jueves, 31 de marzo de 2016

LOS CORAZONES DEL PULPO

                                   Mariano Sanz Navarro

LOPEZ SORIA, MARISA, Los corazones del pulpo, Oxford, Madrid, 2012

Marisa López Soria (Albacete, 1956) cuenta con más de treinta libros publicados para niños y jóvenes en distintas editoriales (Edebé, Everest, Alfaguara, Hiperión, Casals, Espasa, Círculo de Lectores, Pearsons Educación, Mondadori, La Galera, Planeta, Oxford, Laberinto…) y ha sido traducida a varios idiomas.
Diversos autores especialistas en el género que cultiva han destacado su interés en colocar el lenguaje y la literatura por encima de los argumentos y de los mensajes explícitos[1]; su gusto para jugar con las palabras y el cambio de hilo de la narración[2]; la tendencia a reducir, eliminar palabras, buscando la sencillez, situando la trama en lugares universales y no concretos. Sus obras esconden siempre un trasfondo pedagógico[3]; el uso de un lenguaje rítmico y de agradable lectura – recurriendo a los juegos de palabras– mezclado con un tono coloquial y siempre en presencia de la ironía[4], etc.
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Vayamos ahora con los corazones del pulpo.
Lo del título no es casualidad. Los pulpos tienen, en efecto, tres corazones, que se complementan para transportar por el interior del animal la sangre de color azul, como dicen que la tenían los monarcas antiguos. Puede que los de ahora, por mor de las democracias igualitarias, estén virando al rojo común y corriente, desmarcándose de esos cefalópodos.
Quizás por eso de la sangre azul, a los pulpos se les debía conferir título de nobles, pero no es en ese sentido en el que la autora utiliza la metáfora, sino en otro más ingenioso, como verá el que lea la obra.
Además del curioso título, lo que más sorprende al lector es la frescura del texto: el libro está escrito, fingidamente, por una quinceañera; y encontrar el lenguaje desinhibido y natural que los chicos de nuestros días emplean, no es tarea fácil, al menos así lo considera quien esto escribe, que disfrutó hace ya mucho tiempo de esa hermosa edad.
Marisa, como los buenos escritores, ha adquirido la facultad de “mirar”, de ver lo que los comunes no podemos ver, para ofrecérnoslo luego, a través de la letra impresa, donde lo ha fijado para siempre.
El libro es muchas cosas sin que me atreva a colocarle una etiqueta concreta. Describe un interesante recorrido por la bella región de Francia llamada Alsacia, pero no es, en puridad un libro de viajes, ni una novela, ni un ensayo sociológico, aunque participe de todas esas cosas. El recorrido desde un lugar del sur de España hasta la parte de Francia que nos describe, es excusa para adentrarse en la aventura de una adolescente que comienza, a contrapelo, el periplo siendo ninfa y lo completa habiéndose convertido en mariposa adulta.
—¿Estás enamorada? –preguntó en ascuas- A mí me gustaría tanto saber cómo se nota eso del amor, qué se siente…
Para la chica que nos lo relata, este es un viaje iniciático, ese viaje que aparece en los más antiguos tratados de nuestra literatura mediterránea y que todos, de una forma u otra, hemos hecho alguna vez en la vida y mantenemos, en secreto, el deseo recóndito de volver a realizar otra vez, como en el mito del eterno retorno.
Vivimos en un mundo complejo en el que nos vemos obligados a inventar nuevos códigos de relaciones y conductas, redefinir y aceptar situaciones que hasta ahora eran marginales o inexistentes. Pues bien, la panoplia de personajes que forman el grupo viajero de Los corazones del pulpo, constituye una muestra arquetípica de esa sociedad, con sus virtudes y  contradicciones en las que las tres adolescentes protagonistas, como los tres corazones de un pulpo, fluctúan intentando acoplarse entre sí y con el mundo adulto que no siempre comprenden, ni las comprende.
Describe Marisa, a través de su personaje, Micaela, con fluidez y encanto que facilitan la lectura, costumbres, tradiciones, gastronomía y formas de vida del país que todos, menos la protagonista, están ansiosos por descubrir. Nos lleva a visitar ciudades llenas de tradición e historia. Nos habla de una tierra con peculiaridades sorprendentes para gentes que llegan a él desde otras en las que la nieve, que cubre la Alsacia durante ocho meses al año, es un elemento desconocido por completo.
Es, en fin, libro encaminado a un público juvenil que un adulto puede leer con agrado, descubriéndose con facilidad en los personajes que en él aparecen, y realizando, del bracete con ellos, un recorrido lleno de encanto por un país hermoso, diferente y acogedor, en compañía de unos elementos llenos de vida y naturalidad.

La edición de Oxford University Press es cuidada y elegante, la portada premonitoria. La letra, suficiente, hace la lectura agradable. Una obra recomendable incluso para los que ya no estamos en edades juveniles.
 





[1] Ana Garralón, Historia portátil de la literatura infantil.
[2] Revista Educación y Biblioteca
[3] Revista “Platero”, Premio Nacional de Animación a la Lectura, número especial dedicado íntegramente a la autora.
[4] , Juan José Lage Fernández en su Diccionario histórico de autores de la Literatura infantil y juvenil contemporánea.

jueves, 17 de marzo de 2016

LA PRIMAVERA EN VIAJE HACIA EL INVIERNO

                                                                                 Mariano Sanz Navarro

GARCÍA MONTALVO, PEDRO, La primavera en viaje hacia el invierno, Ed. Regional de Murcia, 1981

 Expurgando la discreta biblioteca que poseo, me viene a las manos este delicioso librito que me renueva el cariño por sus letras y por su autor.
A mi juicio, Pedro García Montalvo (Murcia, 1951) es un escritor menos conocido en nuestras latitudes de lo que sería justo. Estimo particularmente sus libros de cuentos, quizás por ser ese un género que también cultivo, salvando las evidentes distancias.
Su obra es dilatada: El intermediario, Editorial Seix Barral. Barcelona. 1983; Una historia madrileña. Editorial Seix Barral, Barcelona, 1988; Las luces del día, Editorial Pre-Textos, Valencia, 1997; Retrato de dos hermanas,  Ediciones Destino, Barcelona, 2004; El relámpago inmóvil, Ediciones Destino, Barcelona, 2009; Los amores y las vidas, Editora Regional de Murcia, l983.
Varias de ellas han recibido diversos premios y galardones, incluso se han llevado al cine; aunque en los últimos tiempos el autor guarde un prudente silencio, anticipo quizás de nuevas sorpresas que esperamos con avidez.
Componen el libro del que tratamos aquí -La primavera en viaje hacia el invierno- una colección de seis relatos con un prefacio donde se adelanta una futura realidad literaria que supone acercar al lector al ciclo completo como la naturaleza acerca al viajero a una ciudad por primera vez visitada. Quedémonos, por ahora, en esta primera piedra, ya de por sí atractiva.
García Montalvo utiliza una prosa dulce y poética, rebosante de buena literatura, de factura perfecta, ligeramente barroca que soslaya con habilidad el fárrago peligroso de la pedantería.
El “íncipit” de su primer relato – DIVERTIMENTO-, dice mucho de lo que hemos de encontrar en las páginas que siguen: El alegre bullicio parecía connatural a aquel paraje del río. Difícil sería volver a imaginar el boscoso remanso sin aquella algarabía feliz que inundaba sus márgenes. (P.13).
A partir de aquí, viene la historia de una apacible jornada que dos adineradas feligresas de la diócesis – Dª Asunción y Dª Cava-, proporcionan a los niños pobres de las escuelas y a los maestros imprescindibles para su guarda. Entre ellos, don Toribio Casasimarro, cuyo bigotillo académico contribuía a precisar su efigie, y salía fiador de sus buenas costumbres. (P.15).  El relato va desgranando, en una prosa intimista y delicada, las aventuras de la jornada, perfilando con minuciosidad los personajes hasta hacerlos tan cercanos que nos parecen salidos de nuestra propia juventud. Don Toribio acabará conquistando, en una aventura disparatada a la que se ve abocado a su pesar, a su amada, inaccesible hasta aquel momento glorioso. Una aventura fluvial que recuerda el desatino de don Quijote en un barquichuelo al que las aguas amenazan conducir hasta las fauces de un molino harinero.
Es libro para leer de forma pausada, pues no ha de surgir el interés de la acción, que se remansa lentamente, sino de la propia lectura que se muestra deleitosa, por más que el desarrollo de las escenas nos vaya conduciendo, suavemente, hasta el desenlace que resulta, como se intuía, bonancible; epifánico, dirían los que analizan con mirada más docta estos asuntos. Ahora sí, ahora, por vez primera, don Toribio podía concebir esperanzas…(p.24)., porque Nuestras vida parece surgir sobre la tierra como por una chanza genial a la que nos es imposible sustraernos, pero sobre cuya tenue gratitud veremos alzarse la forma de la nobleza, la dignidad y el genio (p. 25).
Más adelante sabremos, en otra historia -UN MONÓLOGO-, que la mente ociosa puede reservarnos sorpresas truculentas, imágenes nunca deseadas como la del viajero que experimentó sin asombro la delectación de quien maquina un mal para su enemigo sabiendo que no llegará a cumplirse, y gozando así del resultado sin exponerse a remordimiento, gustando sin esfuerzo ese gozo imaginado y parcial. (p.52). El señor Berenguer llegará a su destino, a salvo ya de sus ardorosas meditaciones durante el recorrido inacabable en un tren inhóspito, observando que un vagabundo dormía en un banco, bajo el goteante porche, y uno de los empleados atravesaba entre los grupos, ensimismado, balanceando en la mano una potente linterna.  (p.62)
A qué seguir desgranando lo que se dice en los siguientes cuentos. Baste decir que todos se desarrollan a tenor parecido y que recomiendo su agradable lectura al que sienta deseos de relajarse, en una tarde amena, con una lectura culta y delicada, poco frecuente en nuestros días.

El libro fue editado en su día por La Editora Regional de Murcia, obteniendo Mención de Honor en el premio “Ciudad de Alcalá de Henares” de narrativa en el año 1980. Hay varias ediciones posteriores. La que poseo, dedicada por el autor, es una pequeña joya (por su tamaño), que no debería faltar en ninguna biblioteca de nuestra región ni de cualquier otra. Si de algo adolece –a mi forma de ver-, es de una letra menuda y abigarrada de la que pueden dolerse algunos lectores que, como yo, han cumplido años suficientes.


martes, 15 de marzo de 2016

UNA CRÓNICA PARTICULAR DE MARIANO SANZ

  Javier Diez de Revenga

SANZ NAVARRO, MARIANO, Desde el Asilo, IJK, Editores, Murcia, 2000

Mariano Sanz Navarro publica en la editorial IJK. de Murcia, un libro extraño. Se titula “Desde el Asilo”. Una bella estampa de la cubierta representando una casa de finca rural (debida a una acuarela de Tomás Diez de Revenga), nos avisa de que “El Asilo” es una quinta campestre en la que el autor vive retirado. Se compone el libro de numerosos textos en forma de pequeños ensayos, relatos breves, cuentos o estampas de difícil precisión genérica. Se trata, por así decirlo, de una especie de “crónica particular”, porque la mayor parte de los textos son recuerdos y memorias de personas, lugares y tiempos que el escritor ha querido mostrar a sus lectores y a sus amigos. “Desde el Asilo” es, pues, un envío de textos diversos, escritos desde la serena tranquilidad del escritor, retirado en su quinta, apartado del mundanal ruido y atento a los recuerdos gratos algunos, irónicos o jocosos otros, llenos de buen humor estos, emocionantes los más.
Al lector de este libro de Mariano Sanz Navarro que se estrena como escritor impreso a los cincuenta y muchos años, le caben varias opciones para disfrutar de la lectura de un libro así. O no sabe nada del autor y se decide a gozar de unos textos muy variados en cuanto a su contextura genérica, o conoce al autor, como habitante de la ciudad de Murcia, y disfruta aún más pensando que en tal o cual personaje conocido, tal o cual anécdota ligeramente familiar, tal o cual paisaje o entorno rural o urbano vuelve a nuestra memoria como vivido en unos años comunes a toda una generación de muchachos de la segunda posguerra que vivieron una Murcia ya desaparecida.
El lector, por lo menos este lector que se convierte en critico de un libro de una persona conocida de toda la vida, se ha planteado muchas veces qué impulsa a alguien a decidirse a escribir sus recuerdos ¿Qué ejercicio de catarsis supone poner por escrito aquellas vivencias que uno lleva dentro toda una vida y decide hacerlas aflorar? ¿Qué importancia tiene hacer funcionar la memoria para crear un género literario y revitalizarlo como expresión de un mundo lleno de vida y de vidas?
La escritura memorística ha sido ricamente desarrollada a lo largo de nuestro siglo. Pensemos en Azorín, en Miró, en Francisco Ayala, pensemos en Aleixandre, en Gerardo Diego, en Cernuda, que crearon la prosa de la memoria en la España contemporánea, y advertiremos la verdad de esta escritura tan personal y tan lírica.
Porque el rasgo más sobresaliente de estos textos de Mariano Sanz (además de su impecable pureza estilística y de su castiza expresión) es su carácter subjetivo, que se traduce en un tono lírico auténticamente conseguido. Observemos algunos ensayos, y muy especialmente el último, titulado “El Hombre”, que es un relato lírico de una pieza, sólido y emotivo desde la primera palabra hasta la última. Notaremos, en este como en otros, que una escritura que sale del corazón, que deja sentir en cada una de las palabras la subjetividad del autor, además de ser una escritura lírica, revierte con toda su fuerza en el lector que se siente atrapado por las palabras de uno y otro articulo de los que este libro extraordinario componen. Mariano Sanz es un escritor de raza que ha comparecido ahora, como por entretenimiento, ante sus lectores, y que quizás ha ocultado durante años cualidades que hoy llaman la atención por su validez, por su atractivo y sobre todo porque nos convencen.
Cuando dejamos el libro “Desde el Asilo” sobre la mesa tras su lectura, tan amena, tan entretenida (en el sentido más clásico y castizo del termino), algo queda vibrando en nuestra capacidad de sentir, y es que hemos compartido con el autor muchos momentos, felices unos, difíciles otros, y nos hemos interesado por experimentar sensaciones que hemos hecho nuestras. Ocurre lo mismo que cuando leemos un buen libro de poemas. Su capacidad de atraparnos es lo que más nos interesa y lo que colma nuestra atracción. Porque lo que hemos leído en estas paginas no es sino vida, vida sentida a través de fragmentos, de impresiones, de retazos; vida en definitiva que interesa y capta al lector y lo hace cómplice de un mundo irremediablemente ido. Porque no son flojos el sentido elegiaco y el componente nostálgico que este libro ofrece a su lector. Quizás sean, estos últimos, los máximos responsables de su poder de atracción.