A la memoria del Dr. D. Pedro Lillo Carpio, de la UMU, bajo cuyo magisterio realicé este trabajo.
Mariano Sanz Navarro
INTRODUCCION
El diccionario de
Autoridades de la Real Academia española editado en el año 1726[1],
recoge las voces:
AOJAR.- Hacer
mal de ojo, dañar a otro con la vifta, por haber en ella infección, que fe
comunica por los rayos visuales, o por mirar con ahínco por caufa de envidia o
admiración, y a veces de cariño. Es voz compuefta de la partícula a y del
nombre Ojo. Lat. Facisnare. NIEREMB.
Obr. Y días, cap. 7: No fon pocos en aquellos a que aojan fu fortuna, y los
aduladores de ella. CALDER. Com. Para vencer al amor querer vencerle, Jorn. I
Que no quiero aojarlos, bafta
Que
los tenga recibidos.
AOJADO, DA.- El
que padece el accidente, o maleficio de mal de ojo. Lat. Fafoinatus, a, um.
Quev. Tacañ. Cap. 15. Puefto en él los ojos le miré con tanto ahínco, que fe
fecó el pastel como un aojado. GRAC. Mor. Fol 73. Como aquella que por algún
mal de ojo esta aojada.
Y el “Tesoro de la lengua castellana o
española” de Sebastián de Cobarrubias, impresa en el año 1611[2],
con las adiciones de Benito Remigio Noydens publicadas en la de 1674:
AOJAR.- Dañar
con mal de ojo, latine fascino, as, y
el ahojo fascinatio. Qüestion es
entre los phisicos si hay mal de ojo, pero comúnmente está recebido haver
personas que hazen mal con solo poner los ojos en otra; especialmente si es con
ira o con envidia; y desta mala calidad de empecer con la vista fueron
infamadas algunas naciones. En África huvo una gente que destruía las cosas con
solo mirarlas, secando los árboles y matando los animales. Entre los triballos
y Ilíricos, que llamamos esclavones, huvo gentes que tenían mala propiedad; y
oy día se sospecha que en España ay en algunos lugares linajes de gentes que
están infamados de hacer mal poniendo los ojos en alguna cosa y alabándola, y
los niños corren más peligro que los hombres por ser ternecitos y tener la
sangre tan delgada, y por este miedo les ponen algunos amuletos o defensivos y
algunos dixes, ora sea creyendo tienen alguna virtud para evitar este daño ora
para divertir al que mira, porque no clave los ojos de hito en hito al que
mira. Ordinariamente les ponen mano de tasugo, ramillos de coral, cuentas de ambar,
pieças de cristal y azabache, castaña marina, nuez de plata con açogue, rayz de
peonia y otras cosas. La higa de azabache retira algo a la superstición de los
gentiles, a la cual llamavan fascinium,
hoc est ungiuis medius, viriles membrum significans, y en este sentido le
toma Horacio lib. Epodom Ode octava:
Illiterati num minus nervi vigent,
Minusve languet
fascinium
Y dixose assí propterea
quod puerorum collis appensum fascinium arcere olim creditum est. Varro inquit:
pueril turpiculares quaedam in collo suspenditur, ne quid obsit; qui potest
capere, capiat. Oy
dia se usa dar una higa a la persona que están alabando o parece por estremo
bien. Los antiguos la daban a la persona de la cual temían ser ahojados;
Plinio, lib. 28, cap. 4: Simili modo et
fascinaciones repercutimos dextraeque claudicatis occursu. En el mesmo libro, cap. 2 dize curarse el ojo
con ciertas palabras enderezadas a la diosa Nemesis y en el capitulo 8, cerca
del fin, que trayendo consigo el pellejo de la frente de la hiena se assegura
del ojo , y en el lib. 26, cap. 10, que la rayz de la yerva satyrion tiene la
mesma vertud. Desta materia podrás leer a Plutarco, lib. Symposi, cap. 7. Todo esto es superstición y burla; y solo se ha
traydo para curiosidad y no para que se le dé crédito; verdad es que no de todo
se reprueva la opinión de que ay mal de ojo, y que la muger que esta con su
regla suele empañar el espejo mirándose a él, y esta podría hazer daño al niño,
y algunas otras personas compuestas de malos humores. Yo me remito a la escuela
de los médicos y no a la común opinión del vulgo.
El Diccionario de la Real Academia española[3]
dice de aojar:
AOJAR.- (De ojo)
Hacer mal de ojo.- 2. fig. Desgraciar o malograr una cosa.- 3. ant. Mirar,
dirigir la vista.
AOJAR.- (de ojo)
1. Mirar.- 2. Hacer “mal de ojo”. Causar daño un hechicero a alguien mirándole
= atravesar.- 3. Desgraciar, malograr una cosa.
MAL DE OJO.-
(“Hacer”). Influjo maléfico que se atribuye supersticiosamente a la mirada de
algunas personas, particularmente sobre los niños.- Aojadura, aojamiento, aojo.
En términos populares, se entiende por mal
de ojo un embrujo o encantamiento que produce en el sujeto “aojado” ciertas
características negativas debidas a la mala voluntad, enemistad y a veces
inadvertencia de quien se lo ha provocado. Está relacionado, como hemos visto,
con “la fascinación” y en algunos casos no es preceptiva la mirada, sino que
puede hacerse mediante el tacto o el aliento.
Según la creencia popular, existen ciertas
personas capaces de provocar este fenómeno con su sola mirada que, sin voluntad
manifiesta de hacer mal, o bien intencionadamente, pueden echar mal de ojo a
otras personas, animales o plantas, especialmente las de interior, en su
totalidad o parcialmente.
En algunos casos, estas personas tienen tal
poder que no pueden verse a sí mismas en espejos, estanques o superficies que
les reflejen por no dañarse. Parecen estar especialmente dotadas de esta mirada
personas con otras deformaciones o accidente físicos (jorobados, bizcos,
deformes o especialmente feas) y también mujeres en momentos especiales
(embarazo, menstruación, menopausia)
El mal puede causarse directamente o a
través de una imagen o fotografía cuando es intencionado, pero eso roza los
encantamientos mágicos y no es objeto del presente estudio.
Según parece, son las mujeres las más
proclives a causarlo, pues se supone que tienen “mayor fuerza en la vista” y en
la mayor parte de las ocasiones es atribuido a la envidia.
Constituye una “enfermedad cultural” muy
extendida y con un arraigo popular importante que se manifiesta en numerosas
ocasiones cuando se contempla un niño o un objeto perteneciente a otra persona
y tras las alabanzas pertinentes se añaden formulas como “Que san Antonio
bendito lo guarde” que previenen el aojamiento, siquiera involuntario, y
tranquilizan notablemente al sujeto de ellas.
La detección de la enfermedad se hace,
generalmente, mojando el dedo corazón de la mano izquierda en aceite y dejando
caer una gota en un recipiente con agua. Si la gota permanece unida no hay mal,
pero si se deshace hay mal de ojo y procede realizar el conjuro pertinente.
Según parece, los niños son victimas
especialmente propensas del mal de ojo, que suele manifestarse con ojeras,
fiebres, hipotonía muscular, somnolencia, bostezos o lagrimeo, vómitos,
diarreas y malestar general, lo que en opinión generalizada de los pediatras
correspondería con el cuadro de la cetosis aguda o acetona, causada por aumento
de cuerpos cetónicos en sangre que suele producir parálisis intestinal, con
distensión de las asas y abultamiento del abdomen.
Desde el punto de vista de la medicina
ortodoxa, el mal de ojo se considera como la manifestación de ciertos estados
de apatía o depresión, especialmente en muchachas adolescentes de ámbito rural,
algunas veces en niños se dan trastornos funcionales de diversa procedencia a
los que la cultura popular atribuye la acción de elementos maléficos.
Algunos conjuros son específicos para ellos.
En ocasiones, cuando se sospecha de la persona que ha causado el mal, se la
requiere para que se llegue a tocar al sujeto, descargándole así de la
influencia negativa traspasada. Si la persona no accede se le supone
intencionalidad en el mal.
El mito y la realidad en asunto de creencias
resulta una frontera difícil de establecer y los asuntos de fe son tan
subjetivos que no puede existir norma común que los catalogue. Los mismos
fenómenos por unos son considerados como realidades incontrovertibles capaces de
causar los mayores males y por otras fantasías inocentes que no hacen sino
atribuir a fenómenos esotéricos realidades cuya explicación existe aunque no
poseamos medios para conocerlas científicamente.
Puede definirse el mal de ojo como una maldición sin palabras, lo que lo
diferencia conceptualmente del hechizo en el que son imprescindibles las frases
rituales para provocarlo.
Se consideran tres clases diferentes:
·
El
ojo bobo.- El que lo tiene no se percata de ello y permanece en un estado de
atontamiento que no atribuye al aojamiento.
·
El
ojo secador.- Se caracteriza porque la victima pierde peso de una forma
continuada sin que pueda atribuirse el fenómeno a causa determinada.
·
El
ojo de la hiel.- Se da especialmente en niños que vomitan una sustancia verdosa.
Se dice que “se le ha revelado la hiel”. Es el más peligroso de los tres y
puede ser mortal a menos que se reciba la asistencia adecuada. Para comprobar
si el niño esta aojado se le miden las dos piernas; si hay diferencia entre
ellas, el mal está hecho.
En algunas ocasiones, el mal de ojo se
emplea como maleficio contra una persona a la que se le tiene especial inquina
y cuyo mal se desea. El libro de San Cipriano, joya de la bibliografía
esotérica y fantástica, propone un maleficio para causar el mal de ojo que no
tiene desperdicio[5]:
Toma dos ojos de león macho y ponlos a orear a la luz de
la luna, cuando esté en cuarto creciente. Cuando estén bien oreados, ponlos en
infusión con algunos granos de pimienta en una botella de vino blanco rancio
que dejaras al sereno cuando la luna se halle en cuarto creciente. Una vez
verificada la infusión citada, filtrarás el vino en un trapo finísimo y puro y
le agregarás una cucharada de miel. Después permanecerás encerrado en una
habitación durante veinticuatro horas, al cabo de las cuales beberás un
cortadillo del brebaje, elevando tu espíritu y pronunciando estas palabras:
“Lucifer, Belzebuth, Astaroth, prestadme vuestro infernal poder contra… (Aquí
pronunciareis el nombre de la persona a la que queráis causar maleficio) amen.
Luego marcharas en su busca, con la mirada baja y
procurando no mirar de frente a las personas a las que no quieras causar daño
y, al encontrarla, la mirarás de frente durante algunos minutos, exclamando
mentalmente:
“Por vuestra virtud, Lucifer, Belzebuth, Astaroth,
complacer mi deseo!... Amén.
Esta probado que, realizada esta experiencia en la forma
apuntada, la persona contra la cual los hayáis dirigido, sufrirá inmediatamente
los efectos de vuestro maleficio.
Es de suponer que en la época en que el
libro se escribiera, conseguir dos ojos de león macho resultaría más asequible
que en nuestros días. No parece probable que en la actualidad el conjuro tenga
demasiada vigencia.
Por lo que se refiere a la fascinación,
asimilable al mal de ojo, el inefable autor nos dice que:
La fascinación se produce en nosotros por la influencia
de espíritus dañinos sobre nuestro cerebro, que en un momento paralizan
nuestros músculos, nos hacen perder la cabeza y la vista y nos impulsan a caer
al vacío.
También suele posesionarse de de algunos animales
inmundos particularmente de las culebras, serpientes, etc. Dotándolos de
cualidades fascinadoras tan sorprendentes que no es raro ver cuán fácilmente
atraen sobre si con la mirada a muchos animales, y en particular a los pobres
pajaritos, haciéndoles victimas de su voracidad[6].
Abunda en ello la coplilla popular recogida
por el Dr. Alemán:
“Si yo fuera Basilisco
Con la vista te matara,
Y te sacara del mundo
Porque nadie te gozara”
Julio Caro Baroja recoge la creencia popular
en muchas partes de Europa y América de la existencia de personas que pueden
producir mal de ojo de forma involuntaria, refiriendo que autores de los siglos
XVI y XVII manifestaban su convencimiento de que el aojar era debido a ciertas
sustancias nocivas que tenían en los ojos o en otras partes del cuerpo personas
de determinada contextura y que no se podía considerar siempre el tal mal como
efecto de mala voluntad[7].
Cita la obra de un autor español del siglo
XVI, Fr. Martín de Casteñaga que se refiere al aojo como cosa natural producida
por las impurezas y suciedades que lanzan sobre los ojos determinadas personas,
sobre todo viejas solteras, lisiados y cierta clase de enfermos.
En el norte, el mal de ojo, al que llaman
”beguizco” créese producido en niños por la primera persona, generalmente mujer
y anciana, que pasa por la calle o que se interesa por la salud del sujeto.
Este al poco viene a padecer malestares de variable intensidad según el aojo
sea más o menos potente[8].
Desde la medicina más ortodoxa se ha
contemplado el fenómeno del mal de ojo con el rigor que el tema exige y así, el
Dr. López de Letona, en la sección Histórica de los Archivos de la Sociedad
española de Oftalmología[9] define la afección
como “Enfermedad que se atribuye
vanamente a la vista de alguno que mira con ahínco o con atravesados”
indicando que, posiblemente fuera traído a España durante la dominación árabe.
Según él, la extensión geográfica del mal es
muy amplia, siendo un fenómeno de amplitud mundial y dándose en España con
especial incidencia en los pueblos ribereños, en comunidades cerradas y algo
marginales propicias a los ritos curativos más o menos mágicos.
El mal afecta sobre todo a niños pequeños,
animales y plantas especialmente de interior, y las causantes serían en su
mayor parte mujeres en situación de menstruación, lo que enlazaría con la
tradición judeo-cristiana de la hembra impura.
De la misma manera que las mujeres son
mayoritariamente las causantes del mal de ojo, también son las mujeres generalmente las encargadas
de “cortarlo” mediante los rituales adecuados y la recitación de oraciones
sobre las que guardan celoso secreto transmitidas en fechas emblemáticas
(generalmente viernes Santo) y de las que solo se sabe que mencionan a la
Virgen María, la Santísima Trinidad y a Todos los Santos.
Es cosa común también que no se suelen
percibir remuneraciones por estos servicios, ni siquiera “la voluntad” como en
el caso de los curanderos que muchas veces ocultan un pago encubierto. Como
mucho se aceptaría alguna pequeña ofrenda, mas como detalle de buena vecindad
que como remuneración.
Se acepta que la enfermedad combina lo
mágico con lo medico.
Otro notable galeno, el Dr. Alemán
Picatoste, en su discurso de ingreso en la Real Academia de Medicina y Cirugía
de Murcia del año 1987, analiza el mal de ojo, con la experiencia de su
especialidad y cita el cuadro clínico del aojado relatado por Enrique de
Villena en su Tratado de la fascinación,
del siglo XV:
“Se conoce cualitativamente la catadura del enfermo
cuando la tiene turbada y ama tener los ojos bajos, e tener cuidado sin saber
de qué, e estar penoso e vagar y suspirar, e sentir queje en el corazón, e
obscurecimiento e dolores de cuerpo, como no querer comer ni tener señales de
especial e acostumbrada señalada dolencia, ni saber causa nombrada; préstanle
poco las comunes dolencias, e aun fallanle a veces frío, e súbito se muda en
color alternándose por veces trocadas en sudores que le vienen no razonables, e
luego dejan, e apretan las manos , esconde los pulgares e bosteza a menudo, e
tiene el oír más agudo que antes y extrisense del vientre; tales accidentes
muestran daño de ojo haber estado causado”[10]
Por lo que se refiere a la intencionalidad,
resulta ilustrativo el testimonio recogido por investigadores de la U. de
Murcia[11]:
“”Y la costumbre que había entonces, que cuando uno
pasaba a ver un animal, que los amos lo vieran, pasarle la mano por encima
”Dios te bendiga”. Eso sí, eso sí, Dios te bendiga”… Si el visitante
no hacia ese gesto ni decía esas palabras, los dueños creían que estaba aojando
al animal o animales.””
Remotas tradiciones egipcias cuentan que no
se debía mirar al faraón directamente ya que el poder divino emanado de su
persona era capaz de desmembrar el alma de quien se atreviera a fijar la mirada
en sus ojos. El mejor talismán para conjurar el mal de ojo era un amuleto
representando el ojo de Horus.
En Grecia se utilizaban esencias de aloe y
mirra para evitar el mal de ojo y en la antigua Roma se perfumaban las
estancias con hojas de eucalipto, a las que se otorgaba cierto poder curativo y
mágico que, colocadas cerca de la entrada, cerraban el paso a los
encantamientos. El mal de ojo podía contraerse por mirar a un reo que estuviera
sangrando, ya que su rabia podía transmitirse a quien lo mirara directamente a
los ojos.
También entre los pueblos precolombinos
existía la creencia de que se podía echar mal de ojo a voluntad mirando a un
enemigo al tiempo que se masticaba un puñado de maíz que antes hubiera estado
en la boca de un muerto.
A la mirada se concede una gran importancia
ya desde los primeros documentos que han llegado hasta nuestras manos. Así, en
Hesíodo encontramos numerosas referencias a las distintas formas de mirar: De
Atenea nos dirá que tenía los ojos glaucos[12], de Afrodita que
los tenia vivos[13],
y de Equidna, a la que Medusa alumbrara en una cóncava gruta que era “mitad ninfa de ojos vivos y hermosas
mejillas, mitad en cambio monstruosa y terrible serpiente…”[14].
A Zeus la atribuye “amplia mirada”[15] y de Tifón,
concebido por Gea de Tártaro que “De los
ojos, existentes en las prodigiosas cabezas, bajo las cejas, el fuego lanzaba
destellos y de todas las sus cabezas brotaba ardiente fuego cuando miraba”[16].
También de las Keres (Cloto, Láquesis y
Atropo) “de terrible mirada”[17],
que “se miraban entre sí de forma
horrible, con ojos de furia”[18], y de
Clitemnestra, hija de Tindáreo que tenia “sombría
mirada”[19].
La mirada resulta definitiva en los hombres:
“…ninguno de los héroes en la lacrimosa
guerra matadora de hombres se atrevió a mirar de frente y atacar al violento
Meleagro cuando se aprestaba a luchar cara a cara”[20].
Esceno, defiende a su hija de los que se
arremolinan a la vista de su pecho al que el soplo de Céfiro ha desnudado del
manto refiriéndose a ”mi hija de
rutilante mirada”[21]. En otro fragmento
referido al rey Hipomedonte habla de “sus
tatuados ojos”[22] y citando a
Esquilo dice de las hijas de Forco que “todas
tenían un solo ojo y un solo diente”[23].
Vemos que los ojos en unos casos, o la
mirada en otros son elemento definitorio del carácter o de las actitudes del
personaje, ya mostrando apacible bondad, ya manifestando fiereza, ira u odio.
Por las características de la mirada se colige, tanto la categoría humana como
el estado de ánimo.
Dentro de la mitología griega, el personaje
cuya mirada es mortal por antonomasia es Medusa, una de las tres Górgonas.
Veamos su genealogía e historia:
Hijos de la tierra y el Ponto, Forcis y su
hermana Ceto se unen para alumbrar a las Forcides[24],
dos grupos de tres hermanas: las Greas y las Górgonas. Las primeras nacieron ya
viejas, o por lo menos con el pelo blanco y no tienen descendencia. Sus nombres
son Pemfredo, Enío y Dino y eran tan
decrepitas que tenían un solo ojo y un solo diente para las tres. Ambos se los
intercambiaban por turno, lo que dará lugar a que Perseo las sorprenda en el
momento del cambio y se los robe haciéndoles chantaje para que lo ayuden a
vencer a Medusa.
Sus hermanas, las Górgonas son Esteno,
Euriale y Medusa, de las cuales solo la ultima es mortal, como se podrá
comprobar andando el tiempo. Son aún más monstruosas que sus
hermanas,
con cabelleras formadas por serpientes, colmillos salientes y una mirada que
petrifica a quien las contempla y que en el caso de Medusa subsiste aún después
de muerta. Según cuenta Ovidio[25] fue en un tiempo
una joven bellísima de esplendida cabellera a la que forzó Neptuno en un templo
de Minerva. Ella, horrorizada, convirtió en serpientes sus cabellos.
Perseo le dará muerte decapitándola sin
mirarla, y de su cuello brotan en ese momento los dos hijos que había concebido
de Poseidón: Crisaor y Pegaso, ofertándole la cabeza a renglón seguido a Atenea
que la incorpora a su manto.
Alguna otra versión[26]
dice que, una vez muerta la Gorgona, Perseo utilizó su cabeza para petrificar a
Atlante convirtiéndole en el monte Atlas.
Aún después de muerte, la Gorgona resultaría
útil a la humanidad, pues Atenea le dio a Asclepio dos redomas con su sangre.
Con la extraída de las venas del lado izquierdo podía resucitar a los muertos,
con la extraída del lado derecho, podía matar instantáneamente. Otras versiones
dicen que Atenea y Asclepio se repartieron la sangre y que él la utilizaba para
salvar vidas y ella para destruirlas[27]. En cualquiera de
los casos es evidente la relación de la cabeza y la sangre de medusa con la
práctica de la medicina.
Una de las muchas conclusiones que se pueden
sacar del mito de Perseo y Medusa es que, con astucia, y con la ayuda de las
Forcides Greas, forzadas a ello por el robo de su único diente y ojo, es
posible vencer al maleficio mortal, lo mismo que será posible en el caso del
mal de ojo, si se efectúan los rituales adecuados. Tan factible es la maldición
cuanto el remedio.
La otra gran figura de regencia en la
mitología, aunque muy posterior es el basilisco, animal fabuloso al que se
atribuya la facultad de matar con la vista. Según las creencias populares
procedía de huevos puestos por un gallo o de huevos de gallina incubados por
una sierpe. En la tradición y en la heráldica aparece como una especie de grifo
mitad gallina o gallo y mitad serpiente. También se identifica con las iguanas,
de las que se conocen varias especies extendidas desde el Ecuador hasta México.
La más grande es el Basiliscos americanus
que puede llegar hasta el metro de longitud.
Puede rastrearse el mal de ojo a través de
la historia y la literatura hasta nuestros días en numerosos testimonios que
excederían el objetivo del presente trabajo. Quédense para más adelante.
De la misma forma que se contrae el mal de
ojo, voluntaria o involuntariamente, existen una serie de remedios y conjuros
para eliminarlo, cuya eficacia depende, por un lado de la potencia del aojamiento,
ya que existen diversas categorías en lo que a la fuerza del encantamiento se
refiere, desde los más leves, que apenas causan malestar hasta los graves, que
pueden acabar con la vida de la víctima. De otra parte, de la exactitud con que
se efectúen los rituales e invocaciones y del estado “de pureza” de la persona
que los realiza.
En la mayoría de los casos, interviene de
forma notable la imaginación, tratándose de remedios, si no disparatados, al
menos fantásticos cuya realización resulta en la mayoría de los casos engorrosa
y compleja. Pero precisamente en ello parece residir su eficacia. A mayor
fuerza del encantamiento mayor complejidad del ritual, o por lo menos mayor
necesidad de repetirlo en sucesivas sesiones que pueden abarcar varios días. Y
que en ocasiones se demuestra inoperante, dándose el sanador por vencido o
recurriendo a la ayuda de otro que al alimón se una a él para vencerlo, como en
alguno de los testimonios.
Pero a veces el maleficio es especialmente
virulento y el sanador tiene que darse por vencido y reconocer su fracaso, lo
que suele suceder en más de una ocasión.
Algunos de los más conocidos remedios, de
diversa procedencia, los más imaginativos de procedencia suramericana, se
exponen a continuación:
RITUAL DE SAN CIPRIANO
Para realizar este ritual es preciso que la
persona que lo efectúa se encuentre en un estado “positivo y ejemplar” y que el
sujeto sea adulto.
Se reza, al iniciar y al terminar el ritual,
el salmo 104 de la Biblia y después un Padre Nuestro, una Salve y un Gloria.
Se precisa:
·
Una
botella de aceite de mandrágora que contenga un trozo de raíz de la planta.
·
Un
plato blanco de loza
·
Un
puñado de incienso
·
Tres
velones de San Cipriano
·
Un
cuchillo nuevo
·
Una
rama de tomillo
Se colocan los tres velones encendidos
formando un triangulo de un metro de lado en el suelo. En medio se coloca una
silla que deberá ocupar el aojado.
Se enciende el incienso y se coloca el plato
con el aceite de mandrágora dentro del triangulo. Con la punta del cuchillo se
hacen siete cruces en el aceite.
Se vierten cuidadosamente siete gotas de
este aceite sobre la cabeza de la persona mientras se recita la oración
siguiente:
“Dos ojos te miraron, malos intereses te
dañaron, tres Ángeles te curaron. En el nombre de San Cipriano y de la
Santísima Trinidad, que desaparezca para siempre cualquier maldad, Amén”.
Eficacia probada.
HECHIZO DE LOS ESCARABAJOS
Se amarran con un mismo hilo nueve
escarabajos vivos (no se precisa la especie) y se entierran en suelo consagrado
a media noche. El mal de ojo desaparecerá en pocos días.
HECHIZO DEL OJO DE ORUS
Se corta la noche de San Juan, con una hoz
consagrada, un trozo de fresno europeo (sarbus acupuaria) y sobre él se pinta
un ojo de Horus con tinta o pintura azul. Se lleva este trozo de madera como
amuleto.
HECHIZO DE LOS NUEVE NUDOS
Se hacen nueve nudos en un trozo de cuerda o
hilo y se colocan debajo de la almohada durante la fase de luna menguante. Al
acostarse se debe girar siete veces en la cama en el sentido de las agujas del
reloj recitando en cada giro: “Malos augurios y amargura del diablo, disminuyan
y luego cesen del todo cuando la luna se desvanezca”. La curación está
garantizada.
RITUAL DE LA VELA (ESPECIAL PARA NIÑOS)
Se enciende una vela de cera realizando con
ella pases alrededor del infante siempre de abajo arriba, con especial
incidencia en ojos y parpados (con la debida atención a evitar quemaduras)
rezando simultáneamente el Padre Nuestro. Después se antigua a la criatura con
un cogollo de albahaca el pecho, la frente, cabeza y espalda. Si el mal de ojo
es muy fuerte, repítase el ritual tres veces.
RITUAL DEL ACEITE
Se toma un plato sopero de loza en el que se
vierte agua limpia hasta su mitad. Se vierte en el agua un poco de aceite. Si
se forma un solo “ojo” en medio del agua, debe cortarse con la punta de un cuchillo
y después se echa en el agua una pizca de sal gruesa.
Mientras se realizan estas tareas, se recita
el Padre Nuestro y se ruega por la persona conjurada.
RITUAL DEL HUEVO
Para realizar este ritual deberás hacer lo
siguiente: Un martes o un viernes y a cuerpo desnudo, te frotaras con un huevo
fresco de gallina por todo el cuerpo, empezando por la cabeza y acabando por
los pies. Después vaciaras el contenido del huevo en un vaso de agua. Esperar
de 6 a 10 minutos. Pasado este tiempo deberás observar la reacción de la clara
y la yema dentro del agua. Si la yema está en el fondo y la clara está limpia,
no tienes mal de ojo. Si la clara forma una cruz, te han hecho mal de ojo. Si
en la yema hay dibujado un ojo, alguien te tiene envidia y estas siendo
espiado. Si aparece una mancha de sangre, el asunto es más grave y debes
visitar al médico por problemas renales o de hígado. Si el agua está oscura,
tienes un mal de ojo potente del que pueden derivarse enfermedades, infidelidad
y problemas económicos.
RITUAL DEL LIMON
Para realizarlo deberás poner en un plato
blanco de loza un limón partido en cruz, formando cuatro trozos. Una vez hecho
esto, tendrás que poner encima de cada trozo de limón una cucharadita de
azúcar. Después escribe en cuatro trozos de papel blanco tu nombre y apellidos,
clavando cada uno de los trozos en uno de limón.
Coloca el plato con los cuatro trozos debajo
de la cama a la altura de la cabecera y déjalo durante siete días, al cabo de
los cuales si están de color oscuro o negro es que la persona tiene mal de ojo.
Para conjurarlo, en una habitación con las
ventanas y puertas cerradas y a la luz de una vela blanca de cera en la que se
habrán marcado tres cruces en forma de aspa (X) llenaras un plato de agua (si
esta bendecida, mucho mejor).
Moja después el dedo índice de la mano
izquierda en aceite de oliva dejando caer tres gotas en el plato.
Acto seguido, haciendo un circulo, pasaras
tres veces el plato por encima de la persona a la que estamos realizando el
ritual diciendo la oración nº 4 y el mal de ojo habrá concluido.
AMULETOS
El numero y clase de los amuletos contra el
mal de ojo es muy grande y su uso está muy extendido, tanto en España como en
Suramérica.
En “La Memoria de Caprés”[28]
(p. 63) ya citada, se hace referencia a los amuletos profilácticos que se
colocaban a los burros: “… el tío Juan
Pérez, llevaba en el cuello una cadena, el burro, llevaba en el cuello una
cadena, y en la cadena llevaba un cuerno colgando, porque dice que así no tenia
peligro que al burro le picara ninguna víbora”
Algunos ejemplos de
amuletos son los que siguen:
·
Pulseras
de coral en muñecas y/o tobillos.
·
Bolsitas
de color verde que contengan un billete de poco valor y un ajo crudo. Se
esconde entre las ropas de la cama del niño y según parece es muy eficaz.
·
Lazos
rojos en la cuna o en el pelo del niño.
·
Bolsitas
conteniendo algún versículo del evangelio que se cuelgan al cuello a modo de
escapulario.
·
Higas.- Pequeños dijes de azabache o coral que
imitan una mano cerrada con el dedo corazón extendido.
· El ojo de Horus.- de tradición egipcia, es un ojo con una ceja y un parpado superior muy marcados, la pupila es grande y redonda y bajo el parpado inferior existen dos trazos que caen hacia abajo, uno de ellos corto y perpendicular y el otro diagonal y más largo que acaba en un rizo cerrado. Estas dos marcas del parpado inferior corresponden a las manchas que el halcón tiene a los lados de la cabeza. Según la mitología egipcia, encarna, al igual que Maat el “mundo feliz”, el estado perfecto, el orden, lo imperturbado. Su origen se encuentra en el mito osiríaco de la batalla de Horus con su tío Set en la que pierde un ojo, que pasa a asimilarse con la luna, mientras que el ojo derecho se relaciona con el sol. El libro de los Muertos y numerosos textos egipcios como los textos de las pirámides y los textos de los sarcófagos hacen numerosas referencias a él.
· El ojo de Horus.- de tradición egipcia, es un ojo con una ceja y un parpado superior muy marcados, la pupila es grande y redonda y bajo el parpado inferior existen dos trazos que caen hacia abajo, uno de ellos corto y perpendicular y el otro diagonal y más largo que acaba en un rizo cerrado. Estas dos marcas del parpado inferior corresponden a las manchas que el halcón tiene a los lados de la cabeza. Según la mitología egipcia, encarna, al igual que Maat el “mundo feliz”, el estado perfecto, el orden, lo imperturbado. Su origen se encuentra en el mito osiríaco de la batalla de Horus con su tío Set en la que pierde un ojo, que pasa a asimilarse con la luna, mientras que el ojo derecho se relaciona con el sol. El libro de los Muertos y numerosos textos egipcios como los textos de las pirámides y los textos de los sarcófagos hacen numerosas referencias a él.
·
Nazar.- Esta creencia está extendida
especialmente en Turquía y sus orígenes se remontan probablemente a las
invasiones sufridas por los pueblos del norte con ojos azules. La tradición
popular les atribuyó el poder de infligir daños con la mirada y para
contrarrestarlo se creó el ojo azul, además de otros remedios como las
herraduras, el ajo, la hierba llamada diente de lobo, los espinos secos, el
plomo y algunas piedras semipreciosas. El amuleto por excelencia es el ojo
azul, como los de la figura, que se fabrica en hornos primitivos calentados con
leña de pino, a base de vidrio reciclado al que se añade cobalto, ópalo y zinc.
La forma de adquirirlo es la clásica: Una mirada, intencionada o no, al sujeto
o a un objeto que quedará aojado inmediatamente. Dado que puede ser
involuntario, se recomienda, después de la alabanza a la persona o al objeto
contemplado musitar la formula “Mashallah, nazar deymesin- No le pegue el mal
de ojo”, con lo cual quedaría conjurado este.
·
Cuerno.- Se trata de un pequeño cuerno que
se utiliza contra el mal de ojo y se cuelga al cuello de algunos animales,
principalmente los más hermosos y por tanto susceptibles de provocar envidia.
·
La mano de Fátima.- Muy extendida por
todo el Magreb, incluso en Egipto. Es una mano con los dedos hacia abajo
acompañada de un ojo protector. Ayuda a potenciar la paciencia, la fidelidad y
protege contra el mal de ojo.
Las oraciones ocupan un lugar fundamental en
los rituales para “cortar” el mal de ojo. Son de muy variada índole,
generalmente sencillas y repetitivas.
Se transmiten de viva voz, de forma iniciática
en días señalados, generalmente el jueves o viernes Santo y pertenecen al
secreto del ritual, aunque a través del tiempo algunas se han vulgarizado y
podemos conocerlas, véase una muestra:
- N
(nombre del afectado), Unos ojos te han hecho mal. Tres te harán sanar.
Padre, Hijo y Espíritu Santo; la Santísima Trinidad. Si es en la cabeza,
Santa Elena, si es en el cuerpo el Santísimo Sacramento, si es en los pies
los Ángeles treinta y tres. Como estas palabras son tuyas y verdaderas,
dios te quite todo el mal que tuvieras. El rezo se repite tres veces
- N,
Dos te han aojado y tres te sanarán. Jesús, María y la Santísima Trinidad.
Si es en la cabeza, Santa Elena, si es en el cuerpo, el Santísimo
Sacramento, si en los pies, San Andrés y sus Ángeles treinta y tres. Jesús
y María uno, Jesús y María, dos, Jesús y María, tres. N, Dios te libre de
tabardillos, aguas azuladas y mal de ojo. El rezo se repite tres veces.
- N,
Santa Elena tuvo a María, Santa Isabel al señor San Juan. Así como estas
palabras son verdaderas, se te quite todo el mal que tuvieras. Jesucristo
viva, Jesucristo no muera. Jesucristo te quite todo el mal que tengas. El
rezo se repite tres veces.
- Si
estas aojado de de la mañana el Dios te cure y la Diosa; si estas aojado
del medio día, el Dios te cure y la Diosa; si estas aojado del anochecer,
el Dios te cure y la Diosa.
- El
Dr. Alemán recoge algunas letanías y conjuros tendentes a eliminar el mal
de ojo, como la siguiente:
Entre dos te han hecho el mal
Entre tres te lo han de curar
En el nombre de la Santísima Trinidad
Padre, hijo y Espíritu Santo
Si es en la cabeza, santa Teresa
Si en los ojos, san Ambrosio
Si en el corazón, Divino Salvador
Si en las manos y en los pies, san Andrés
Y los Ángeles treinta y tres
TESTIMONIOS
Los siguientes testimonios se han recogido
mediante entrevistas grabadas a personas que practican habitualmente los
rituales para conjurar el mal de ojo o algunas que han querido prestar su
experiencia de casos sucedidos a familiares cercanos.
Las transcripciones se han realizado
respetando fielmente el original.
ESTHER
Tiene 27 años y es licenciada en Económicas.
Soltera. Trabaja en una empresa de instalaciones metálicas como gerente.
La entrevista se desarrolla en su despacho
profesional, lo que explica algunas interrupciones que se producen a lo largo
de ella, y el sonido del teléfono.
Empezó
hace tiempo pero por una inquietud personal, porque esto no es solamente un
ápice, forma parte de …Despertó hace tiempo, a los catorce años o así yo oía en
casa mal de ojo, mal de ojo aquí, mi tía Encarna quitaba el mal de ojo luego me
enteré de que mi tía Carmen también por parte de mi madre y … pero bueno a lo
mejor lo veía alguna vez que algún crío le quitaban, me contaban que a mí me
habían quitado mal de ojo que si tal, que si llorando todo el día, la cría
llorando, llorando, llorando, hasta que se le quitaba el mal de ojo y pedía
algo de comer y había estado sin comer veinticuatro horas… historia de esas. Y
bueno, pues la curiosidad estaba ahí, aparte de otros temas por los que me
intereso bastante.
- ¿Por ejemplo?
-¿Por
ejemplo? Pues todo tipo de conocimiento espiritual, crecimiento personal y sus
derivados porque podemos ponernos a hablar y hay mil temas como sabes, entonces
bueno, pues yo lo hablaba con mi madre, con mi hermana, con todos, es un tema
muy normal en casa, ¿no?
- Habitual
- Si,
bastante habitual, y te va a sorprender pero ahora mismo no recuerdo quien me
lo trasmitió, la tita Carmen, si, la tita Carmen me lo transmitió como suele
ser un jueves Santo o un Viernes Santo y bueno…
- Como fue el momento ese
- No
fue nada… nada fuera de lo normal. Me sorprendí porque yo pensaba que era algo
mucho mas parafernarl..., que tenía más, mas, que era mucho más rococó la
historia y no tenia para tanto, lo que se dice... no sé si tu sabes quitar el
mal de ojo.
- No, no
- La
frase que se dice es muy sencilla y es muy… llega como al… como al centro de la
tierra. Pues es la esencia pura y ya está. Yo no sé si eso hará más o menos yo
tengo fe en eso, pero tengo una fe relativa porque a lo largo de la experiencia
he ido aprendiendo cosas en relación a este tema. Es que a mí el mal de ojo… yo
estoy mezclando aquí tus preguntas.
Suena el teléfono
- Y me
he ido dando cuenta que la gente…lógicamente son...
El teléfono de fondo, interrumpe de nuevo
- Para
mí el mal de ojo ha acabado siendo simplemente una especie de limpieza, que
hayas estado más sensible o menos o más receptivo a… a estar protegido a
ciertas energías negativas, el mal de ojo es simplemente algo inexplicable que
supuestamente te lo quita pero yo creo que además de eso, hay que hacer, hay
que tener un tipo de conciencia y otras cosas como para que el mal de ojo sea
realmente tan efectivo como las personas piensan. Yo creo que no hay que darle
tanta fe como se le da porque tiene mucho de… de bulo.
- Cuando tú te enfrentas al mal de ojo, ha
sido provocado ¿por qué?
-
Cuando yo me enfrento que me …
- Cuando tu vas a quitar el mal de ojo
- A
alguien
- A alguien
- Es
lo mismo yo que a alguien. En principio yo cuando voy a quitar el mal de ojo me
lo quito yo primero por si tuviera
- Ya, Entendiendo…Si tuvieras, ¿de dónde
hubiera venido?
- No sé,
eso es…para mí eso no es importante saber de dónde ha venido, simplemente el
que ha venido y además hay síntomas que yo puedo llegar a notar como un cierto
cansancio, una sensibilidad demasiado sensible incluso dolor de cuello así como
una pesadez rara, pero vamos que tampoco cuando se quita es un efecto
inmediato. Notas, si, una mejoría, lo que sí es raro, yo no sé si hay ahí un
motivo físico o no que muchas veces tu lo haces, no sé si lo haces, te explico
- No, yo no sé, en absoluto
- No
sabes. Mi forma o como me han enseñado: Un vaso de agua, ¿vale? Un cacharrito
con aceite de oliva
Suena el pertinaz teléfono de nuevo.
- Dedo
corazón, dedo corazón de la mano derecha. Te santiguas tres veces, pones el
dedo, cuando yo me lo hago a mi misma pues vierto el aceite sobre el dedo
simplemente que a veces…no llegas ni a tocar el agua, se pierde y entonces
bueno… hay cosas que yo no puedo explicar pero vamos, eso tampoco pasa siempre
podría decir que hay un mal de ojo acusado.
- Cuando se pierde la gota.
- Cuando
se pierde la gota es cuando se ve, se supone que hay un mal de ojo importante
hay veces que la gota siempre esta y tal.
- Más potente, Porque también en el mal de ojo hay
gradaciones.
- Si
- Hay un mal de ojo liviano, hay un mal de
ojo muy fuerte.
-
Cuando se queda la gota medio abierta seria un grado medio cuando la gota se
queda como se suele quedar las gotas de aceite sobre el agua se supone que no
hay mal de ojo. Cuando se lo hago a otra persona?, pues puede ser que esa
persona esté presente o no esté presente, si está presente se le coge su dedo
corazón… yo suelo nombrar a esa persona mentalmente y después se dice …
- Cuantas veces lo habrás hecho
- ¿En
mi vida?
- A otro.
- ¿A
otro? ¡Puf! Jo, No puedo…No puedo
- ¿Es habitual? Y luego...
- No,
no es habitual, habitual en mi vida, ahora mismo… a lo mejor antes si era más
pero ahora es muy esporádico el que surja a lo mejor alguna de mis hermanas que
ve un crío…
- Un niño
- Un
niño, suelen ser niños o hay veces que si sabe alguien, pues que lo haces y tal
y hay confianza, que a mí no me gusta hacer estas cosas. Otra de las preguntas
que me has hecho es si es remunerado yo para nada hago esto…
- Ya, ya, me imagino que no, pero, pero es
una pregunta…
- De
hecho no me gusta, no me gusta hablar del tema con alguien que intuyo o que veo
que no va a entender sobre el tema, o que no lo va a entender cómo tiene que
ser. ¿Porque esto se sale muchas veces de… de madre no? Y la gente le gusta
mucho (¿hablar?) de estas cosas y yo para mí son naturales, tienen la función
que tienen y ya están ni cobro ni nada, ni quiero… - Más.
- La tradición que hay en tu familia es
siempre femenina.
- Si,
siempre ha sido femenina. Yo lo he transmitido a mi hermana Nani
- Y también con la misma… Y otra pregunta
-
Exactamente igual, pero ella no lo ejerce. De hecho ella sabe y si tiene un
crío que piensa… me llama a mí
- Porque tienes más capacidad seguramente
- No,
porque ella lo sabe pero no lo ejerce. Tendrá sus razones.
AURORA
Aurora tiene 72 años. Ha sido ama de casa y
al mismo tiempo ha llevado una tienda de alimentación en un pueblo cercano a
Murcia.
Iniciamos la conversación informalmente.
Procuro que pierda las reservas ante la grabadora, pero una vez lanzada,
deviene en torrentera.
Antonio, su marido, escucha la conversación
desde el extremo de la mesa que nos separa. Ella me habla de su madre que fue
la que la inició en el ritual para detectar y cortar el mal de ojo.
-
Bueno, yo es que quisiera primero, después te lo digo, pero quisiera…
- Todo eso es lo que me interesa, lo que tú
cuentes.
- ¡Ah!
Bueno, era una mujer, de esas mujeres de sus casas, no porque sea mi madre y
esté muerta voy a hacer halagos, no, es que era una mujer de su casa de todo y
por todo. Ella no era una mujer de brujerías, no era una mujer de libros, de
nada, ella era una mujer cristiana, beata tampoco, era cristiana, que sabía que
algo nos mantenía. Ella nunca me contó quien se lo había indicado. Por supuesto
pienso que fue su madre, pienso yo que fue su madre. Pero un día pues estaba la
gente con el mal de ojo y tal. Y yo tenía mi hija, la mayor, que cada vez que
iba a su casa, pues me la traía con mal de ojo.
- Cada vez que ibas a casa de tu madre
- Yo,
la cría se levantaba muy bien. Yo llegaba a mi casa y la cría ya llegaba
llorando, me la traía, estaba aquí en mi casa y la cría sin parar de llorar.
Entonces había una vecina aquí detrás y no sé quien me dijo: “Llévala a ca
Antonia “la paquilla” que corta el mal de ojo”. Y yo, pues no es que no creyera
ni nada, como yo eso en mi casa nunca lo había oído, pues yo pasaba de aquello,
pero que viendo que la cría lloraba y mas lloraba la llevo. Y yo me traje la
cría riéndose. Aquello era una cosa que había que verlo para creérselo
- ¿Que le hizo, te acuerdas lo que le hizo?
- Pues
le hizo una oración...
-¡Buenas!
Irrumpen en la casa que es de planta baja, y
estamos en la habitación que da a la calle, unos familiares. Aurora les hace
una señal de silencio y sigue:
-
Entonces yo ya me vine y yo me vine como pensativa, ¿no? pues pasan nueve días
voy ca mi madre y paso otra vez, ven la chiquilla. ¡Hola! que hermosa, que tal
tal, que cual, pues yo me traigo la cría llorando otra vez. La vuelvo a llevar
otra vez, pues y aquello… pero yo en mi casa no dije “la chiquilla tenia mal de
ojos” ni ná de ná. Na más que un día
surgió hablando, hablando porque un hermano mío el mayor se le habían muerto
tres nenes pequeños ya y se le puso el crío que tiene que lo tiene con un
bracito cortao que a lo mejor lo conoces, se le puso muy malo y me llaman.
Aurora, ven que está el chiquillo muy malo. Porque yo era un refugio para toda
la familia. Y llego y digo “si este chiquillo lo que tiene es mal de ojo”. Y mi
hermano nunca creía en eso, nunca jamás. Y el crío estaba… pues se puso con
cuarenta de fiebre. El crío estaba hermosísimo, entró una mujer a verlo y el
crío estaba precioso, aquella mujer se fue, el crío empezó a llorear, a
llorear, a llorear, a llorar, ya no era llorear, era llorar, que se reventaba
llorando con mucha fiebre, con cuarenta de fiebre. Y me llaman, y voy, y pues
claro, para ver si le habían hecho mal de ojo. Mira aquello te imponía. Mi
hermano lloraba como un crío porque él no creía en eso y él no me llamó para
que se lo cortara. Ellos no sabían que yo sabía cortarlo, porque yo no le había
dicho a nadie que yo cortaba el mal de ojo. Nunca. Y yo cuando me vine de allí
a la hora y media el crío no tenía fiebre, el crío no lloraba y el crió se le
pasó lo que tenia. Estuvo dos o tres días el crío así, un poco que no estaba
bien. Estuve cortándoselo día y medio.
- ¿Cuando lo habías aprendido?, para esa
época…
- Pues
sí, lo aprendí de mi madre, que es a lo que voy. Cuando le corté el mal de ojo
a este sobrino al poco murió mi madre. Dice mi madre, “tu quieres aprender
esto, hija”. Porque ella lo cortaba. Pero ella lo cortaba sin decirle a nadie
nada. Yo, mis hermanas no lo sabían. Y entonces me dijo la oración. Es
simplemente una oración, simple, simple, simple…
- ¿Cuando te la dijo?
- Me la dijo viernes Santo
- A una hora determinada
- No,
viernes Santo, viernes Santo
- ¿Y alguna técnica, además de la oración?
- Pues
no, técnica no, únicamente que pones el agua en la taza…
- Eso
-
Pones en un vaso aceite, siempre cantidad pequeña porque no es una cosa de…
bien que se lo hagas con el dedo o bien que se lo hagas con pelo. Yo siempre se
lo hago con pelo, porque… yo no sé el pelo que me han traído a mí aquí de
críos…
- Pelo ¿qué quiere decir?
-
Porque… un poco de pelo
- Un mechoncillo de pelo
- Un
mechoncico de pelo, no mucha cantidad tampoco, simplemente con una cosica de
pelo así… poco
- Siempre niños.
- Y
mayores, a mayores se lo he cortado a mucha gente.
- Hombres y mujeres.
- Lo
mismo da.
- Lo mismo da.
- Lo
mismo da que sea hombre que sea mujer, porque aquí una chica de al lado el hijo
estaba estudiando y de la noche a la mañana se le puso con unas ganas de llorar
que tenía el crío, como una depresión, ¿no? Y dice “¿Aurora, quieres probar a
ver si tiene mi Antonio mal de ojo?” pues tráelo. Porque yo no le digo a nadie
tiene mal de ojo ni nada, porque yo… hay mucha gente que no cree y yo es que
tampoco creo yo en… en esto. Nosotros teníamos una tía, como te ha pasado a ti,
una tía a que en aquellos tiempos si viviera ahora seria millonaria, era
maestra de escuela y era de Sella. Mi padre y nosotros aquí por parte de padre
no tenemos más que los hermanos que ella eran, ni primos segundos ni tíos ni
abuelos ni nada. Mi padre fue oriundo de Valencia para acá, mi tía se vino a
Murcia de maestra de escuela y luego pues le dieron Santomera y aquí en
Santomera se compró unas finquicas y aquí se instaló y se trajo a su hermana
que era mi abuela con mi padre que tenía dos añicos y era una mujer, cristiana
no había quien le tachara, un corazón de oro ¡Iba a pasar falta de nada la
persona que estuviera a su lado! Yo le llamo cristiana a esa persona. Y ella no
creía absolutamente en nada pero en el mal de ojo si, en el mal de ojo sí que
creía, en eso si que creía.
-Estabas diciendo que entonces ¿la técnica
cual es? Pones… ¿Como lo diagnosticas tú, como lo sabes? ¿O ya te vienen con el
mal de ojo?
- No,
no ya vienen con el crío “Oye mira, que llora este crío”. Un día vino una mujer
aquí a la tienda. Fue la primera vez que lo corté y el crío se reventaba a
llorar. Dice “Lo he sacado de mi casa tan gracioso y fíjate como está
llorando”. Digo “Pasa para dentro”. Bueno, es que parece mentira pero echas el
aceite al agua y en el agua no hay aceite. El aceite se pierde y en el momento
que el daño se quita el aceite se queda encima, que eso es increíble.
- A ver, A ver, ¿cómo, cómo? que no lo he
entendido.
-
Cuando tiene el mal de ojo ¿eh?, tú haces la oración y pones el aceite en el
pelo o en el dedo del crío porque a veces los críos no tienen pelo, porque el
dedo siempre lo arrugan, y tocas tu el aceite, a lo mejor tú no estás en
condiciones y con el pelo caen las gotas del aceite, ¿no? Y conforme caen las
gotas del aceite se pierden se van extendiendo en la taza. Normalmente yo pongo
una taza de esas de… un tazón que llamábamos antes de las sopas, que era con lo
que se hacía. Bueno, pues… y caen las gotas y se van abriendo y se abren, se abren. Conforme se le va
quitando, el aceite se va quedando como un plomo.
- Ya
- Cae
el aceite como si fuera plomo igual que el mercurio que cae la gota y se queda
la bola, pues así se queda el aceite.
- Y, simultáneamente, desaparece su
malestar.
- Si,
si, si, enseguida. Hay veces… porque cuando pasa un viernes, cuando le hacen
mal de ojo y pasa un viernes que lo tienen es muy costoso de curar. A
veces algunos vienen devolviendo sin
parar, vienen como si estuvieran borrachicas las crías igual que si… hay veces
que traen la cría: “Chica no tiene sueño, no llora y mira como está”.
- Y tu experiencia te dice que ¿El mal de
ojo como se adquiere?
- No,
yo ya en eso no…
- No tienes… no sabes cómo… O te han dicho,
“me ha mirado una mujer…”
- No,
no.
- Nada más que de golpe y porrazo le sucede.
- No,
no, le sucede, dicen, que yo tampoco esto te lo puedo asegurar porque en
realidad no yo… la oración mi madre me la enseñó y entonces pues que es muy
fácil. No es nada.
- No es eso lo que me interesa. Eso
pertenece al secreto de…
-
Entonces resulta que dicen que es una mala mirada y efectivamente hay de varias
clases digámoslo así, porque no me sé explicar de otra forma
- De varias gravedades
- De
variedades. A lo mejor yo, como lo hago, te miro y no te quiero hacer porque te
aprecio o porque a lo mejor no tengo la fuerza suficiente para hacértelo como
yo quisiera hacértelo o bien que yo no soy persona de influencia para torcerte
bien, entonces se llama una mala mirada.
- Ya
- ¿No?
Y eso es una cosa muy simple. Y luego está el que te hacen de verdad. El que te
hacen de verdad te hace un daño que te mata.
- Te lo hacen a cosa hecha.
- Si
- Por hacerte daño.
- Por
hacerte daño.
- Y lo que decíamos en último lugar, ¿de la
transmisión? Y otra pregunta ¿Cuántos habrás quitado tú a lo largo de tu vida?
- Yo,
pues en realidad no ha sido muchísimo el tiempo, pero que tampoco sabe nadie
que yo lo corto porque yo estuve cortándole el mal de ojo a una nena lo menos
ocho años
- ¿Sí?
- Cada
vez que la sacaban le hacían mal de ojo
- ¡Oño!
-
¡Vaya! Y tú la conoces, que te voy a decir quién es. El nano, que murió…
- Si
- Que
ella es Macaria, tienen una hija que se ha casado con un Francisquillo que
estaba en una Caja de Ahorros. Pues la nena, la hija de esa chica, no la podían
sacar. Se ve que le tenían un odio a la madre, a la abuela, al padre, a todos,
es que, es que, es que no podían
sacarla. Es que tener que venir a media noche…
- La traían, tú se lo quitabas…
-
Claro y la cría se iba pues encantada de la vida. Y traerme el pelo, traerme,
cortarle el pelo y traerme…
- Entonces ¿de cuantas personas estaríamos
hablando de cincuenta, cien?
- No,
mas, muchas más, porque… muchas más porque…
- Muchos años, claro
- Y
porque nadie sabe, nadie sabe, que yo sé cortar el mal de ojo más que nada eso
mismo que me pasó con esta mujer, que vino a la tienda con el crío llorando si tenía
que llorar, dice “Vamos que lo he sacado de mi casa tan gracioso y fíjate” y no
sé quien le dijo “A ver si le han hecho mal de ojo”. Y yo como no quería que
supieran, porque yo no me gusta esa palabra que digan “Bruja”. Y como no me
gusta y yo hay muchas cosas que no las creo, que es lo que estaba hablándote de
esta tía mía que la he referido, que ella en el mal de ojo creía, en cambio en
esto que aciertan dónde estás, eso ya no y que era una persona que lo
comprobaba porque ella me contó a mí, pero bueno, como cría que íbamos a dormir
con ella , que estaba sola y contaba que a su abuela se le había perdido una
coneja y decían que una lo acertaba. Y entonces ella quería aquello probarlo,
probar a ver si era verdad. Y entonces fue y si no se va la mata pero donde fue
a ver si sabían dónde estaba la coneja. Dice que empezó a hacerle sugerencias y
a preguntarle y ella en vez de pensar que la coneja la tenia fulana o fulano o
si se había salido y se había perdido ella pensaba cuando hizo las bodas, cuando
se casó, un viaje que hizo de novios a Tánger. Dice que aquella mujer empezó a
dar unos berridos y “concéntrese usted y concéntrese y concéntrese” dice “y si
no me voy corriendo no sé qué es lo que hubiera pasado”. Dice “eso es mentira,
todo eso es mentira”. En el mal de ojo creía porque en Murcia había el jardín
de la Venceslá que lo conocerías puesto que no hace muchos años que lo han
quitado para hacer todo ese Murcia nuevo que han hecho, y ella le dio clases a
los padres de lo del jardín pues le traían unas macetas preciosas y se le
secaban, se las secaban. Y ella en el mal de ojo creía. Yo no sé si fue porque
nosotras la queríamos tanto y nos creíamos tanto de ella, porque era una
persona tan buena, porque yo llegué a pensar que esto era realidad, y
efectivamente lo es. Yo tenía un pino de estos de pisos, pero un pino de adorno
pequeñico y cuando entrábamos a casa los dos, nos pinchábamos. Y una noche voy
y digo “Uy, que no me ha pinchado el pino”. Yo en la mañana había abierto la
puerta de la casa, lo había sacado al portal, lo regué, lo metí y a otro día me
levanto y el pino estaba… se secó. Y le probé y tenía mal de ojo. Y esta chica
de aquí enfrente le regalaron una mata que era una maravilla, era una mata
cuando empezaron a venir las matas del extranjero que ahora ya hay muchas y
ninguna la encuentra uno ya bonita como se suele decir, que ya no te extraña,
pero en aquellos tiempos que estoy hablándote de quince o dieciséis años… tenía
una mata que era una preciosidad y viene y me dice “Aurora, pues no que se le
están cayendo las hojas a la mata. Me se está secando. ¿Quieres ver si tiene
mal de ojo?”. Le habían hecho, media mata mal de ojo.
- ¿Y cómo lo detectas el mal de ojo?, ¿por
el mismo procedimiento?
- Si,
porque pruebas y yo si no pruebo no lo sé.
- ¿Pero como pruebas?
- Pues
haciéndole…
- Con el agua y el aceite
- Si,
coges una hoja, con la misma hoja, cortábamos hojas y tenía, cortábamos otras y
no tenía, eso es lo que te hace ver que es verdad, estás viendo lo que estás
haciendo, lo que ves.
- Y a que se atribuye, en ese caso, por
ejemplo que alguien le ha hecho mal de ojo, por ejemplo a tu pino.
- Si
porque eso dicen que no lo saben pero dicen, dicen que la que lo hace lo sabe.
- Lo que tú me decías antes: Que puede ser
intencionado o no intencionado
-
Exacto, pero de ello ya… es que de esto yo no hablo con nadie, es lo primero
que estoy hablando en el tiempo que yo he cortado el mal de ojo, jamás.
- No te has comunicado con otras personas
que también lo hacen
- No,
no,
- Salvo con la persona que te lo comunico a
ti, que te lo pasó a ti.
-
Exacto, únicamente cuando se hace muy pesado… Yo corté uno muy duro de cortar
bastante grave, bastante. Y entonces le dije “Mira a ver si alguien lo corta y
entre las dos podemos limpiarte, que no te vas a limpiar”, porque cuando pasa
tiempo, el hígado toma parte.
- Se enquista ahí y se va haciendo más
fuerte
- Toma
parte porque normalmente como te quita la gana de comer, te produce vómitos, te
da fiebre entonces te da tristeza
- Te quedas “pansío”, vaya
-
Exacto, entonces es la única vez que eso. Y efectivamente entre las dos se lo
cortamos que es la otra mujer y yo. Iba allí y tenía más que aquí, venia aquí y
tenía más que allí porque tenía mucho, tenía mucho. Cuando tienes ya es que te
pones mala, te tiene que ver el médico.
- ¿Y se supo porque razón lo tenía o no, no
se llego a averiguar?
- No,
porque se lo habían hecho
Suena un teléfono que nos interrumpe. Aurora
contesta, habla unos minutos y seguimos
- ¿Se supo quien se lo había hecho?
- No,
no lo saben. No lo saben porque dicen “Fulana hace”, pero no lo saben, no
puedes, porque eso tendría que ser que tú hablaras con ella y dijeras “Házmelo
a ver si es cierto”. Digo yo, no sé.
- ¿Y piensas transmitírselo a alguien tú?
- De
hecho a esta chica que a la hija siempre tenía, se lo…
- Se lo has transmitido.
- Se
lo he transmitido.
- Se lo has trasmitido ya. ¿Por la misma vía
que te lo trasmitieron a ti?
- Si,
lo mismo, un Viernes santo. Ella vino y yo se lo dije.
- ¿Y le funciona?
- Pues
es que ella… a la chiquilla ya no me la han traído más. No le he preguntado
nunca. Yo ya se lo dije, la chiquilla ya se ha hecho más grande, pero la cría,
por lo que es no lo sé, pero Antonio esta aquí que lo puede decir, de traerla
llorando, llorando llorando en el coche---
-
Siempre estaban aquí, tercia Antonio, solicitado como testigo.
- Y
siempre estaban aquí
-
Manolo, lo conoces tú, el de la Lola
- Si, se quien es
- No
podían sacarla de la casa
- Pero en ese caso tú lo transmitiste para
una función determinada que era curar a su hija, ¿o para más gente?
- No,
yo no es que como yo no he tenido…
- Ya no has tenido contacto con ella.
- Ni
oportunidad, es que nadie sabe que yo... yo corto el mal de ojo pero lo corto
de aquella manera que a lo mejor los vecinos lo saben o aquella persona que
haya venido por circunstancias y le he dicho “Oye, vamos a ver si tuviera mal
de ojo”, o me ha dicho “Ay, hija, tengo una cosa que no puedo, estoy así como
borracha”, digo “Pasa que voy a hacerte a ver si tuvieras mal de ojo”. Esta
chica que te he dicho del hijo, a la Finica que tiene una hija que es una
muñeca, es una preciosidad, es una mujer ya con treinta y pico años que se ha
casado que no le ves la cara y parece que tiene quince años ahora y unos ojos que
es una maravilla, pues dieron en hacerle y ahora, como ya no le hacen, pues no.
Pero es que la traían y es que le hacen, cuando no tiene, pruebas y no hay
- Ya
- Que es una cosa que no es de las que dices tú
“No me lo creo”. Hay que creérselo porque yo ahora mismo me corto un poco de
pelo y no tengo, le corto a él (señalando a Antonio) y tiene, mañana le corto y
ya no tiene y eso está ahí para verlo, o sea que no es…
- Porque el mal de ojo también se puede
quitar de una forma accidental, es decir, a lo mejor no es tan grave y se te
quita solo.
-
Hombre, el mal de ojo cuando… porque mucha gente le hacen y no lo sabe. Por
ejemplo ahora mismo que vas al médico y dices tú “No sé lo que tengo, pero es
que tengo una cosa que no sé que me ha pasado”. Entonces el médico te da unas
pastillitas para que… para tranquilizarte los nervios o lo que sea y te vienen
bien y se te quita. Pero hay críos que los están llevando al médico… aquí hubo
en Santomera un caso, que por cierto ha muerto el chico y también conoces a esa
familia, que era un polvoristero, ¿conoces a la viuda del Viriato? El hermano,
cuando era pequeño se puso malo. Y esta familia entonces tenían mucho dinero,
estaban muy bien situados, o sea que no había problema de médicos y lo estaban
llevando a Don Amalio aquel crío. Yo es que entonces estaba recién casada que
me vine aquí a vivir y ella vivía ahí al lado del horno del Marujino.
- Don Amalio Fernández Delgado
-
Exacto y el crío que se les moría a chorros y Don Amalio que no daba con lo que
tenia y que “No es nada, y que no tiene el crío nada y que no tiene nada”. Pero
el crío… Y uno de los días que se iba con el crío a Murcia al médico entro ca
la suegra que es el edificio que hay al lado del supermercado Árbol, mirando a
la carretera, que eran pirotécnicos, y la abuela vieja estaba liando
carretillas y la madre del “Churrango” ese que trabajaba en el mármol ¿eh?
- Y
trabaja,
vuelve a terciar Antonio, precisando.
- Y
trabaja. Esa mujer estaba allí ca su abuela, que esta era hija del Daniel, el
hijo mayor de la tía polvoristera, cuando entró la Lola del Carmelo con el hijo
tomado que se iba a Murcia porque no sabían si llevarlo a Madrid o que iban a
hacer. Y entonces la churranga que le decían la churranga, le dijo: “Tía Lola
-era más vieja la churranga que la Lola- y le dice Tía Lola, te estoy diciendo
hace mucho tiempo que pruebes a ver si el chiquillo le han hecho mal de ojo y
que no se te va a poner bueno porque el crío te va a enfermar del hígado”, que
se ponen amarillitos. Y entonces, en vez de irse al médico, la cogió la
churranga y los llevó, y el crío estaba para morirse pero con la cantidad de
mal de ojo que tenía. O sea que comprobado que el mal de ojo existe.
- Que es positivo
-
Positivo pero positivo de verdad. Porque la Lola era una persona muy incrédula
y ya se lo había dicho ella varias veces y nunca le hizo caso y lo levó y
aquello fue muy sonado aquí en Santomera porque claro como estaban en buena
posición los polvoristeros en aquel tiempo, el polvoristero, “El hijo del
Carmelo esta que se va a morir, está muy malo”. Y yo, pues como es una cosa que
he oído mucha gente que habla muy mal y yo digo, “Yo qué necesidad tengo si yo
no me las voy a buscar en esto, a mi que mas me da”. Si, esto es que yo he
hecho, mucho bien…
- Una pregunta que no te he hecho pero que
me parece obvia es que tú no cobras por hacer esto
- Que
va, no, no, nada. Algo iba a decirte, que algo queda siempre por contar. Allí
en la casa de mis suegros había un novillo, cuando empezaron a venir los
novillos aquellos cruzados, igual que pasa ahora con los marranos. Un novillo
que era para llevarlo a una exposición. Y una yegua. El novillo estaba muy bien
y que entraron a verlo y que se van y que el novillo se van y que ya no quiere
comer. Y no come, y se acuesta y no había quien lo levantara. Mi suegra, se ve
que la mujer también lo sabía, por su madre, porque esto no es de ahora de la
gente joven. Esto viene de mi.… mi suegra lo sabia cortar… mi madre tendría, si
viviera cien años, la madre de mi suegra podía ser la madre de la mía, estoy
hablándote de hace trescientos años ya porque vendría de los antepasados de
ella y, y mi suegra, pues yo ya estaba
casada, estábamos casados.
-
¡Hombre claro!,
remacha Antonio
- Y
tenían una ventana que daba a la calle
- Las
cuadras todas tenían ventanas…precisa de nuevo Antonio.
- Y se
asomaron por la ventana y le torcieron el novillo. Y mi suegra se lo cortó y en
cuanto le cortó el mal de ojo el novillo se levantó a comer. Pero que no
cayeron ellos que era de eso. Cayeron a otro día, que él ya no se levantaba a
comer ni nada.
- Sin más medicinas, sin más remedios…
- Sin
más medicinas ni veterinario, ni nada, nada más que el novillo se acostó y
pensaron, “Pues se levantará ahora, pues no quiere comer”, estos animales
rumean. No rumeaba… cortándole mi suegra el mal de ojo y el novillo rumeando.
- Y lo cortaba a más gente también ¿o eso
fue un caso especial?
- No,
eso ya no lo sé, eso es que ella dijo, dice, “Vamos que le han hecho mal de
ojo, por la ventana se han asomado”. La yegua, fue que entraron a verla y ella
lo cortaba… lo que pasa es que las personas que no… no quiero decir con esto
que sean como yo… personas así que no queremos dar publicidad, pues nadie supo
que era ella, pero lo cortó ella porque eso me lo dijo ella a mí, lo que pasa
es que yo a ella nunca le pregunté “¿Como lo corta usted? Y ves si se lo podía
haber preguntado, porque yo aun no lo sabía por mi madre, claro yo estoy
cincuenta y un años casada ya…
- Esas
cosas es que son muy reservadas, dice Antonio
- Que hay personas que se dedican a ello y
es público, ¿no? La tía Paquilla creo que sí, durante mucho tiempo…
- Si,
y el aliacán también lo cortaba, pero ahora está la mujer…ella te podría
contar, pero la…tuvo una nena que le dio miningitis, pero de momento al darle,
yo la traje, que yo tampoco se lo quise
cortar ni nada, la traje liadica y la traje y no tenia ná, o por lo menos yo no
se lo vide. La llevamos a Murcia y la trajimos ya muerta, fíjate tu si…y con
todo lo mala que estaba y no dio, o por lo menos yo no se lo vide. Cuando no
hay, es que no da.
- Ya, que lo que tenia no era mal de ojo,
era otra cosa.
- Era,
claro, era miningitis fue una miningitis que le dio de estas mortales,
veinticuatro horas. Cortar he cortado muchos, muchos, muchísimos, más todavía.
Y no corto, que yo no me dedico a eso, pero también el crío del Peñas, ha sido
un crío hermosísimo y no han parado de hacerle también, el Julio, es un crío
que lo llevaron al hospital muy malíco y no lo dejaron ingresado, porque le
dijo el médico que no tenía nada
- Y se vino y sigue igual.
- Y se
vino y siguió igual y vino aquí y ya está. Ah, pues se me ha olvidado contarte:
Mi nieto, el de la Rosi el mayor, este crío, pues le hicieron mal de ojo,
porque aquello fue que se lo hicieron. Yo al crío le di de merendar un huevo,
se lo comió tan a gusto y su madre se lo llevó a acostarlo a su casa y a otro
día en la mañana baja mi hija y dice “mamá, ha estado el crío devolviendo toda
la noche” digo” ¿devolviendo el crío toda la noche?”. Pues yo no sé quien había
aquí, digo, “Esperate”. Voy corriendo, cuando entré ahí a la casa me dio me dio
una peste, digo, ¡que los que dormían arriba! Digo, “Baja el crío”, ya no subí,
digo “Baja el crío ahora mismo, baja el crío a la casa ahora mismo y bájate una
manta”. Se baja el crío, tu date cuenta, no pensar en el mal de ojo porque
claro, quien iba a pensar en aquello. Baja el crío abajo, nos vamos a Murcia,
dejamos la tienda sola, se vino mi hija aquí. Nos vamos a Murcia las dos, vamos
a tres médicos, nos venimos, llamamos a otro médico, porque es que darle la
cucharadica de lo que le dabas y la toleraba, y a las cuatro cucharadas, todo
devuelto. Un crío así, de meses no puede vivir, se deshidrata, pero en un
momento. Nos vamos con él a la Arrixaca, llegamos a la Arrixaca, no sé qué hora
era, el tiempo que estuvimos allí se me figura que estuvimos veinte horas,
llegamos con el crío, nos dan para que le demos los mismos líquidos que le
estábamos dando aquí, cada minuto una cucharada y el crío en cuanto las cuatro
cucharadas, devueltas. Y el crío ya me pongo yo a ponerle la chupeta y las
pestañas así largas, así. Me levanto y entro para adentro del pasillo y estaban
hablando de fútbol y ¿Como le hablas a los médicos para que te hablen mal y
eres la mala? Me salgo, y cuando me salgo así, a la chispita, la doctora que
había allí, y le digo “Doctora, haga usted el favor”, digo, “¿Cómo ve usted a
este niño? Dice “El niño esta malito”, digo, “No, el niño está muy malo,
estamos aquí ya un montón de tiempo porque yo me pienso que estoy aquí tres
días y yo quiero que me diga Ud. a mí como está este niño si esta para estar
aquí o no, porque todo lo que se le da lo devuelve. Y mire Ud. Lo que le digo,
hay muchos adelantos y el crío lo veo yo muy mal. No quiere ni la pipa”. Antes
del minuto estaba el crío arriba con los sueros puestos en la cabeza. A otro
día, pues el crío sigue lo mismo, con los sueros pero allí que no nos viera, y
al que hace dos días, lo ingresaron esta noche, mañana no nos lo enseñan pero a
otro día nos lo enseñan. Y claro, lo sacan, ¿no? y su madre se echó la cadenica
y la medalla para colgarle la pipa para que no se le cayera y yo, pues tengo
una fe en las tres avemarías muy grande y yo cuando me fui a ir con el cogí la
estampa y me la metí en el sujetador y me fui. Y aquello lo lleve yo allí pues
todo el tiempo que el crío estuvo allí, pero a los tres días le digo a mí Rosi:
“Echa la cadenica y la medalla para colgarle la pipa al crío”. Aquello fue
algo, una intuición que yo tuve, porque,
con esto no quiero yo decir que a mí me, no, no de que me digan nada,
nada, solo te digo que el crío estuvo chupando la medalla, la cadena, le di la
estampa, y cuando vinimos, llegamos ahí a la puerta, digo “Rosi, ¿será posible
que tenga el crío mal de ojo?” Mira, con la medalla, con la cadena, con la
estampa, ni en un barreño, ni en un barreño de agua cortaba el mal de ojo que tenía
el crío. Eso hay que verlo para creértelo, porque yo te lo estoy contando y me
lo creo porque me ha pasado.
- Oye una cosa, antes has dicho que cuando
entrantes a la casa te dio una peste…
- Si,
una peste a huevos podridos, a podrío, una peste a podrío, claro si aquello el
crío lo tiró porque si no se hubiera reventado. Si el crío no tira aquello
aquello fue una bomba que el crío tiró. Pues cuando vine, con la medalla y la
cadena, estuve cortándole el mal de ojo hasta otro día que fuimos a verlo y nos
trajimos pelo y cuando llegamos le dice, es que te hablo hasta con personas que
se conocen, ella es hija del “dientes” y él es hijo de la Angelina del “Pipalé”
que viven en un chalet al lado del cuartel de la guardia civil, el primer
chalet que hay en la carretera yendo para allá ese chico estaba allí en los
críos de enfermero y nada mas subimos en la mañana que fue mi hija muy temprano
ya le dijo “Aurorita, Rosi, el crío no es el mismo”. Salió el crío en la tarde,
riéndose. Es que son cosas increíbles.
- Es decir, que también se corta a distancia
- Con
la medalla, con lo que él había tocado
- Con algún objeto personal
-
Cuando nació le compraron una cadenica con una medalla para la pipa y como allí
está recogido pues la pipa eh, se caía, ¿no? Y entonces para sacarlo, para que
no se le cayera al suelo, pues ella se llevo, le dije que echara la cadena, no
por la medalla, ni ná de eso sino que yo cuando llegamos aquí a la puerta digo
“Nena, ¿tendrá el crío mal de ojo?” Pues a Murcia a cortarle pelo. Pero ¿cómo
entras ahora allí a la Arrixaca allí a donde están los críos que aquello…? Digo
“Llama al de la Maribel” digo “Espérate que esto lo ha tenido el crío”. Mira,
aquello daba miedo de ver lo que tenía el crío. Entonces si a los tres días
haces no tiene ninguno, a los tres días haces lo mismo y no tiene el crío,
porque es? Porque tenía. Y de esos casos así muchos, he tenido
- ¿Y nunca averiguasteis quien lo había
provocado?
- No,
no, eso no lo sabes
- No lo puedes saber.
- La
que lo hace, dicen que la que lo hace lo sabe. Dicen “Fulana lo hace” la otra
“Fulana lo hace”.
- Y
fulanos – dice
Antonio- hombres también.
- Pero no se sabe.
- Yo (Antonio) oí decir de un señor de aquí lente que lo hacía.
- Que provocaba mal de ojo.
- Que
hay personal que ellos no quieren hacerlo…
- Que es involuntario pero que tienen mucho
poder por lo que sea y te miran mal mirado y ya está.
-
Exacto, exacto, pero que es verdad. Sí, eso si te lo puedo garantizar yo lo que
no puedo es justificarlo, porque ahora mismo mi nieto mismo con sueros allí en
la Arrixaca y sacabas al crío morimundo…
-¿Qué edad tenía el crío?
- El
crío tenía cinco meses.
La aparición de unos vecinos termina
abruptamente la entrevista que, por otra parte ya tenía amplitud suficiente,
aunque las charlas de las mujeres mayores del lugar suelen estar llenas de
enjundia.
ROSARIO
La tía rosario es de una pedanía cercana a
Murcia, tiene 69 años, ha sido y es ama de casa y como casi todas las mujeres
de la huerta de la época, trabajadora ocasional, ayudando a su marido o por
cuenta ajena, en las tareas agrícolas.
- No sé
yo hablar para poder expresarme para que eso Ud. Lo pueda presentar…en ningún
sitio…
- ¿Como que no?
-
Porque, porque yo no tengo estudios, yo tengo muchas faltas de ortografía, que
no se tampoco decirlo…
- Aquí – señalo la grabadora- no se notan
las faltas de ortografía.
-
Entonces…
- Usted lleva viviendo muchos años,
expresándose con normalidad y no le ha pasado nada…
- No,
yo lo que me pasa es que lista no he sido, he querido ser lista pero no he
podido serlo. ¿Por qué? Por mis circunstancias, por mi vida, que se me ha
enfocado de la forma que se me ha enfocado que no he podido llegar a ningún
sitio, ná mas que me quede anclada, nací pobre, como yo digo, pobre seas y…
Desgraciada no porque tengo cuatro hijos como cuatro soles, ¿Me lo estas
grabando?
- Si
- Y, y
me siento feliz y aparte de sentirme feliz me siento muy conforme porque he
tenido resignación y he dicho “Esta vida me ha tocado a mí y es para mí, porque
o si no, he tenido momentos… A lo mejor como el ochenta por ciento o el noventa
por ciento, buenos y malos.
- Ahora me interesa que me cuente Ud., como
empezó con el mal de ojo y que es lo que hace.
- ¿Yo
como empecé? Na más que simplemente con el mal de ojo… yo tuve mi primer hijo,
me contaban que efectivamente el mal de ojo hacía reacción y era una cosa
efectiva y yo creí en ello, entonces. Yo, aparte de que el mal de ojo no se le
echa a personas ni más guapas ni más feas, ni más hermosas ni menos hermosas,
hasta incluso a los animales, siempre al que llama más la atención se le suele
hacer mas mal de ojo porque entonces es a dónde va el punto de esa persona que
hace mal de ojo se inclina directamente a esa persona y entonces es cuando el
mal de ojo según yo tengo aprendido desde que tenía doce años
- ¿Empezó Ud. entonces?
-Yo
empecé, yo empecé y yo… inclusivamente me lo dijeron:”Tú puedes cortar el mal
de ojo”. Y yo dije “¡Uy!” Es que eso para mí, como se lo diría yo a Ud. me
sirve a veces de decir, yo le corto a una persona el mal de ojo y a lo mejor
ella coge y se va dice “¡Ah! Eso es una tontería”, Entonces eso me sirve a mí
de que como si llego a pedirle a Ud. una cosa y me dice que no, pues me da
como, como un trompazo en los morros, hablando brutalmente, entonces yo eso no
me… no me da gusto, porque yo hago con toda mi fe, porque eso de que algunas
vienen y dicen “Ah, es que yo creo en Dios, soy católica apostólica y soy muy
creyente y yo si me lo creo”, y yo digo: “Yo te voy a decir una cosa, yo lo
mismo a la que es cristiana o al que es cristiano, es lo mismo que al que es
ateo, para mi es igual, si tú no te lo crees como yo te lo hago con toda la fe,
pues te va a hacer la misma reacción, entonces me es igual que tu no creas como
si creas…”
- ¿Y empezó Ud. a hacer, me decía, cuando
tuvo el primer hijo, o antes, o…?
-
Empecé a hacerlo cuando tenía diez o doce años, pero después, al tener mi hijo,
lo pude yo comprobar.
- Que le habían hecho mal de ojo
- Que
le habían hecho mal de ojo, y como ya bien te digo, algunas personas eso lo
dices y se echan a reír, como otros casos, como otros casos y otras pues dicen…
pues sí.
- ¿Y cómo notaba Ud. que tenían mal de ojo?
- Pues
yo lo notaba… a las criaturas se les manifiesta, se les manifiesta de que a lo
mejor están, las criaturas vienen, si son pequeñas están normal, les das su
biberón, o le das su teta, su pecho y después empiezan llorones, llorones y no
se pueden quedar dormidos… pues “¿Que tiene mi hijo, que le pasa a mi hijo?, si
mi hijo yo no le ha dado nada para que le pueda perjudicar en su intestino…,
no, pues ¿qué le pasa a mi hijo?” Pues la gente ya, con esa experiencia “Ah,
pues fulana corta el mal de ojo, pues yo voy a llevarlo”. Y efectivamente, unas
veces tienen y otras veces no tienen. Entonces…
- Hablamos de niños.
-
Niños, y de mayores también.
- Entonces Ud. diagnostica si está o no está
el mal de ojo.
- Yo,
al hacer lo que yo hago, efectivamente se si tiene mal de ojo o no tiene mal de
ojo, porque aquí han venido criaturas y les he dicho, “No, al zagal tienes que
llevarlo tu al pediatra porque el zagal mal de ojo no tiene”. Algo que no le
haya caído bien, fiebre que tenga el niño tenga fiebre, y si tiene fiebre
también se le manifiesta
- Y una vez detectado el mal de ojo, Ud.
entonces…
- Una
vez detectado el mal de ojo, saber yo que tiene mal de ojo, tengo que estar dos
o tres días cortándole el mal de ojo, y al cabo de los dos o tres días, ya el
mal de ojo, excede,-por
cede- disminuye y entonces ya se lo noto
menos.
- ¿Suele ser repetitivo? ¿El mismo niño que
ha cogido mal de ojo ahora lo coge dentro de dos meses?...
- Pues
sí.
¿Y a
que se debe?
- Pues
tampoco se lo puedo decir, no es que no se lo pueda decir, es que tampoco lo sé.
- Puede ser unas circunstancias fortuitas…
- Yo
ahora mismo, para poner una comparación, yo cuando era soltera, que estaba en
la huerta, tenía una tía mía que a raíz de eso fue cuando a mí ella me lo
enseñó. Tenía mellizos y antes claro, ahora los sienta uno bien en una alfombra
bien en una manta, bien “apogeaos” cuando empiezan a andar a tatas, porque
ahora los pones en el parque. Y antes, pues no teníamos esas cosas, no había de
eso porque no había dinero, lo había para el que tuviese, pero para los pobres
no había. Entonces se ponía un saco y se sentaban, pues y los críos estaban
sentados en el suelo encima de un saco, y entonces, pues una mujer, cada vez
que iba, les hacia mal de ojo.
- ¿Queriendo o sin querer?
- Sin
querer, y sin saberlo ella tampoco. Ella tampoco lo sabía. Porque pasa como
muchas cosas. A mí me duele de decirle a esta mujer que no venga a mi casa, me
da vergüenza de que no venga a mi casa pero es que cada vez que viene le hace
mal de ojo a mi hijo. Y efectivamente, nada más que veíamos a aquella mujer
venir, si teníamos escapatoria, lo primero que hacíamos, coger un chico o un
niño cada uno y lo escondíamos, nos lo llevábamos. Y ella enseguida “¿Y los
zagales?” “Pues están durmiendo”. Pero si por caso nos cogía descuidadas,
desprevenidas, pues la más inmediata era los mellizos allí, sentados, o
tomados, que eran una preciosidad también y ya te digo que eso no influye en
ser más guapos o más feos, entonces, pues, nada más que se iba, pues enseguida
los críos empezaban con diarrea… pues ya se han trastornado los zagales. Ya
estábamos con as orejas tiesas como los zorros. Enseguida cogíamos y los
llevábamos a una mujer que cortaba el mal de ojo y estábamos allí media hora.
Pues y nos veníamos con los chiquillos casi normales del todo.
- ¿Y porque les hacia eso esa señora?
¿Porque tenía mucha potencia?
- No,
no, no lo sé si será porque tendría ella más fuerza que las criaturas o por lo
que es, tampoco se lo puedo decir. No es que no se lo pueda decir, es que no lo
sé. Eso es una cosa, creo yo que por mucho que Ud. estudie no va a llegar a
poder saberlo.
- Bien. Y entonces ¿Ud. lo sigue practicando
esto? ¿Siguen trayéndole niños de vez en cuando, mayores? ¿Gentes del
vecindario?
- Si,
si, lo práctico.
- ¿Y cómo es, así por encima encima, el
ritual? ¿Como lo hace, con aceite?
- Si
yo lo hago con un poco de aceite y pelo en un tazón echo agua y con el pelo…
- Con un pelo del aojado…
- Con
un poco de pelo, con una mechica de pelo, para que pueda coger aceite, porque
no con un pelo ni con tres, más que con un poquico de pelo se corta y se hace
el rito y entonces si la gota del aceite se hunde, desaparece porque hay quien
a lo mejor, si tiene poco, la gota cae y ves como cae y hace así y se extiende.
Y si tiene mucho, es que cae la gota y es que no la llegas ni a ver.
- Siempre el mismo aceite. Ud. emplea
siempre el mismo aceite. Un aceite de oliva normal.
- Yo
tengo un candil ahí en la ventana y en el candil echo el aceite
- Y lo tiene al aire, para que le dé…
- Lo
tengo ahí colgado, en cualquier sitio, no es que tengo como una reliquia, como
si tuviese ahí yo que se…
- Aceite normal. ¿Pero el candil lo ha
encendido?
- El
candil sin encender. Nada más que a mí me lo enseñaron con el candil y ahora
dicen que lo cortan de otra forma, pero yo, como empecé así y le tengo… no sé
porqué.
- Tiene su fe y ya está.
-
Y lo corto.
- ¿Y lo ha trasmitido Ud. a alguien o no?
- Pues
si se lo he dicho a varias porque me han insistido, me han dicho “Mira que yo, Rosario yo es que aquí siempre
dándote murga , dándote murga”, digo “A mí no me sirve de inconveniente, el
chiquillo o la zagala o … tiene ese ese que a lo mejor lo ves bien y de momento
lo ves trastornado y tú en vez de querer echar a correr, bien porque te coge más
cómodo, o más lejos o mas ese” Pues yo viernes santo a las doce del día se lo
enseñé.
- Una oración, o sea el ritual y una
oración.
- No,
no, si, un ritual se llama eso, y la oración es muy simple.
- La que Ud. trasmite viernes santo.
- La
que yo trasmito viernes santo.
- La misma que a Ud. le trasmitieron.
-
Exactamente.
- Bueno, se lo tengo que preguntar, ya sé
que no, pero es una pregunta también que está en el cuestionario, ¿Ud. No cobra
por hacer esto?, claro.
- Yo
cobrar no cobro. No, no, yo tengo mis hijos y yo tengo mis hijos que han ido al
curandero, han ido a lo mejor que se les ha torcido el pie, han ido que los
tendones se les han encogido, y han ido porque han creído que han tenido mal de
ojo, porque yo, aunque Ud. no se lo crea, no se me escapan, no sé por qué, no
se me escapan muchas cosas. Yo he ido con mi hija a curanderos y lo primero que
me dijo a mí un curandero dice “Señora ¿Por qué me mira Ud. así?”, digo “Porque
tengo los ojos así. Si a mí me los hubiera dado Dios los ojos más grandes, si
yo tuviera herencia de familia ojos hermosos y grandotes pues yo lo miraría con
esos ojos, pero me los ha dado tan chicos y casi cerrados y tengo que mirarlo
de esa forma, que quiere Ud. que le diga”. Entonces mi hija fue, mi hija cogió
porque tenía dolor de cabeza y le dijeron que aquel curandero que le quitaría
el dolor de cabeza y entonces pues yo le dije a mi hija, dice “Mamá ¿Tu quieres
venirte conmigo?”, digo “Quiero irme contigo”, digo “Pero yo no voy a hablar ni
una palabra. Tú confía en mí”. Dice, “Mira, si no vas a hablar tú te vienes”,
porque yo es que me pasa una cosa, no sé por qué soy muy curiosa, soy muy…no sé
cómo le llamaría yo. Entonces yo cogí y me fui, y claro, como era dolor de
cabeza, lo primero que le hizo el hombre, pues tenía allí una maquinaria no se dé
que forma, no recuerdo, una cosa muy simple y le daba a unos botoncicos y lo
primero que hizo fue ponerle una cosa en los oídos que mi hija no se notaba
nada en los oídos y en realidad fue a especialistas porque mi hija por
desgracia lleva ya veinticinco años de dolor de cabeza, no sé si será por cosas
que a ella se le habrán metido en la cabeza o porque tenga algo en la cabeza,
porque en realidad ha ido a cien mil médicos, le han hecho cien mil millones de
pruebas, no le sacan nada de nada porque le han hecho estas cosas que hacen tan
especiales que yo no sé como se llaman que aunque sea un pelo de recorrido en
su cerebro se lo notan. No le han notado nunca nada. ¡Cuantas veces me ha dicho
a mí! Ella, dice “Mamá si a mí me dijeran: Tú tienes esto, que sepas que esto
no se te puede corregir yo me vendría mas conforme, lo que pasa que me dicen en
nada de lo que me hago me cueste lo que me cueste a mi no me sacan nada, nunca,
nunca, nunca que voy, y yo me vendría mas conforme que me dijeran: Mira yo te
hago esto, tú tienes esto, ya sabes que esto vas a tener que llevar esa cruz
toda tu vida y no te podemos hacer nada” Pero nunca le sacan nada, tiene ese
defecto.
- Y
entonces yo me fui con mi hija y le dije
“Te prometo que yo no voy a decir nada” Lo primero que hizo el hombre, fue
meterle unas cosicas en los oídos, y hizo así se las puso y hace así y hace así
el hombre, dice “Mira: eso tenías en el oído”. Y él, según le salió una cosa
así (señala
como una media uña) y yo al coger y ver
la cosa y mirarla y mirarlo a él, fue cuando me dijo: “Señora ¿Por qué me mira Ud.
así? Pero le contesté eso que te he dicho antes. Pero yo sabía que aquello no
había salido del oído. Lo sabía porque le habían mirado los oídos y una cosa
tan grande no sale de un oído. En resuman, que él lo cogió inmediatamente con
una servilleta y lo echo a la povera, lo echo a la basura porque no dijo mira
que tienes esto, aquí te ha salido esto y aunque lo hubiese hecho, dentro del oído
mi hija no podía tener aquello.
- O sea que era un embaucador.
-
Aquello era, era, era un vividor, era un vividor y entonces fue cuando me dijo
eso de porque lo miraba así. Yo se lo dije simplemente eso que le he dicho a
Ud. Y ya no volví a repetir palabra y nos vinimos. Y mi hija después decía:
“Mamá, si yo eso no lo podía tener en el oído, mama si eso no puede ser”, digo
“Nena es que tú no lo estás viendo, lo que te está haciendo, si lo que te está
haciendo no es nada”. Porque tu llegas a una consulta a un médico y llegas a
que te pasen medicinas, te receta y punto, pero tu llegas a un médico y le das
sesenta mil pesetas o le das veinte mil pesetas y te explica de pe a pa y te
mira de pe a pa, de arriba abajo y te hace todas, hasta hasta la… de que
murieron tus abuelos o tus bisabuelos, porque eso se hereda, según dicen.
Entonces yo, pues me quede asombrada, y yo dije pues este hombre… que se lo
expresé, yo se lo exprese que él me lo detecto a, a, a, ¡hombre!
- Y con animales o plantas tiene Ud. alguna
experiencia.
-Pues
con animales y plantas a mi me han dicho: “Yo tengo esta planta que la tenía
tan maja el otro día, pues y se me está secando, y se me está secando, Rosario
¿por qué no lo probamos? Y efectivamente dan pruebas reales.
- De tener mal de ojo.
- Si.
Y en animales también. Yo de animales no he hecho nunca, porque les he hecho
pero no han tenido.
- No les ha encontrado.
- No,
no les he encontrado, porque hace siete u ocho meses se nos murió un caballo
porque ahora a mi hijo le ha dado el tonto por tener ahí los caballos pero tenía
un ejemplar de esos, hombre, yo creo que el caballo pesar ochocientos quilos,
de eso, un real caballo y lo dominaban mis nietos estos dos que hacia cien mil
cosas y les obedecía
Nos interrumpe el teléfono que suena en la
habitación contigua
- Pues
nada que el caballo, pues no, no tuvo solución porque lo que tenía el caballo
no era mal de ojo, era que el animal… después vino el veterinario muchas veces
y por desgracia se murió. Luego también eran alérgico a una medicina que no se
la podían poner, que eso después se enteró mi hijo al que se lo compró, a él no
se lo dijo, pero se lo dijo otro, otro veterinario, claro, “Lo has comprado tu
muy ilusionado, te ha costado un buen dinero, pero este caballo tiene este
defecto, no se le puede poner esta medicina”.
- Se supone que las personas que practican
el… que cortan el mal de ojo son religiosas, o tienen una cierta fe
- Yo
le voy a decir una cosa, yo soy cristiana, y yo le voy a decir a Ud. como a
otras personas si dicen que yo creo en Dios, porque yo me pienso que si no
creyera uno en nada, pues, yo que sé, no tendría uno… no sé cómo expresarme, no
sé cómo se lo diría yo. Yo estoy bautizada, yo voy a Misa, también le voy a
decir una cosa, también tengo aprendido que la obligación es antes que la
devoción porque eso es una devoción, eso es una cosa… pero yo nunca me he
dejado mis hijos solos por ir a misa. He ido a Misa cuando he podido, cuando he
tenido una máxima necesidad, no he ido a Misa y he creído..., yo he estado en
mi casa con mis hijos y he creído que estado a lo mejor cumpliendo con mi
obligación que estando en Misa.
- Sigue Ud. practicando… cortando el mal de
ojo.
- Si.
- Con qué frecuencia, más o menos.
- Pues
ahora, prácticamente eso es que está muy extendido ¡eh!, Antes es que te tenias
que ir a lo mejor a tres kilómetros a que te cortara una señora el mal de ojo,
pero ahora estamos… ahora lo practica…
- Es decir que sigue habiendo el mismo mal
de ojo que había antes o más.
- No,
quiero decirle que ahora lo sabe más gente.
- Lo sabe hacer más gente, pero también
porque habrá más mal de ojo, no, o porque…
- Pues
no lo sé.
- Porque es una cosa que afecta a mucha
gente.
-
Pues, pues si que afecta, que quiere que le diga. Yo tengo dos nietas y a las
tres menos dos me llama mi nuera: “Rosario, mire a ver la zagala, está muy
tonta, está que no está cómoda de ninguna manera, está que por nada se pone
llorona, que por nada que eso”. Y tiene mal de ojo.
- Qué edad tiene la niña.
- Pues
tiene cuatro años.
- ¿Hasta qué edad se suele presentar el mal
de ojo en niños?
- Pues
se suele presentar hasta una edad muy corta, hasta los tres o cuatro meses.
- Al principio hasta tras o cuatro meses, y
después, cuando van creciendo…
- Y
cuando va creciendo pues es que precisamente sea decir es que eso lo tiene ella
ni está continuamente con esa persona que hace el mal de ojo, nada más que,
pues que de momento pues se trastorna la chiquilla, lo mismo a los tres meses,
a los dos meses, a los cinco, que no es una cosa de decir, es que de cada
quince días tiene la chiquilla mal de ojo, es que de cada ocho días la ha visto
esta mujer y le ha hecho de ojo, porque eso es una mujer que hace mal de ojo, o
un hombre que hace mal de ojo.
- Los hombres también lo hacen.
- Pues
yo prácticamente, no tengo oídas que lo hagan ningún hombre.
- Y cortarlo, lo cortan los hombres también,
o mayoritariamente son mujeres
-
Mayoritariamente son mujeres, porque los hombres siempre se suele decir como yo
digo. Más rebeldes en eso.
- Son menos sensibles.
- Son
menos, menos creyentes en esas cosas.
AGUSTIN
Agustín tiene 65 años, industrial, y relata
su experiencia con el mal de ojo en un nieto suyo y, ya encarrilado, otras
también cercanas.
- Una
nieta mía cuando era chiquitina y tal en dos o tres ocasiones se lo cortaron y
tal pero que se ponía malísima la cría, mala y mala y mala y era llevarla…
- ¿A quién?
- Pues
se la llevaban… es que se la llevaba Luisa mi mujer y no se a quien se la
llevaba, pero me suena que se la llevaba al campo a través de Antonio Guillén,
Antonio el de la Tiva, a una mujer que le llaman “La Grama”.
- Por aquí, por el campo.
- Por
el campo este de aquí (no se escucha bien el nombre) por allá metido. Pues era irse la cría de no parar de llorar y no
parar de llorar y no dejar dormir, de noches sin saber porqué, irse la cría
pero una cría durica con dos años, no puede ser psicológico ni mucho menos,
llegar allí, empezar a hacerle sus cosas y tal y se venía la cría aquí riendo y
aquí se había acabado la enfermedad que tenia.
- ¿Y le volvió a repetir?
- Al
tiempo, al tiempo, a lo mejor… tuvo dos o tres veces el problema ese. Y el caso
de una hija de un chofer mío, de Pepe, el suegro del que tiene la emisora de
sordos, bueno, pues esa cría con nueve o diez años, menos de diez años, estaban
ya desesperados con ella porque era una cría que estaba al colegio y la cría de
la noche a la mañana empezó a estar depresiva que no quería ir, no hacía más
que llorar y llorar y llorar y ya la llevaron al psicólogo, la llevaron al médico,
la llevaron a otro médico, un montón de cosas y ya no sabían qué hacer con ella
hasta estuvieron a punto de mandarla a un psiquiatra a ver qué problema tenía
esa criatura a ver si es que le habían dado un susto, o la habían amenazado con
algo, porque tú sabes que esas cosas pueden ocurrir a nivel de críos y todas
esas cosas.
-
Bueno, pues la cría no tenía nada y no tenía nada, y no tenía nada, pero el
caso es que la cría, llorar y llorar y depresiva y llorando, sin querer ir a
clase… estuvieron varios meses, ¿sabes? y un día se me ocurre a mí de decirle,
digo “¿Pepe se te ha ocurrido pensar que la cría tenga mal de ojo?” dice “No,
ya ves tú, si mi suegra lo cura”. La abuela de la cría curaba el mal de ojo y
nadie había caído que la cría tenía un
mal de ojo de esos, pero de esos de tres pares de c… La llevaron, la tal, y ahí
se curó la cría, ahí se acabó. Pero que te estoy hablando de una realidad, no
de eso que se dice por ahí. El hombre dice “¿Pero será posible?” que lo tenían
en su misma familia, la misma abuela de las crías curaba el mal de ojo y se lo
curó la abuela, creo que fue la misma abuela la que se lo curó.
- Otro
caso, hace ya un montón de años, Manolo Sandoval, no sé si tú lo conocerás, el
yerno de Pedro el polvorista, sabes quién te digo, el cuñado de Ramón.
Estábamos en Torrevieja ese verano. De las tres crías que tiene, la pequeña la
cría, aquello era el colmo se llama eso el Aliakan, la cría mal y amarilla y
mal y mal y médicos y vengan médicos.
- Amarilla, estaba.
- Si,
si, amarilla estaba la cría y médicos, y venia de Torrevieja periódicamente a
ver los médicos y la cría no había forma de enderezarla. Pasa un día por el
casino que estaban las pequeñicas que llevaban… de Rubira, de Antonio Rubira
que llevó mucho tiempo el Casino. Bueno, esta familia que tenían gran amistad
con ellos y llega un día y dice “Déjanos la cría que la vamos a llevar a un
sitio” y la llevaron… si es que aquí en Santomera hay bastante gente de esa que
cura. Y la llevaron a un sitio a ver lo que tenia, y entonces parece ser que
eso lo detectan cogiéndote un pelo y eso para curarles y luego para ver si
tiene o no tiene, en un ese de agua echan unas gotas de aceite y creo que no se
pone en el pelo … algo así y tal. Si tiene mal de ojo, el aceite que
normalmente esta flotando en el agua, el aceite se va automáticamente al fondo
del vaso. Eso no no hay que… ni magia ni p… en vinagre, eso es una realidad. Tu
echas un vaso de agua con unas gotas de aceite y el aceite se queda flotando
encima. Normalmente el aceite flota encima del agua. Cuando tú ves que el
aceite se va abajo, eso no se hace, eso es algo, aunque nos cueste trabajo de
creerlo. Y eso es una realidad, pero que yo lo he visto como el aceite se ha
ido abajo. Eso es una realidad. Eso es positivo. Mi hermana, la menor que vive
en Torrevieja pues se encontraba mal, depresiva y médicos y un día desesperada
que no sabía ni que hacer dice pues yo voy a ver en Orihuela. Me dijo quien
era, pro no tengo ni idea, ella si lo sabe, pero ya mi hermana casi con sesenta
años, no creas que…tiene cinco años menor que yo y esto hará ya un par de años,
cincuenta y siete o cincuenta y ocho años. Bueno pues coge ni más ni menos que
coge y se va a la persona en Orihuela que le dijeron que curaba eso. Y ella se
fue a sentar que le hiciera la prueba y tal y le dijo también “Pues estas
perdida”, dice “Tu tienes”. Porque parece también que eso hay más fuerte y
menos fuerte. Bueno, pues le hizo allí sus rezos, sus cosas, sus p… en vinagre
lo que fuera ¡y se le ha quitado! Se le ha quitado, dice que le dijo que estaba
invadida, que estaba invadida.
- Sea verdad o mentira, efectivo es.
-
Bueno, pero es que… pero tu fíjate, yo ahora mismo, estamos hablando de mi
hermana la mayor y hay hasta incluso podemos atrevernos a pensar de que esto
manda mucha tela (se
señala la cabeza) ¿Entiendes lo que te
digo?, Cuando estás hablando de una criatura de un año dos años lo que inmuta a
la gente que hay que tiene que son los que producen el mal de ojo ¿sabes eso lo
que es? Que hay personas que son las que lo provocan…
- Con mala intención, que te miran
-
Algo, pero los que llevan eso no quiere decir que tal, no quieren hacerlo, pero
tienen tal fuerza que lo producen. Y tú fíjate lo que ocurre con eso, pasa,
pasa, a mi nieta le pasaba porque además se sabe en algunos casos que personas
son las que lo producen. Mi nieta la tenía yo un día tomada y pasó esta persona
y se puso a hacerle una caricia a la cría llamándole la atención pero con todo
el cariño del mundo, ¡of!, por la noche torcía, por la mañana siguiente la
cría… (Hace
un significativo gesto con el pulgar hacia debajo de indudable reminiscencia romana).
- O sea que de forma involuntaria…
-
Pero, que es una realidad. ¿Y ver una maceta de esas de capricho y tal y
mirarla y como se recreen en ella a las dos horas está seca? Eso es que ha
pasado, y no una vez sola. Que ha pasado. Le ha jodido la maceta, le ha jodido
la maceta. A la mañana siguiente la maceta, seca total.
- Y esa misma persona, si tiene voluntad,
debe ser mucho peor, ¿no?
- Si
es que el problema parece ser, yo ya no sé de esas historias, que no es que sea
voluntario, si al contrario, si a lo mejor ven con tal ilusión a esa criatura
que le hacen mal de ojo.
- ¿Y a los animales también, me has dicho
personas, plantas, y animales también?
Yo de
animales, ya no he oído.
CONCLUSIONES
Después de todo lo expuesto, las conclusiones se difuminan en un amplio
espectro en el que hay cabida para todas las opiniones y posturas.
¿Es verdadero? ¿Es falso? ¿Se trata de una
serie de prácticas supersticiosa o de efectos psicológicos? ¿Explicaciones
sencillas, recurriendo a lo esotérico para fenómenos complejos? ¿Necesidad de
curaciones por métodos chamánicos que provienen de tiempos en que la medicina
no era asequible a todos? Es posible que haya un poco de todo en dosis
variables según los casos. Lo cierto es que el fenómeno existe y que el ritual
se sigue practicando en nuestros días con una intensidad y extensión muy
parecida a la de tiempos antiguos, lo que invita a reflexión.
Hemos visto una pincelada del fenómeno en
tiempos remotos y cómo lo recogen los testimonios escritos desde la antigüedad
hasta nuestros días, y unos cuantos testimonios, escasos en número para ser
representativos, pero significativos en cuanto a la vigencia que el fenómeno
tiene en la actualidad más inmediata. Y podemos sacar algunas conclusiones, por
más que su valor se relativice teniendo en cuenta lo superficial del trabajo:
·
El
mal de ojo es un asunto de creencia. Y ese es un mundo en el que lo racional
tiene poco espacio. Hay cosas que existen en la medida que hay alguien que las
cree. Lo cierto es que está muy extendida la aplicación del mal de ojo a
situaciones de malestar físico de explicación médica poco clara (a la que, por
otra parte no se recurre) y se detecta una cierta desconfianza en la medicina,
por lo menos a estos niveles. Sí se recomienda, generalmente acudir al médico
cuando la cuestión pasa a mayores.
·
Queda
claro que se requiere un notable ejercicio de fe tanto por parte del sanador
cuanto por la del aojado, siendo ya esta situación parte importante para
obtener un cierto beneficio de la sesión. Tanto el efecto placebo como la parte
psicosomática de muchas enfermedades son efectos conocidos y tratados con
eficacia por la medicina desde antiguo.
·
Tanto
en el Diccionario de Autoridades como en el Tesoro de la Lengua Castellana de
Covarrubias, se le describe minuciosamente, lo que da muestras de su inequívoca
implantación social desde hace mucho tiempo, atreviéndose incluso el segundo a
especificar que “Todo esto es
superstición y burla; y solo se ha traído para curiosidad y no para que se le
dé crédito”, en un loable intento de adoctrinar, trascendiendo la función principal
del diccionario que debe ser la de ilustrar.
·
Está
lejos del mundo de la magia y poco influido por él. Pertenece, quizás como
primer escalón a ese amplio espectro de “sanaciones menores” realizados, no por
personas con poderes especiales sino por “personas sabias” o “buenas”, con
cierta limpieza de corazón y espíritu de hacer el bien a los demás.
·
Tiene
ciertos visos de producirse por envidia o admiración (consciente o
inconsciente). A un hombre mayor de la provincia de Almería al que le pregunté,
me dijo “A los pobres y a los feos, no
debe preocuparnos eso, solo les pasa a los que tienen algo para ser envidiados”.
·
Es
muy abundante el número de personas (en general mujeres) que lo cortan,
especialmente en los pueblos, o en las zonas periféricas de la ciudad. Uno de
los testimonios (Agustín), al aconsejarle a su chofer que lo pruebe con su hija
adolescente y melancólica, le dice que, precisamente, la abuela de la niña lo
corta. No es extraño que en la zona que se ha prospectado, al preguntar a cualquier
vecino, surjan los nombres de dos o tres personas que detectan el mal de ojo
con toda naturalidad.
·
El
perfil de la “sanadora” no es homogéneo y contrasta con la creencia general de
la mujer mayor y poco culta el caso de Esther, universitaria y persona
completamente actualizada en su forma de vida y profesión.
·
Casi
todos los testimonios se muestran inclinados a considerar que se produce a
pesar, y con ignorancia de la persona que lo provoca, aunque se contempla la
posibilidad, escasa, de que exista específicamente intención dolosa.
·
El
ritual oculta en su infantil misterio su propia simplicidad, a la que
cualquiera que desee conocerlo puede acceder sin más condiciones que su
necesidad, la disposición a ser iniciada, la intención de aplicarlo correctamente
y el concurso de una “maestra” que suele ser proclive a ello.
·
Al
contrario que en los curanderos o sanadores, existe un cierto prurito de
modestia a divulgar sus capacidades, por más que estén seguros y muy
convencidos de ellas.
·
Se
hace el ritual en el domicilio del “cortador”, bien mediante la presencia
física del afectado, bien mediante la aportación de cabello, en la mayoría de
los casos, o en presencia de objetos que hayan estado en contacto directo con
el aojado.
·
Los
hombres intervienen poco en el fenómeno. No cono aojadores ni como cortadores,
aunque he tenido noticias de alguno que lo cortaba.
·
No
existe remuneración, ni siquiera encubierta.
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Resumen: Este artículo presenta
un amplio elenco de textos novelescos bizantinos que hacer referencia a los
recursos mágicos y demás hechicerías, un aspecto obviado erróneamente dado el
carácter ficticio del género.
·
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talismanes en el retrato del príncipe Felipe prospero de Velazquez.- ARCHIVO
ESPAÑOL DE ARTE.- 1999, 72 (288):
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Resumen: Este artículo, in
memoriam al profesor D. Jesús Hernández Parera, intenta estudiar algunas joyas
mágicas en el retrato del príncipe Felipe Próspero de Velázquez; joyas que se
creía poseían propiedades médicas contre el "mal de ojo". Estos
amuletos eran la "higa" y la "campanilla" y fueron llevadas
por la familia real durante algunos siglos en España, pudiendo ser encontrados
también en algunos retratos infantiles.
·
MATEO LOPEZ, MARIA DEL CARMEN.- Emigración
canaria: endogamia y genero.- 1996, 3: 35-43, 25 REF
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pulseras de vidrio hallado en la excavación del hospital de san Andrés
(escalona, Toledo).- BOLETIN DE ARQUEOLOGIA MEDIEVAL.- 1997, (11):
293-312.
Resumen: Durante los trabajos
arqueológicos que se llevaron a cabo (1987-1988) en el solar del antiguo
Hospital de San Andrés (Escalona, Toledo) fueron recuperados numerosos
fragmentos de pulseras de pasta vítrea. A pesar de su descontextualización, ya
que por lo general suelen forman parte de ajuares funerarios de algunos
individuos pertenecientes a las minorías mudéjar o judía, el objeto del
presente trabajo es aportar algunas interpretaciones sobre su origen, e
interpretación funcional, casi siempre asociada a su valor profiláctico contra
el mal de ojo.
·
HOYO CALLEJA, JAVIER DEL; VAZQUEZ HOYS, ANA
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Resumen: En Bermeo, ciertas
mujeres realizaban un ritual para sanar o conjurar el "mal de ojo",
begizkune, de una persona aquejada de esta desgracia por la maldición proferida
por otra. En este caso se transcribe la grabación recogida en una casette en el
año 1969 donde se relata una representación del conjuro
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Resumen: desde la más remota
antigüedad todas las sociedades han utilizado amuletos para protegerse de
diversos males, entre ellos el mal de ojo. En euskal erria el uso de amuletos
ha sido una práctica común constatada hasta tiempos muy recientes. En este
trabajo se estudian diversos amuletos metálicos en forma de colgantes
realizados en su mayor parte en bronce, uno de ellos en plata. Proceden de dos
yacimientos arqueológicos de Viana (Navarra): la custodia, poblado celtiberico
y el soto Galindo, villa romana. Siete de ellos representan órganos sexuales
masculinos y el gesto obsceno de la higa; otros siete son campanillas y
cascabeles. Por medio de ellos se protegían del mal personas y animales. Tienen
una cronología que va desde alrededor del siglo II a. c. hasta el siglo i de
nuestra era. (a.)
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YANAI, T.- ANTROPOLOGIA Y ETNOCIENCIA. UNA
REFLEXION SOBRE LA MEDICINA POPULAR GALLEGA.- SISO/SAUDE.- 1989, (14): 45-73
Resumen: en este ensayo se
realizan una serie de comentarios sobre la etnomedicina en Galicia, tratándola
como etnociencia, a saber, como una serie de "discursos" por los
cuales la gente hace frente a la vida. El propósito de este trabajo es
principalmente metodológico, en la primera parte se trata el conjunto del
sistema etnomedico gallego y se toman como ejemplo los discursos
etnocientificos sobre el "aire" y el "mal de ojo".-- a
través de un ejemplo se muestra que cada discurso (local o antropológico) tiene
su propia lógica interna y su propio modo de ver el mundo, su propia realidad.
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PEREZ DE NUCCI, ARMANDO MARIO.- Medicina
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"ojeadura".- ASCLEPIO. REVISTA DE HISTORIA DE LA MEDICINA Y DE LA
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Resumen: el "mal de
ojo" tiene su etiología en el deseo canalizado, potenciado por la mirada,
justamente cuando este deseo, expresado en la necesidad de tocar no satisfecha,
no se concreta en la realidad. El deseo, la envidia y la admiración son los
elementos presentes asociados a la mirada, y a través de esta se produce la
introducción de la enfermedad en el cuerpo. El uso de elementos de color rojo
se halla también presente en esta operación, al igual que en otras culturas. En
la argentina las madres usan todavía un punto de hilo o lona rojos para curar o
prevenir el hipo, las dispepsias de lactante y la "enfermedad del
susto". A través de estos tres elementos seleccionados, el autor de este
trabajo ha querido ilustrar los dos padecimientos, la "enfermedad del
susto" y la "ojeadura", de tanta raigambre y difusión en la
medicina tradicional del noroeste argentino, abriendo así un pórtico a la
investigación histórica y antropológica de esa región.
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MONTES, J.F.- La memoria de Caprés.- REVISTA MURCIANA DE ANTROPOLOGIA.- U. de
Murcia, nº 4
[2] COBARRUBIAS, SEBASTIAN DE.- Tesoro de la lengua Castellana o española.- ed. Altafulla.-
Barcelona, 1998 (Fax.
[3] DICCIONARIO DE
LA LENGUA ESPAÑOLA.- Vigésima edición.- Madrid, 1984
[7] CARO BAROJA.- Las brujas, p.174
[8] CARO BAROJA.- Las brujas, p. 290.
[9] LOPEZ DE LETONA, C.- Sobre el mal de ojo y sus remedios.- Archivos de la Sociedad
española de oftalmología.- Madrid, 2000.
[11] La memoria de Caprés, p. 63
[12] HES.- Teogonía, 14
[13] HES.- Teog, 17
[14] HES.- Teog, 298
[15] HES.- Teog. 514
[16] HES.- Teog, 827
[17] HES.- Esc, 250
[20] HES.- Frag, 25,8
[21] HES.- Frag, 75, 17
[22] HES.- Frag, 294
[28] Ver
bibliografía, revistas
[29] ALEMAN P, El mal de ojo.- p.44 y sig.
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