sábado, 19 de noviembre de 2016

EL PROFESOR DIEZ DE REVENGA Y EL COMISARIO SOTO

EL COMISARIO SOTO
Francisco Javier Díez de Revenga

La editorial murciana Raspabook acaba de publicar la novela de Mariano Sanz Navarro (Murcia, 1943) El comisario Soto, la primera de las suyas, aunque con anterioridad había dado a conocer volúmenes con relatos breves y, sobre todo, excelentes libros de viajes. Aunque la novela viene anunciada como una «novela negra» es muy cierto que no responde este extenso relato a los cánones estrictos del género, aunque hay que advertir que algunos de los numerosos episodios narrados podrían integrarse plenamente como fragmentos de tal subgénero narrativo. Porque lo cierto es que en esta  narración, como es ya habitual en muchos novelistas actuales, confluyen diferentes especies literarias, desde el relato costumbrista al melodrama, desde la intriga policíaca al relato testimonial, desde la narrativa social a la sátira política, desde la ficción psicológica a la parábola moral o a la memoria personal … En definitiva, que son muchos los elementos que integran este sin duda complejo relato, múltiple y variado, sin que suponga en ningún momento, tal conjunción genérica demérito alguno en la calidad de la obra, en su amenidad y en su atractivo para el lector.
A la complejidad del relato contribuyen algunos elementos que merecen ser destacados, como son la figura del propio protagonista y la misma estructura de la novela, aspectos de carácter argumental y organizativo, de contenido y de forma, que revelan que no estamos ante una novela habitual o al uso. Tengamos en cuenta que la figura principal, el protagonista, el que da título al libro, es un comisario de policía que a lo largo de la novela apenas ejerce como tal comisario, porque su dedicación profesional, de las dos que posee en el más genuino pluriempleo de la época en la que la ficción se ambienta, la Posguerra en España, era habitual en muchos ciudadanos. En el caso del comisario Soto había obtenido por oposición dos plazas: la de comisario y la de corredor de comercio. Y en la novela, la mayor parte del tiempo, lo veremos ejerciendo de  corredor de comercio. El lector que espere, con ese título, hallarse ante un relato policiaco que desista en su intento porque  no va a encontrar tal especie en la novela que nos ocupa.
Desde el punto de vista estructural sorprende la distribución de los materiales narrativos, ya que organiza el  volumen en cuatro capítulos que llevarán por título el nombre del protagonista y el de otros personajes. Todo esto acentúa la ya mencionada complejidad del relato, porque cada capítulo no responde a un relato monográfico de todo lo referente a la criatura o criaturas mencionadas en el titular, sino que el relato principal sigue su camino y su desarrollo.
No se trata desde luego de un reproche sino de advertir una decisión original que otorga a la materia narrada una amenidad complementaria. Hay que anotar también, en el terreno de la memoria personal que esta obra contiene, los ambientes recuperados: la Barcelona de la Posguerra, en gran medida, y en una pequeña parte también la Murcia de aquellos años, aunque este telón de fondo es más diluido y prudente. El carácter de relato costumbrista es el que permite al autor recuperar espacios y tiempos vividos personalmente, lo que le suministra además un evidente tono de memoria personal que todo el relato prodiga. 
Los secretos resortes de la narrativa más compleja hacen que el autor se diluya y desparezca, y que sean los personajes los que logren autonomías que desdibujen el carácter autobiográfico que les dio origen. En este sentido Mariano Sanz logra dominar con rigor tales instrumentos y consigue, en definitiva, un  contexto descriptivo ficticio, aunque basado en la realidad… Quizá en ese complejo mosaico lo que resulte más conseguido y brillante sea la comparecencia de variados personajes secundarios, peregrinos y curiosos, como, por ejemplo, un coleccionista de oxímoros, que proceda o no de la realidad, es un divertido y sorprendente hallazgo. Y criaturas como ésta hay en el relato varias con riqueza literaria, que, en todo caso, comparten tanto el comisario Soto como su esposa Mercedes e incluso el delincuente redimido Lagartija, que tendrán en el relato un papel primordial.
Con un caudal de sabiduría literaria bien pertrechado, y sobre todo con gran eficacia descriptiva, ya puesta de manifiesto en anteriores empresas, Mariano Sanz Navarro logra un relato interesante, nutrido de elementos complementarios (el papel del cine y de la música en la configuración de espacios y personajes es fundamental), que enriquecen definitivamente una novela amena, sorprendentemente poblada de muchas inciertas certidumbres (oxímoron en definitiva) que la dotan de estimable atractivo literario.


miércoles, 9 de noviembre de 2016

SARASHINA Y EL COMISARIO SOTO


EL COMISARIO SOTO
Buena cosecha de novelas negras por estas tierras del Sureste… un momento, ya me dijo el autor que ésta no era exactamente una novela negra, sino que él la llamaría más bien costumbrista, y que el editor (ediciones Raspabook), por el título le había puesto esa portada tan sugerente, pero que en realidad no se correspondía de un modo total con el argumento.
O sea, que no hablamos de la clásica novela negra, incluso diría que es una novela negra al revés. Yo la llamaría novela social con tintes melancólicos, y aunque al principio no tiene de negra más que el hecho de ser el protagonista un comisario, y ya no en activo, poco a poco se va poniendo negra hasta terminar negrísima. Y no digo más que no quiero anticipar finales de tramas y argumentos.
He disfrutado leyendo El comisario Soto porque me ha llevado a ambientes y espacios muy bien retratados y porque tiene una lectura muy agradable, fluida y sin altibajos. También por las razones que voy a explicar.
En primer lugar, porque el personaje central es una buena persona rodeada de personas banales, egoístas y hasta con puntas de maldad. Se puede adivinar el cansancio, el hastío, la contención ante lo estúpido y casi inhumano, cómo ese hombre resiste en un mundo de vidas vacías.  El comisario Soto es un hombre atormentado en su interior e impertérrito aparentemente.  Tras su recia presencia silenciosa, hay todo un mundo de turbiedades y de claridades -como cualquier ser humano inteligente-, un hombre dedicado a sus negocios con un pasado de policía que le permite conocer la miseria de los bajos fondos de la ciudad y que por su matrimonio y situación conoce la vacuidad de la alta burguesía. En medio de su vacío, encuentra el único refugio en el resultado de una noble acción antigua. Este asunto, con el que arranca la novela, nos habla de la esperanza, de la redención, de la importancia de una decisión a tiempo para salvar a alguien de un destino en que la miseria no hace sino cavar cada vez más hondo el pozo de la miseria. Pero lo cierto es que, junto a una melancolía muy acentuada, siempre estamos percibiendo algo oscuro, una masa de presagios que no podemos identificar. Esperamos y no nada bueno.
Me ha gustado también mucho recorrer con él las calles de Barcelona, de esa Barcelona de posguerra que es también el espacio de un escritor muy de mi gusto, Juan Marsé. La fidelidad con que la ciudad se convierte en el receptáculo de vidas y pasiones es realmente asombrosa tanto en nuestro paisano, Mariano Sanz, como en el escritor catalán. Y esto de lo local y el espacio preciso es algo que yo siempre agradezco mucho. Barcelona está incluso en su historia como ciudad. Un gran acierto y una extraordinaria habilidad para dar vida a esa ciudad en un tiempo determinado.
Por último, aunque en la biblioteca de mi padre había bastantes obras de Mariano Sanz, yo sólo había leído de él algunos artículos de su blog y cuentos publicados en internet. Ha sido un placer leer una obra extensa y disfrutarla tanto.
http://kaolinclares.blogspot.com.es/2016/11/el-comisario-soto.html