Conocí a Mariano Sanz Navarro en los años 90, convertido en un recién estrenado cincuentón. Yo formaba parte de un jurado literario al que había presentado un relato. Tanto el resto del jurado, formado por profesores de la Universidad de Murcia, como yo, convinimos en que aquel joven estudiante -dábamos por hecho que lo era-prometía como escritor. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando, ya en la entrega del premio, supimos que aquel vencedor en lides escribanas, había acabado sus estudios 30 años atrás. Desde entonces, aquel flamante vencedor del premio Campus de relato corto, no ha dejado de rejuvenecer, y hoy Mariano Sanz es un joven autor recién estrenado en su octogenariez, de espíritu mucho más rozagante que entonces, con un estilo más sólido y depurado y con muchas más cosas que decir que aquel otro Mariano Sanz cincuentón, como demuestran las novelas y libros de relatos publicados en el ínterin.
Mariano es hombre juicioso, como es fácil comprobar
acudiendo a las redes sociales, donde esparce notas, pensamientos y barruntos
tamizados por esa sabiduría que le ha ido aportando esa juventud reforzada a
fuerza de cumplir años y experiencias.
Esparce su prudencia Mariano como juez de paz en su Santomera natal,
impartiendo sabios y equilibrados consejos a quien lo requiere. También son
célebres las famosas preguntas del discípulo al maestro en su cuenta de
Facebook, en las que, bajo la apariencia más trivial, hace un ingenioso
análisis de una actualidad en la que Mariano se coloca, indefectiblemente, al
lado del más débil.
Es motorista avezado y contumaz, y ha cabalgado a lomos de su Harley por
numerosos parajes y destinos, incluido su querido Marruecos, bajo cuyas noches
estrelladas ha invocado historias y concebido relatos.
Últimamente comparte tiempo e indumentaria de beduino
con sus nietos, a quienes, como quien no quiere la cosa, les imparte
curiosidades, temas e ideas que harán de ellos ciudadanos coherentes,
reivindicativos y razonables.
Su altruismo, su ilusión y sus ganas de hacer cosas por quienes le rodean, le
han llevado en las últimas elecciones municipales a presentarse como número 3
por Alternativa por Santomera. Un embate arriesgado y valiente que hubiera
contado con mi particular envite en caso de haber podido votar en aquella
plaza.
Su blog “Desde el asilo” rememora en su título uno de sus primeros libros de
relatos, y vierte en él, con la agudeza y maestría que le caracterizan, sus
pensamientos. Mariano da cabida y pábulo en su casa literaria -que es lo que
viene siendo su blog- a un abigarrado número de cuestiones e ideas, como los
rincones de la huerta que conoció en su juventud, esos roalicos en los que
tanto disfrutó, los huertos, los limoneros…, pero también al Quijote y al Conde
Lucanor, a Tertuliano, a Cacaseno, a Pepe Carvalho o al Principito, incluyendo
los miembros del hogar del pensionista, María la Tutuvía, a Pedro de la Cirila
o a Ramón el Estuto. Todos interactúan en estos pensamientos que yo considero
edificantes y llenos de enjundia y humor, como corresponde a este joven
provecto de buen talante y lleno de ganas de vivir, como todos, y habla de
defraudadores, de la felicidad, del amor profano -del divino casi nada-, de
viajes, de barcos, de tertulias, de racismo o de ontogénesis y filogénesis, sea
eso lo que sea. Y en todos los casos sirve de apoyo de consuelo y de bálsamo e
ilustración, como aquellos libros omniscientes que nos servían de provecho en
nuestra niñez.
La estupenda imagen que ilustra esta semblanza es de Juan José Ballester Pérez .
Para más detalles, véase el original de La Opinión: https://n9.cl/5sx2as