miércoles, 18 de mayo de 2016

OTRA RESEÑA SOBRE 'El Badía'


 SANZ NAVARRO, MARIANO, Viaje por el Sahara Occidental, El Badía, Diego Marín, librero-editor, Murcia, 2007
                                                                                                                                                                                                    Rubén Castillo Gallego
Reconoceré, como arranque, que jamás he sido una persona especialmente informada sobre el mundo saharahui. Tengo amigos que se mantienen mucho más cerca de ese ámbito (con el ejemplo conocido y alfaguárico de Luis Leante), que a mí me ha quedado más lejos. Por eso cuando cayó en mis manos esta obra del escritor e ingeniero Mariano Sanz Navarro me pareció que podría resultar poco interesante para mí. Pero me equivocaba; y aquí quiero declararlo. Viaje por el Sáhara Occidental ha sido finalmente un libro enriquecedor, en el que he descubierto paisajes, aprendido costumbres, constatado similitudes con nuestro país y apreciado diferencias culturales, que iban de lo curioso a lo intrigante. Las estupendas fotografías de Gonzalo Sánchez Álvarez-Castellanos han servido no poco para completar ese panorama de agrado.
Se nos cuenta en estas doscientas páginas cómo los citados Mariano Sanz Navarro y Gonzalo Sánchez se desplazaron hasta el desierto africano en compañía del profesor Alejandro García y cómo recorrieron un largo viaje para ir conociendo de cerca y en profundidad los problemas que aquejaban a esa cercana y en buena parte desconocida zona del globo terráqueo. Iniciaron así su particular Badía (el viaje continuo y tenaz de los beduinos), que queda aquí bien documentado.
Muchos son los elementos que integran el volumen: referencias históricas desde el siglo VIII hasta la actualidad (que nos permiten conocer mejor cómo se ha llegado a construir la realidad saharahui), notas semánticas para neófitos (nos explica que Gibraltar viene de Yabal Tarik, la montaña de Tarik), descripción de las pillerías habituales de los guías turísticos (p.34), aproximaciones lúcidas al fenómeno del Frente Polisario, algún desagradable incidente en el Instituto Cervantes de Rabat (p.52), la información de que es costumbre poner a los camellos un saquito colgante contra el mal de ojo (p.80), etc.
Algunos de los rasgos verbales de la obra también son muy notables, porque el autor recurre a los destellos de humor para adobar sus páginas. Así, cuando alude a la necesidad de ingerir vino “por si las dificultades de engrase” (p.21); cuando maneja ciertas hipérboles jocosas (al hablar de “dos guantazos capaces de nublarle la vista a un elefante”, p.52); cuando constata que un halconero saudita con el que se cruza en la recepción de un hotel “va un poco piripi” (p.106); o cuando, en fin, no duda a la hora de emplear fórmulas coloquiales para decirnos que una comida a la que está asistiendo “es de alto copete” (p.133). Por cierto, aquellos que quieran conocer una interesante opinión sobre el regateo (que se adentra más en interpretaciones psicológicas que en las económicas) haría muy bien en consultar la página 146, donde Mariano Sanz Navarro se lo explica con buen tino y buena prosa.

Únase a todo lo anterior un caudaloso torrente de datos culinarios, geográficos, arquitectónicos o funerarios, y tendremos una idea aproximada de las notables maravillas que este libro incorpora. Buen trabajo para conocer con más detalle a nuestros vecinos del sur.


miércoles, 11 de mayo de 2016

VIAJE POR EL SAHARA OCCIDENTAL. EL BADÍA


Francisco Javier Díez de Revenga


SANZ NAVARRO, MARIANO, Viaje por el Sahara Occidental, El Badía, Diego Marín, librero-editor, Murcia, 2007

Mariano Sanz (Murcia, 1943) publicó en 2007 un interesante libro de viajes que llama la atención por su singularidad. Su título es El Badía, Viaje por el Sahara Occidental. Lo publicó Diego Marín, en colaboración con el Ayuntamiento de Santomera. En sus páginas se relata un viaje apasionante, un recorrido lleno de sorpresas y de encuentros de lo más asombroso. Lo primero que llama la atención de la obra es su estructura porque sirve para conducir al lector en el avance por tierras africanas hacia el Sur, hasta llegar al antiguo Sahara español.
El  libro está construido sobre la base de la imagen de un mapa que nos ofrece, detalladamente, los avances en la ruta elegida, tierra adentro avanzando por el desierto, de manera que el lector nunca se desorienta. Téngase en cuenta que todos hemos oído hablar de esas tierras irredentas y que algunas veces se nos han hecho familiares en los telediarios (¿Quién no recuerda la célebre Marcha verde coincidente con la agonía del general Franco y los primeros pinitos del inmediato rey Juan Carlos, aún príncipe de España?), pero lo normal es que nos seamos capaces de encontrar en el mapa los lugares recorridos y desde luego de dibujar la ruta seguida de una manera ni siquiera aproximada. Por eso el lector, este lector al menos, agradece que un mapa no le abandone nunca y le acompañe por todo el recorrido.
Son muy interesantes las magníficas fotografías de los personajes que el viajero (los viajeros) se ha ido encontrando a lo largo del  trayecto establecido, personas importantes con las que han compartido momentos, escenas, comidas, espacios y descansos. Crean ambiente y contribuyen a que el lector se sienta inmerso en la trama, en la historia y en el argumento de este impar libro.
Mariano Sanz ha acudido a estas tierras acompañado de Alejandro y de Gonzalo y los tres han compartido experiencias y estímulos, y los tres han vivido la conciencia de un paisaje, de una tierra, de un espacio vital tan diferente del habitual. El viaje es la mejor experiencia que puede tener un ser humano y saber contarlo es cualidad no siempre habitual en el viajero. El viaje ofrece la perspectiva diferente y precisamente el que relata el viaje crea su propio perspectivismo, ya que su mirada foránea es la que llegar a resultar capaz de encontrar aquello que siendo ordinario y habitual para el habitante  de la tierra visitada, ante el extranjero, ante el foráneo, se convierte en extraordinaria.
Me ha recordado mucho este viaje a mi maestro el profesor Mariano Baquero Goyanes, que viajó muy poco en su vida, casi nada. Apenas visitas familiares a Madrid o de trabajo en algún tribunal de oposiciones. No asistía a tesis doctorales, no fue profesor visitante en ninguna universidad y, madrileño de nacimiento, aunque estudiante en Oviedo, aquí a Murcia vino al obtener la cátedra a los veintiséis años de su edad, y aquí se quedó, casado con una murciana, hasta su muerte a los sesenta y uno, en la flor de la vida, en la madurez más rica como profesor, como lector y como investigador.
¿Cómo puede ser entonces que me recuerde este libro al profesor Baquero? Porque explicaba como nadie un libro del siglo XVIII sorprendente y único, las Cartas marruecas de José Cadalso, donde un viajero marroquí recorre España y cuenta, con asombro, aquello que a él le parece extraño, sorprendente o sobresaliente en las costumbres españolas y que a los españoles les parecería absolutamente normal. La utilización de este punto de vista foráneo para juzgar costumbres buenas y malas es lo que desarrolla lo que Baquero Goyanes denominó perspectivismo. Y eso es lo que Mariano Sanz lleva a cabo en su largo relato del viaje: descubrir desde la perspectiva del europeo, modos y costumbres de  los habitantes de los lugares destacados.
Hay que valorar mucho la capacidad descriptiva desplegada por Mariano Sanz en este libro suyo. Tierras y paisajes, naturaleza y conjuntos rurales y urbanos son descritos con detalles ricos en observación, de manera que el lector se ve envuelto en un mundo para él desconocido y lejano, pero que, gracias a la perspectiva de Mariano Sanz, llega a hacerse próximo y cercano. Esa es la mayor virtud del buen viajero, del observador atento, que es capaz de ver un paisaje, un mundo, un contexto, sabe entenderlo, y, lo que es más valioso, sabe explicarlo, con resultados excelentes, atractivos, sugerentes, vitales.
Historias, leyendas, paisajes, personas, habitantes, costumbres, mundo complejo y original enriquecen la lectura de un libro que se convierte en un auténtico gozo por su variedad, por sus cualidades descriptivas, por su riqueza expresiva, por la atención a los detalles más inesperados, por el cuidado en las descripciones. Excelente obra digna de ser leída con detenimiento y con natural afán de conocer y de saber… Así, con este propósito, un mundo totalmente nuevo se abre ante el lector para  construirse en una perspectiva que si, en su origen, es personal y propia, no por ello deja de ser para el que la recibe y la sabe entender, atractiva y seductora.