas conforme que me dijeran: Mira yo te hago esto, tú tienes esto, ya sabes que esto vas a tener que llevar esa cruz toda tu vida y no te podemos hacer nada” Pero nunca le sacan nada, tiene ese defecto.
- Y entonces yo  me fui con mi hija y le dije “Te prometo que yo no voy a decir nada” Lo primero que hizo el hombre, fue meterle unas cosicas en los oídos, y hizo así se las puso y hace así y hace así el hombre, dice “Mira: eso tenías en el oído”. Y él, según le salió una cosa así (señala como una media uña) y yo al coger y ver la cosa y mirarla y mirarlo a él, fue cuando me dijo: “Señora ¿Por qué me mira Ud. así? Pero le contesté eso que te he dicho antes. Pero yo sabía que aquello no había salido del oído. Lo sabía porque le habían mirado los oídos y una cosa tan grande no sale de un oído. En resuman, que él lo cogió inmediatamente con una servilleta y lo echo a la povera, lo echo a la basura porque no dijo mira que tienes esto, aquí te ha salido esto y aunque lo hubiese hecho, dentro del oído mi hija no podía tener aquello.
- O sea que era un embaucador.
- Aquello era, era, era un vividor, era un vividor y entonces fue cuando me dijo eso de porque lo miraba así. Yo se lo dije simplemente eso que le he dicho a Ud. Y ya no volví a repetir palabra y nos vinimos. Y mi hija después decía: “Mamá, si yo eso no lo podía tener en el oído, mama si eso no puede ser”, digo “Nena es que tú no lo estás viendo, lo que te está haciendo, si lo que te está haciendo no es nada”. Porque tu llegas a una consulta a un médico y llegas a que te pasen medicinas, te receta y punto, pero tu llegas a un médico y le das sesenta mil pesetas o le das veinte mil pesetas y te explica de pe a pa y te mira de pe a pa, de arriba abajo y te hace todas, hasta hasta la… de que murieron tus abuelos o tus bisabuelos, porque eso se hereda, según dicen. Entonces yo, pues me quede asombrada, y yo dije pues este hombre… que se lo expresé, yo se lo exprese que él me lo detecto a, a, a, ¡hombre!
- Y con animales o plantas tiene Ud. alguna experiencia.
-Pues con animales y plantas a mi me han dicho: “Yo tengo esta planta que la tenía tan maja el otro día, pues y se me está secando, y se me está secando, Rosario ¿por qué no lo probamos? Y efectivamente dan pruebas reales.
- De tener mal de ojo.
- Si. Y en animales también. Yo de animales no he hecho nunca, porque les he hecho pero no han tenido.
- No les ha encontrado.
- No, no les he encontrado, porque hace siete u ocho meses se nos murió un caballo porque ahora a mi hijo le ha dado el tonto por tener ahí los caballos pero tenía un ejemplar de esos, hombre, yo creo que el caballo pesar ochocientos quilos, de eso, un real caballo y lo dominaban mis nietos estos dos que hacia cien mil cosas y les obedecía
Nos interrumpe el teléfono que suena en la habitación contigua
- Pues nada que el caballo, pues no, no tuvo solución porque lo que tenía el caballo no era mal de ojo, era que el animal… después vino el veterinario muchas veces y por desgracia se murió. Luego también eran alérgico a una medicina que no se la podían poner, que eso después se enteró mi hijo al que se lo compró, a él no se lo dijo, pero se lo dijo otro, otro veterinario, claro, “Lo has comprado tu muy ilusionado, te ha costado un buen dinero, pero este caballo tiene este defecto, no se le puede poner esta medicina”.
- Se supone que las personas que practican el… que cortan el mal de ojo son religiosas, o tienen una cierta fe
- Yo le voy a decir una cosa, yo soy cristiana, y yo le voy a decir a Ud. como a otras personas si dicen que yo creo en Dios, porque yo me pienso que si no creyera uno en nada, pues, yo que sé, no tendría uno… no sé cómo expresarme, no sé cómo se lo diría yo. Yo estoy bautizada, yo voy a Misa, también le voy a decir una cosa, también tengo aprendido que la obligación es antes que la devoción porque eso es una devoción, eso es una cosa… pero yo nunca me he dejado mis hijos solos por ir a misa. He ido a Misa cuando he podido, cuando he tenido una máxima necesidad, no he ido a Misa y he creído..., yo he estado en mi casa con mis hijos y he creído que estado a lo mejor cumpliendo con mi obligación que estando en Misa.
- Sigue Ud. practicando… cortando el mal de ojo.
- Si.
- Con qué frecuencia, más o menos.
- Pues ahora, prácticamente eso es que está muy extendido ¡eh!, Antes es que te tenias que ir a lo mejor a tres kilómetros a que te cortara una señora el mal de ojo, pero ahora estamos… ahora lo practica…
- Es decir que sigue habiendo el mismo mal de ojo que había antes o más.
- No, quiero decirle que ahora lo sabe más gente.
- Lo sabe hacer más gente, pero también porque habrá más mal de ojo, no, o porque…
- Pues no lo sé.
- Porque es una cosa que afecta a mucha gente.
- Pues, pues si que afecta, que quiere que le diga. Yo tengo dos nietas y a las tres menos dos me llama mi nuera: “Rosario, mire a ver la zagala, está muy tonta, está que no está cómoda de ninguna manera, está que por nada se pone llorona, que por nada que eso”. Y tiene mal de ojo.
- Qué edad tiene la niña.
- Pues tiene cuatro años.
- ¿Hasta qué edad se suele presentar el mal de ojo en niños?
- Pues se suele presentar hasta una edad muy corta, hasta los tres o cuatro meses.
- Al principio hasta tras o cuatro meses, y después, cuando van creciendo…
- Y cuando va creciendo pues es que precisamente sea decir es que eso lo tiene ella ni está continuamente con esa persona que hace el mal de ojo, nada más que, pues que de momento pues se trastorna la chiquilla, lo mismo a los tres meses, a los dos meses, a los cinco, que no es una cosa de decir, es que de cada quince días tiene la chiquilla mal de ojo, es que de cada ocho días la ha visto esta mujer y le ha hecho de ojo, porque eso es una mujer que hace mal de ojo, o un hombre que hace mal de ojo.
- Los hombres también lo hacen.
- Pues yo prácticamente, no tengo oídas que lo hagan ningún hombre.
- Y cortarlo, lo cortan los hombres también, o mayoritariamente son mujeres
- Mayoritariamente son mujeres, porque los hombres siempre se suele decir como yo digo. Más rebeldes en eso.
- Son menos sensibles.
- Son menos, menos creyentes en esas cosas.



AGUSTIN


Agustín tiene 65 años, industrial, y relata su experiencia con el mal de ojo en un nieto suyo y, ya encarrilado, otras también cercanas.
- Una nieta mía cuando era chiquitina y tal en dos o tres ocasiones se lo cortaron y tal pero que se ponía malísima la cría, mala y mala y mala y era llevarla…
- ¿A quién?
- Pues se la llevaban… es que se la llevaba Luisa mi mujer y no se a quien se la llevaba, pero me suena que se la llevaba al campo a través de Antonio Guillén, Antonio el de la Tiva, a una mujer que le llaman “La Grama”.
- Por aquí, por el campo.
- Por el campo este de aquí (no se escucha bien el nombre) por allá metido. Pues era irse la cría de no parar de llorar y no parar de llorar y no dejar dormir, de noches sin saber porqué, irse la cría pero una cría durica con dos años, no puede ser psicológico ni mucho menos, llegar allí, empezar a hacerle sus cosas y tal y se venía la cría aquí riendo y aquí se había acabado la enfermedad que tenia.
- ¿Y le volvió a repetir?
- Al tiempo, al tiempo, a lo mejor… tuvo dos o tres veces el problema ese. Y el caso de una hija de un chofer mío, de Pepe, el suegro del que tiene la emisora de sordos, bueno, pues esa cría con nueve o diez años, menos de diez años, estaban ya desesperados con ella porque era una cría que estaba al colegio y la cría de la noche a la mañana empezó a estar depresiva que no quería ir, no hacía más que llorar y llorar y llorar y ya la llevaron al psicólogo, la llevaron al médico, la llevaron a otro médico, un montón de cosas y ya no sabían qué hacer con ella hasta estuvieron a punto de mandarla a un psiquiatra a ver qué problema tenía esa criatura a ver si es que le habían dado un susto, o la habían amenazado con algo, porque tú sabes que esas cosas pueden ocurrir a nivel de críos y todas esas cosas.
- Bueno, pues la cría no tenía nada y no tenía nada, y no tenía nada, pero el caso es que la cría, llorar y llorar y depresiva y llorando, sin querer ir a clase… estuvieron varios meses, ¿sabes? y un día se me ocurre a mí de decirle, digo “¿Pepe se te ha ocurrido pensar que la cría tenga mal de ojo?” dice “No, ya ves tú, si mi suegra lo cura”. La abuela de la cría curaba el mal de ojo y nadie había caído que  la cría tenía un mal de ojo de esos, pero de esos de tres pares de c… La llevaron, la tal, y ahí se curó la cría, ahí se acabó. Pero que te estoy hablando de una realidad, no de eso que se dice por ahí. El hombre dice “¿Pero será posible?” que lo tenían en su misma familia, la misma abuela de las crías curaba el mal de ojo y se lo curó la abuela, creo que fue la misma abuela la que se lo curó.
- Otro caso, hace ya un montón de años, Manolo Sandoval, no sé si tú lo conocerás, el yerno de Pedro el polvorista, sabes quién te digo, el cuñado de Ramón. Estábamos en Torrevieja ese verano. De las tres crías que tiene, la pequeña la cría, aquello era el colmo se llama eso el Aliakan, la cría mal y amarilla y mal y mal y médicos y vengan médicos.
- Amarilla, estaba.
- Si, si, amarilla estaba la cría y médicos, y venia de Torrevieja periódicamente a ver los médicos y la cría no había forma de enderezarla. Pasa un día por el casino que estaban las pequeñicas que llevaban… de Rubira, de Antonio Rubira que llevó mucho tiempo el Casino. Bueno, esta familia que tenían gran amistad con ellos y llega un día y dice “Déjanos la cría que la vamos a llevar a un sitio” y la llevaron… si es que aquí en Santomera hay bastante gente de esa que cura. Y la llevaron a un sitio a ver lo que tenia, y entonces parece ser que eso lo detectan cogiéndote un pelo y eso para curarles y luego para ver si tiene o no tiene, en un ese de agua echan unas gotas de aceite y creo que no se pone en el pelo … algo así y tal. Si tiene mal de ojo, el aceite que normalmente esta flotando en el agua, el aceite se va automáticamente al fondo del vaso. Eso no no hay que… ni magia ni p… en vinagre, eso es una realidad. Tu echas un vaso de agua con unas gotas de aceite y el aceite se queda flotando encima. Normalmente el aceite flota encima del agua. Cuando tú ves que el aceite se va abajo, eso no se hace, eso es algo, aunque nos cueste trabajo de creerlo. Y eso es una realidad, pero que yo lo he visto como el aceite se ha ido abajo. Eso es una realidad. Eso es positivo. Mi hermana, la menor que vive en Torrevieja pues se encontraba mal, depresiva y médicos y un día desesperada que no sabía ni que hacer dice pues yo voy a ver en Orihuela. Me dijo quien era, pro no tengo ni idea, ella si lo sabe, pero ya mi hermana casi con sesenta años, no creas que…tiene cinco años menor que yo y esto hará ya un par de años, cincuenta y siete o cincuenta y ocho años. Bueno pues coge ni más ni menos que coge y se va a la persona en Orihuela que le dijeron que curaba eso. Y ella se fue a sentar que le hiciera la prueba y tal y le dijo también “Pues estas perdida”, dice “Tu tienes”. Porque parece también que eso hay más fuerte y menos fuerte. Bueno, pues le hizo allí sus rezos, sus cosas, sus p… en vinagre lo que fuera ¡y se le ha quitado! Se le ha quitado, dice que le dijo que estaba invadida, que estaba invadida.
- Sea verdad o mentira, efectivo es.
- Bueno, pero es que… pero tu fíjate, yo ahora mismo, estamos hablando de mi hermana la mayor y hay hasta incluso podemos atrevernos a pensar de que esto manda mucha tela (se señala la cabeza) ¿Entiendes lo que te digo?, Cuando estás hablando de una criatura de un año dos años lo que inmuta a la gente que hay que tiene que son los que producen el mal de ojo ¿sabes eso lo que es? Que hay personas que son las que lo provocan…
- Con mala intención, que te miran
- Algo, pero los que llevan eso no quiere decir que tal, no quieren hacerlo, pero tienen tal fuerza que lo producen. Y tú fíjate lo que ocurre con eso, pasa, pasa, a mi nieta le pasaba porque además se sabe en algunos casos que personas son las que lo producen. Mi nieta la tenía yo un día tomada y pasó esta persona y se puso a hacerle una caricia a la cría llamándole la atención pero con todo el cariño del mundo, ¡of!, por la noche torcía, por la mañana siguiente la cría… (Hace un significativo gesto con el pulgar hacia debajo de indudable reminiscencia romana).
- O sea que de forma involuntaria…
- Pero, que es una realidad. ¿Y ver una maceta de esas de capricho y tal y mirarla y como se recreen en ella a las dos horas está seca? Eso es que ha pasado, y no una vez sola. Que ha pasado. Le ha jodido la maceta, le ha jodido la maceta. A la mañana siguiente la maceta, seca total.
- Y esa misma persona, si tiene voluntad, debe ser mucho peor, ¿no?
- Si es que el problema parece ser, yo ya no sé de esas historias, que no es que sea voluntario, si al contrario, si a lo mejor ven con tal ilusión a esa criatura que le hacen mal de ojo.
- ¿Y a los animales también, me has dicho personas, plantas, y animales también?
Yo de animales,  ya no he oído.




CONCLUSIONES

Después de todo lo expuesto, las conclusiones se difuminan en un amplio espectro en el que hay cabida para todas las opiniones y posturas.


¿Es verdadero? ¿Es falso? ¿Se trata de una serie de prácticas supersticiosa o de efectos psicológicos? ¿Explicaciones sencillas, recurriendo a lo esotérico para fenómenos complejos? ¿Necesidad de curaciones por métodos chamánicos que provienen de tiempos en que la medicina no era asequible a todos? Es posible que haya un poco de todo en dosis variables según los casos. Lo cierto es que el fenómeno existe y que el ritual se sigue practicando en nuestros días con una intensidad y extensión muy parecida a la de tiempos antiguos, lo que invita a reflexión.

Hemos visto una pincelada del fenómeno en tiempos remotos y cómo lo recogen los testimonios escritos desde la antigüedad hasta nuestros días, y unos cuantos testimonios, escasos en número para ser representativos, pero significativos en cuanto a la vigencia que el fenómeno tiene en la actualidad más inmediata. Y podemos sacar algunas conclusiones, por más que su valor se relativice teniendo en cuenta lo superficial del trabajo:

·         El mal de ojo es un asunto de creencia. Y ese es un mundo en el que lo racional tiene poco espacio. Hay cosas que existen en la medida que hay alguien que las cree. Lo cierto es que está muy extendida la aplicación del mal de ojo a situaciones de malestar físico de explicación médica poco clara (a la que, por otra parte no se recurre) y se detecta una cierta desconfianza en la medicina, por lo menos a estos niveles. Sí se recomienda, generalmente acudir al médico cuando la cuestión pasa a mayores.

·         Queda claro que se requiere un notable ejercicio de fe tanto por parte del sanador cuanto por la del aojado, siendo ya esta situación parte importante para obtener un cierto beneficio de la sesión. Tanto el efecto placebo como la parte psicosomática de muchas enfermedades son efectos conocidos y tratados con eficacia por la medicina desde antiguo.

·         Tanto en el Diccionario de Autoridades como en el Tesoro de la Lengua Castellana de Covarrubias, se le describe minuciosamente, lo que da muestras de su inequívoca implantación social desde hace mucho tiempo, atreviéndose incluso el segundo a especificar que “Todo esto es superstición y burla; y solo se ha traído para curiosidad y no para que se le dé crédito”, en un loable intento de adoctrinar, trascendiendo la función principal del diccionario que debe ser la de ilustrar.

·         Está lejos del mundo de la magia y poco influido por él. Pertenece, quizás como primer escalón a ese amplio espectro de “sanaciones menores” realizados, no por personas con poderes especiales sino por “personas sabias” o “buenas”, con cierta limpieza de corazón y espíritu de hacer el bien a los demás.

·         Tiene ciertos visos de producirse por envidia o admiración (consciente o inconsciente). A un hombre mayor de la provincia de Almería al que le pregunté, me dijo “A los pobres y a los feos, no debe preocuparnos eso, solo les pasa a los que tienen algo para ser envidiados”.

·         Es muy abundante el número de personas (en general mujeres) que lo cortan, especialmente en los pueblos, o en las zonas periféricas de la ciudad. Uno de los testimonios (Agustín), al aconsejarle a su chofer que lo pruebe con su hija adolescente y melancólica, le dice que, precisamente, la abuela de la niña lo corta. No es extraño que en la zona que se ha prospectado, al preguntar a cualquier vecino, surjan los nombres de dos o tres personas que detectan el mal de ojo con toda naturalidad.


·         El perfil de la “sanadora” no es homogéneo y contrasta con la creencia general de la mujer mayor y poco culta el caso de Esther, universitaria y persona completamente actualizada en su forma de vida y profesión.

·         Casi todos los testimonios se muestran inclinados a considerar que se produce a pesar, y con ignorancia de la persona que lo provoca, aunque se contempla la posibilidad, escasa, de que exista específicamente intención dolosa.

·         El ritual oculta en su infantil misterio su propia simplicidad, a la que cualquiera que desee conocerlo puede acceder sin más condiciones que su necesidad, la disposición a ser iniciada, la intención de aplicarlo correctamente y el concurso de una “maestra” que suele ser proclive a ello.

·         Al contrario que en los curanderos o sanadores, existe un cierto prurito de modestia a divulgar sus capacidades, por más que estén seguros y muy convencidos de ellas.

·         Se hace el ritual en el domicilio del “cortador”, bien mediante la presencia física del afectado, bien mediante la aportación de cabello, en la mayoría de los casos, o en presencia de objetos que hayan estado en contacto directo con el aojado.

·         Los hombres intervienen poco en el fenómeno. No cono aojadores ni como cortadores, aunque he tenido noticias de alguno que lo cortaba.

·         No existe remuneración, ni siquiera encubierta.




BIBLIOGRAFIA

LIBROS


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Resumen: Este artículo presenta un amplio elenco de textos novelescos bizantinos que hacer referencia a los recursos mágicos y demás hechicerías, un aspecto obviado erróneamente dado el carácter ficticio del género.
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Resumen: Este artículo, in memoriam al profesor D. Jesús Hernández Parera, intenta estudiar algunas joyas mágicas en el retrato del príncipe Felipe Próspero de Velázquez; joyas que se creía poseían propiedades médicas contre el "mal de ojo". Estos amuletos eran la "higa" y la "campanilla" y fueron llevadas por la familia real durante algunos siglos en España, pudiendo ser encontrados también en algunos retratos infantiles.
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Resumen: Durante los trabajos arqueológicos que se llevaron a cabo (1987-1988) en el solar del antiguo Hospital de San Andrés (Escalona, Toledo) fueron recuperados numerosos fragmentos de pulseras de pasta vítrea. A pesar de su descontextualización, ya que por lo general suelen forman parte de ajuares funerarios de algunos individuos pertenecientes a las minorías mudéjar o judía, el objeto del presente trabajo es aportar algunas interpretaciones sobre su origen, e interpretación funcional, casi siempre asociada a su valor profiláctico contra el mal de ojo.
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Resumen: En Bermeo, ciertas mujeres realizaban un ritual para sanar o conjurar el "mal de ojo", begizkune, de una persona aquejada de esta desgracia por la maldición proferida por otra. En este caso se transcribe la grabación recogida en una casette en el año 1969 donde se relata una representación del conjuro
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Resumen: desde la más remota antigüedad todas las sociedades han utilizado amuletos para protegerse de diversos males, entre ellos el mal de ojo. En euskal erria el uso de amuletos ha sido una práctica común constatada hasta tiempos muy recientes. En este trabajo se estudian diversos amuletos metálicos en forma de colgantes realizados en su mayor parte en bronce, uno de ellos en plata. Proceden de dos yacimientos arqueológicos de Viana (Navarra): la custodia, poblado celtiberico y el soto Galindo, villa romana. Siete de ellos representan órganos sexuales masculinos y el gesto obsceno de la higa; otros siete son campanillas y cascabeles. Por medio de ellos se protegían del mal personas y animales. Tienen una cronología que va desde alrededor del siglo II a. c. hasta el siglo i de nuestra era. (a.)
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Resumen: en este ensayo se realizan una serie de comentarios sobre la etnomedicina en Galicia, tratándola como etnociencia, a saber, como una serie de "discursos" por los cuales la gente hace frente a la vida. El propósito de este trabajo es principalmente metodológico, en la primera parte se trata el conjunto del sistema etnomedico gallego y se toman como ejemplo los discursos etnocientificos sobre el "aire" y el "mal de ojo".-- a través de un ejemplo se muestra que cada discurso (local o antropológico) tiene su propia lógica interna y su propio modo de ver el mundo, su propia realidad.
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Resumen: el "mal de ojo" tiene su etiología en el deseo canalizado, potenciado por la mirada, justamente cuando este deseo, expresado en la necesidad de tocar no satisfecha, no se concreta en la realidad. El deseo, la envidia y la admiración son los elementos presentes asociados a la mirada, y a través de esta se produce la introducción de la enfermedad en el cuerpo. El uso de elementos de color rojo se halla también presente en esta operación, al igual que en otras culturas. En la argentina las madres usan todavía un punto de hilo o lona rojos para curar o prevenir el hipo, las dispepsias de lactante y la "enfermedad del susto". A través de estos tres elementos seleccionados, el autor de este trabajo ha querido ilustrar los dos padecimientos, la "enfermedad del susto" y la "ojeadura", de tanta raigambre y difusión en la medicina tradicional del noroeste argentino, abriendo así un pórtico a la investigación histórica y antropológica de esa región.
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[1] Diccionario de la Lengua Castellana.- Francisco del Hierro.- Madrid, 1726 (Fax)
[2] COBARRUBIAS, SEBASTIAN DE.- Tesoro de la lengua Castellana o española.- ed. Altafulla.- Barcelona, 1998 (Fax.
[3] DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA.- Vigésima edición.- Madrid, 1984
[4] MOLINER, MARIA.- Diccionario de uso del español.-Gredos.- Madrid, 1998.
[5] SUFURINO, JONAS.- El libro de san Cipriano, p.143.
[6] SUF.- op. Cit. P. 134
[7] CARO BAROJA.- Las brujas, p.174
[8] CARO BAROJA.- Las brujas, p. 290.
[9] LOPEZ DE LETONA, C.- Sobre el mal de ojo y sus remedios.- Archivos de la Sociedad española de oftalmología.- Madrid, 2000.
[10] ALEMAN PICATOSTE.- El mal de ojo, p.27
[11] La memoria de Caprés, p. 63
[12] HES.- Teogonía, 14
[13] HES.- Teog, 17
[14] HES.- Teog, 298
[15] HES.- Teog. 514
[16] HES.- Teog, 827
[17] HES.- Esc, 250
[18] HES.- Esc, 262
[19] HES.- Fragmentos, 23ª,28
[20] HES.- Frag, 25,8
[21] HES.- Frag, 75, 17
[22] HES.- Frag, 294
[23] HES.- Frag, 295
[24] RUIZ, p. 45
[25] OVIDIO.- Metamorfosis.- IV, 755 y sig.
[26] GRAVES, R.- Los mitos griegos, 39 d. refiriéndose a Diodoro Siculo, Apolodoro y Ovidio.
[27] GRAV.- Los Mitos,  50 e
[28] Ver bibliografía, revistas
[29] ALEMAN P, El mal de ojo.- p.44 y sig.

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