Francisco Javier Díez de Revenga
Mariano Sanz Navarro (Murcia, 1943) es un fiel y permanente fabulador de cuentos, y lo ha vuelto a demostrar en su último libro, Cave canem, que acaba de publicar en Wroclaw, el sello editorial Desde el Asilo en una elegante edición al cuidado de Maye Bobadilla con portada diseñada por Maricarmen López Molina. El lector puede volver a deleitarse, en esta su séptima colección de relatos, al penetrar en los mundos imaginados por este incansable articulador de argumentos caracterizados cada vez más por la intensa variedad. No es posible establecer un sistema común o una estructura estilística reiterada para definir en conjunto el sentido de este nuevo libro de relatos de Mariano Sanz. No es posible porque, como suele ser habitual en él, y advertirá el lector si conoce sus precedentes colecciones de relatos, la variedad de argumentos, escenarios y procedimientos técnicos definen su estilo diverso, pero en todo caso muy original.
Aun así, se pueden advertir en esta colección algunas notas que revelan la originalidad habitual de su universo narrativo. Hay que partir para ello del título del volumen, escrito en latín, Cave canem, es decir, cuidado con el perro, y no es extraño que el primer relato del libro, el extenso dedicado a una perrita, de nombre Mafalda (evocadora de la enigmática criatura creada por los dibujos de Quino, pero también de la trágica princesa de la casa de Saboya y de un malhadado transatlántico italiano) abrigue también el patetismo de su propia historia no menos trágica, como lo son también algunos cierres inesperados de otros muchos relatos, terminados fatalmente en colapso final. Porque hay que insistir que una de las cualidades literarias más acreditadas de Mariano Sanz es su capacidad innata para crear finales sorprendentes, inesperados o asombrosos.
Por su edad y por su generación Mariano Sanz es un escritor que todo lo pudo aprender en el cine de los años cincuenta y sesenta, el gran cine de Hollywood, en el que aventuras y dramáticas historias del lejano Oeste crearon mundos imaginativos para muchas generaciones, lo que sin duda influye en algunos de los relatos de esta colección, que revelan un trasfondo de extenso film clásico, y que pueden llegar a sustentar los cimientos de historias ambientadas en el remoto Egipto faraónico o en el naufragio de un navío inglés en la época del imperio de los siete mares. El despliegue cinematográfico de algunos de estos relatos no ha de asombrar al lector, que descubrirá fácilmente raíces incuestionables que fortifican la compacidad de algunos relatos.
Una vez más descubrirá el lector algunos de los ambientes preferidos del narrador y hallará en ellos a sus personajes habituales, algunos de ellos muy jóvenes y otros ya mayores, ancianos en plena actividad, sorteando las paradojas de la vida que se van suministrando en los argumentos de los relatos, y que descubren ansiedades e identidades en situaciones de notable perplejidad, como si el destino de sus criaturas literarias estuviera sujeto a un designio incontrolable en el que el azar y la imprevisión del futuro redondean argumentos de desenlace siempre sorprendente. Todo ello desarrollado, como suele ser constante en los relatos de Mariano Sanz, en escenarios familiares, identificables en topónimos domésticos o vinculados a determinados acontecimientos naturales que han hecho historia como la ya tan literaria dana en las proximidades de nuestro no menos literario Mar Menor, tan damnificado en generaciones.
En la arquitectura total de cada relato, en el que todos los componentes constituyen rasgos de pertinencia (partiendo incluso hasta del mismísimo título), en esta ocasión ha añadido el autor un componente de homenaje a escritores, narradores, dramaturgos y poetas predilectos, revelados en las indefectibles citas literales de textos de autores que preceden a cada uno de los cuentos. Un gesto que los convierte, en cierto modo, en sus mentores, y que provoca que el lector atento se detenga en la cita inicial y finalmente reflexione sobre la relación que las palabras trascritas tienen que ver con el desarrollo de un determinado relato, hasta el punto de acentuar lo enigmático de alguno de los argumentos.
Dieciocho relatos diversos que vienen precedidos por el que encabeza la colección en forma de cuento largo o novela corta, en los que Mariano Sanz despliega las que son sus habilidades literarias habituales, consistentes en un claro dominio del manejo de los materiales narrativos, la solvencia en la creación de sus personajes con solidez y coherencia, y sobre todo la amenidad y variedad de un lenguaje muy expresivo, de gran riqueza léxica, muchas veces animado por el manejo de la ironía e incluso el sarcasmo, elementos con los que da muy buena cuenta de la originalidad y personalidad de su estilo.
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