lunes, 29 de marzo de 2021

UN ESCORPIÓN EN EL BRAZO

 

                                                         José Alberto Sáez de Haro
 
A los amigos de Facebook a menudo nos transmite Mariano sus pensamientos y su saber (muy grande), en las sucintas preguntas de Kung-Fu a su Maestro. Pero siempre agrada tener entre las manos alguna de sus publicaciones con las que da rienda suelta a su imaginación, esta vez su última publicación UN ESCORPIÓN EN EL BRAZO, tatuaje de uno de los personajes de los relatos, que no bicho hiriente.
Mariano es ingeniero técnico industrial, (profesión que compartía con otro gran escritor murciano, Manuel Enrique Mira, víctima de la dichosa pandemia, al que dedico un recuerdo), licenciado en Historia, viajero, motero, seguro que muchas cosas más, y juez de Paz. Todo eso y su especial dedicación a quedarse con todo lo que pasa por su cabeza -que protege con algún funcional sombrero- y luego, tras cocinarlo en su asilo, brindarlo al resto de los mortales para que podamos disfrutar, una vez más, de ese arte que desde tiempos remotos usa la palabra escrita, con criterio y armonía: la Literatura.
Mariano, pienso que, consciente o inconscientemente, su formación técnica le sirve para proyectar piezas o máquinas, que con la similitud de las mecánicas, tiene cualquiera de sus creaciones literarias, donde cada elemento, engranaje o articulación, utilizado en su justa medida y función, está integrado en la obra con gran maestría -¡qué bonito nombre el de maestría industrial, como el de aparejador!- , con esa similitud que podrían tener las palabras y las frases con la de las piezas de cualquier máquina o motor.
La obra que comento consta de diez y nueve relatos que, aunque los temas sean diferentes, y por lo tanto los títulos, podría considerarse una unidad, como una unidad forma una conversación. -tertulia-. en la que se tocan muchos temas, y, por supuesto, una pieza mecánica. Empieza por el mar, -¡la mar, qué buen tema para hablar!- (que decía aquella recordada frase), -que nos enseña en la portada para ayudarnos a abrir nuestro horizonte-, y termina con Medesicasta emulando a Homero, pasando por una serie de asuntos, en los que se tocan casi todos los palos, y en los que amparados en alguna referencia, se pasa por la inquietud, lo entrañable, lo cotidiano, lo anecdótico, lo divertido, lo admirable,… y todos los adjetivos que califiquen las sensaciones que sucesivamente va experimentando el lector, en esa tertulia que mantienen autor- lector, como considero que siempre ha sido la lectura de un buen libro, como este, y de las que uno no se retira por lo cómodo que se encuentra, hasta que el que manda -el autor- acaba, se levanta de la mesa o del sillón, se despide, y el lector, satisfecho, pasa la mano por la portada del libro, -la pieza mecánica- como si se despidiera de su visitante, y su recuerdo, y lo deja en sitio visible en una estantería de su sala de estar.
¡Gracias Mariano, hasta la próxima!
Marzo, 2021
 
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